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Pedimos servicio a la habitación como de costumbre, y mi desayuno consistió en un té con donas, como siempre.

- ¿Intercambiaste números con ese chico? - preguntó Aaliyah mientras estábamos sentadas en la cama con las piernas cruzadas.

- Mmm, no lo hice - respondí, dando un sorbo a mi té.

- Ah - dijo ella. En la mañana no hicimos mucho, solo vimos una película en Netflix y preparamos nuestras cosas. Por la tarde volveríamos a Toronto.

Llamé a mi papá; soy una mala hija, siempre me olvido de llamarle. Le había comprado un regalo en Vancouver, en fin, eso.

- Iré al gimnasio - dije. - ¿Vienes?

- Mi hermano seguramente no estará - miró la hora en su móvil -. Está bien, vamos - dijo.

Fui hasta mi maleta y me cambié en el baño. Aproveché para cambiarme en la recámara también.

Me hice una coleta alta y esperé a que Aaliyah saliera.

Cuando ella estuvo lista, agarró la tarjeta y salimos de la habitación.

Llegamos hasta el ascensor y subimos al piso de arriba; no había nadie, así que teníamos las máquinas para nosotras.

Al principio nos tomamos en serio el ejercicio, pero luego... No, Aaliyah se tropezó con la máquina de correr y yo me reí tanto que casi me caigo de la bici de spinning.

- Soy malísima en esto - dijo ella.

- Hey, pero en el jockey te va bien - reí.

Aaliyah se bajó de la cinta y fue hacia unas pelotas de colores en un estante.

- ¿Vas a hacer yoga? - me reí.

- Algo así - dijo ella. Agarró una de las pelotas y empezó a jugar baloncesto. En un momento la pelota salió volando y pasó por encima de mi cabeza - ¡Lo siento! - dijo, y nos reímos.

Empezamos a hacer tonterías y el móvil de Aaliyah empezó a sonar. Ella fue hasta su móvil y contestó.

- Diga - habló -. Okey, ahí vamos - y finalizó la llamada -. Era Shawn. Nos espera para almorzar abajo - asentí. Dejamos todo como estaba y fuimos hasta el buffet del hotel.

Entre risas entramos al buffet y nos sentamos en la mesa donde se encontraba la parejita.

- Qué felices están - dijo Camila. - ¿Dónde estaban? - preguntó. Nos sentamos frente a ellos.

- Venimos del gimnasio - dijo Aaliyah. Me miró y nos reímos.

Shawn nos observó con una ceja alzada, sin entender nada. Al mirarlo, dejé de reírme y aclaré la garganta.

- Y bien... - Aaliyah miró el menú - ¿Qué pedimos? - dijo.

- Bueno, ya hemos pedido por ustedes - habló Shawn.

- ¡Oh! - exclamó ella sorprendida - ¿Y qué pediste?

- Comida - dijo él.

Ella rodó los ojos. La pareja estaba muy concentrada hablando, así que me acerqué a Aaliyah.

- Tu hermano está un poco raro, ¿no crees? - Le susurré.

- Sí, creo que está molesto con algo - me susurró en el oído -. Habrá discutido con alguien - alzó los hombros. Asentí dudosa.

¿Con quién habrá discutido? ¿Y por qué anoche me mandó ese emoji?

Al finalizar el almuerzo, fuimos hasta nuestras habitaciones.

Quería hablar con Shawn y preguntarle por qué me mandó ese emoji, y si estaba molesto conmigo. Pero no me atrevía, no quería que me mandara a la mierda.

Llegó la tarde. Era hora de volver a Toronto. Salimos del hotel y por última vez nos subimos al vehículo. El transcurso del viaje fue silencioso. En los asientos de atrás íbamos Aaliyah y yo, y en los asientos de adelante ellos.

Tenía los audífonos puestos, apoyé mi cabeza en la ventana y cerré los ojos. Sabía que se venía un viaje largo y eso me ponía de mal humor.

Al llegar al aeropuerto, me adelanté para hacer el check-in. Reconocieron a los chicos y ellos se quedaron sacándose fotos.

Aaliyah estaba igual que yo, con sus audífonos y en su mundo. Faltaba una hora para que nuestro vuelo saliera, así que decidí recorrer el aeropuerto para no aburrirme.

Visualicé una librería y sin pensarlo me adentré en ella. Empecé a ojear los libros y vi uno que me llamó la atención, casi me desmayé cuando lo vi: era el cuarto libro de la saga "La Selección".

Para quienes no están familiarizados, la novela trata sobre 35 doncellas que son llevadas al castillo del príncipe, donde son sometidas a pruebas y preparadas para que una de ellas conquiste el corazón del príncipe y se convierta en su esposa. Ya he leído los primeros tres libros, pero en este, la trama se centra en la hija del príncipe, quien debe pasar por el mismo proceso de selección y elegir entre 35 pretendientes.

Sin pensarlo dos veces, lo agarré y fui a pagarlo.

El hombre me dio el ticket de compra y salí con mi libro, más feliz que nunca. Sabía que en el avión no me aburriría.

Fui hasta donde se encontraba Aaliyah, pero ella no estaba. Shawn se encontraba solo con las valijas. Suspiré y me senté a su lado, dejando dos asientos desocupados entre él y yo.

Me puse los audífonos e iba a empezar a leer aquel libro, pero alguien me tocó el brazo. Desconcertada, alcé mi vista. Era Shawn.

Saqué mis audífonos y le presté atención.

-- ¿Por qué siento que me estás evitando? - Me miró ceñudo.

- ¿Perdón? - lo miré confundida.

- Sí, te perdono. - Pasó su mano por su cabello. - ¿Qué ocurre, Tina? - Me miró preocupado.

- A mí, nada - dije sinceramente -. ¿Y a ti, qué te pasa?

Él frunció las cejas.

- Nada - se rió -. ¿Por qué lo preguntas?

Creo que era momento de preguntar por lo de anoche.

- ¿Qué significa el emoji que me mandaste anoche? - Pregunté, y no sé por qué, pero estaba nerviosa.

Él se quedó callado.

- ¿Qué emoji? - Lo dijo como si no supiera de qué hablaba.

- La carita enojada - le dije.

- Ah, se habrá mandado sin querer - alzó sus hombros. Lo miré dudando, pero quise dejar el tema.

- Tienes razón - dije. - ¿Dónde están las chicas? - Pregunté.

- Fueron por algo de comer - dijo.

Asentí y me concentré en mi libro.

Luego de unas ocho horas, ya nos encontrábamos en Toronto, en la casa de Shawn.


Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now