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Desperté y Shawn ya no estaba a mi lado.

Bostecé y me levanté. Tomé una ducha y bajé a desayunar. En la sala, mi suegra hablaba con la madre de Shawn. Un escalofrío recorrió mi espalda.

En la cocina, Camz y Aaliyah estaban preparando su desayuno.

—Hola —Sonreí y ellas sonrieron.

—Buenos días, Mar —dijeron ambas.

Coloqué la tetera y me hice un té.

Fui hasta la sala para saludar a ambas mujeres.

—Oh, Mar —dijo la madre de Nathen, levantándose para abrazarme—. Karen me comentó lo sucedido ayer. Nathen no me dijo nada, solo que dormías aquí porque Shawn y Aaliyah te invitaron.

—Hola, suegra —respondí—. No se preocupe, ya está todo bien —le sonreí.

—Mar, ¿quieres que te haga el desayuno? —me ofreció Karen, y negué sonriendo.

—No, no se preocupe. Ya lo he hecho yo —contesté con delicadeza.

—Mar —habló mi suegra—, traje los libros de bodas —se mordió una uña nerviosa.

—¡Qué bien! —exclamé—. Ahora vendré y los veré —asintió emocionada.

La puerta de entrada se abre y aparece Shawn con una caja rosa, difícil de no reconocer.

—Hola, ¿cómo están? —dijo acercándose a ambas mujeres y saludando.

Me observó y sonrió.

—Buen día, Tina —dijo él—. Iba de camino y te traje donas —me extendió la caja rosada y me dio un beso en la frente.

—Gracias —sonreí—. Camz y Aaliyah están en la cocina —él asintió.

—Qué atento es este muchacho —dijo mi suegra a Karen, y ella sonrió orgullosa.

Sin más, ambos fuimos a la cocina. Coloqué mi té en una taza y caminé hacia la sala.

—¿A dónde vas? —preguntó Camz al verme salir de la cocina.

—Voy a la sala, veré cosas de casamiento y eso —hice una mueca divertida.

—Ay, yo iré contigo —dijo Aaliyah y se colocó a mi lado.

—¿Quieres ir? —preguntó Shawn a su novia, y ella asintió emocionada.

Así que todos nos dirigimos a la sala para ver cosas para mi casamiento.

—Bueno, ya tengo dos damas de honor y un padrino —dije.

—¿Quién es el padrino? —preguntó Shawn confundido.

—Tú —respondí obviamente y todas reímos.

En ese momento, tocaron a la puerta y Karen fue a abrir.

A los minutos, apareció Nathen y todos quedamos en un silencio incómodo.

—Hola amor —dije yo, sonriendo.

—Hola cariño —respondió él, también sonriendo.

—¡Hey, Nathen! —saludó animadamente Camz, y por suerte la incomodidad ya se había esfumado.

Nathen se sentó al lado mío y saludó a todos. Shawn aún se encontraba serio.

—¿Cuáles son tus flores favoritas, Mar? —preguntó mi suegra— para colocar en el ramo.

—Las rosas blancas —contestó Shawn, y todos lo observaron. Él al notarlo, se ruborizó.

—Shawn, deja que hable Mar. Ya sabemos que tú sabes todo de ella —dijo su madre, y todos reímos, excepto Nathen, que se encontraba incómodo.

—¿Cómo te gustaría que fuera el civil? —preguntó Karen.

—En el aire libre —sonreí—. Me gustaría que el civil sea en una estancia con un patio grande. Donde me case, haya asientos blancos con una alfombra roja por donde yo pase, y en los bordes de las sillas, una tela larga haciendo un camino para que yo camine hasta Nathen, con flores blancas. Donde esté el juez, haya una mesa con una tela blanca por encima, con flores, y detrás de donde él esté parado, un arco de tela —las lágrimas se acumularon en los ojos de la madre de Nathen.

—Suena muy bonito —dijo Karen.

—Y el casamiento por iglesia será en Argentina, ¿obviamente, no? —intervino Shawn. Asentí.

—Una vez vi una decoración en internet del lugar de la ceremonia y el del salón, y me encantó.

—¿Cómo era? —preguntó Aaliyah.

—La iglesia estaba decorada con flores en el suelo, haciendo un camino. Luego vi un salón decorado con tela en el techo y luces, al igual que las mesas. Habían mesas largas y redondas con luces de adornos en el centro. Buscaré la foto —sonreí.

—¡Uyyy! Gastaremos mucho dinero —dijo mi suegra, removiéndose de su lugar.

—Pero se lo merece. Ella se merece eso y más —habló Shawn—. ¿No, Nathen? —Nathen lo observó y luego a mí.

—Sí, claro que sí —dijo él, y sonreí.

—Lo ven —dijo Shawn.

—Serás una princesa —dijo Camz.

—Y ustedes, las damas de honor más hermosas —chillamos. Observé que Shawn no le quitaba los ojos de encima a Nathen, así que decidí que estos dos se disculparan.

—Shawn, ayúdame con esto —él me miró confundido y asintió.

Fuimos hasta la cocina y, al ver que estábamos solos, hablé.

—Quiero que hables con Nathen —me crucé de brazos.

—¿Por qué? ¿Y para qué? —dijo él.

—¿Cómo, por qué y para qué? —alcé una ceja—. Porque no quiero que estén distanciados. Me hacen sentir incómoda, y siento que ambos se merecen una disculpa.

—Que él venga y acepte que fue un idiota —se apoyó en la isla.

—¿Y lo perdonas? —no dijo nada—. Él también merece una disculpa —contesté.

—¿Él? No lo creo —bufó.

—Lo humillaste y lo dejaste como el peor novio —él se rió.

—Pues claro, si lo es —rodó los ojos y chistó la lengua molesto.

—Shawn, solo discúlpense y listo —bufé.

—Bueno, sí —dijo él, restando importancia—, pero con una condición —lo miré confundida—. Si nos vamos de viaje juntos —sonrió.

—¿Qué? —lo miré sorprendida—. ¿Acaso estás loco? —miré a nuestro alrededor. Él encogió los hombros.

—Puede ser. ¿Aceptas? —mordí mi labio inferior.

—No lo sé —él negó.

—Entonces, que Nathen le pida disculpas a Dios —empezó a caminar y lo detuve.

—Está bien, pero borra esa sonrisa de arrogante, Benito —él se acercó y besó mi frente.

—Está bien, Tina —sonrió—. ¡Nathen! Ven aquí, bro —rodé los ojos.






Conociéndote ~ SMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora