-050-

1.2K 68 1
                                    

Abrí los ojos al sentir que me movían bruscamente.

- ¡Dios, despierta! - Escuché junto con un golpe en mi rostro.

- Ya desperté - respondí alterada. - ¿Así es como despiertas a tus huéspedes? - Bufé.

- Lo siento, cariño. Traté de despertarte con cariño, pero tienes el sueño pesado - bromeó.

Rodé los ojos.

- Oh, lo siento, pero recuerda que acabo de llegar de un vuelo - le miré con reproche.

- Dramática - bromeó. - Ahora, levanta tu bello trasero y vayamos a comer - sugirió.

- ¿Qué cocinaste? - Pregunté mientras me estiraba. Ambos nos quedamos en silencio.

Entonces, estallé en carcajadas.

- No le veo la gracia - Dijo, fingiendo estar ofendido.

- Lo siento - dije secándome una lágrima falsa - Me olvidé de que no sabes cocinar - volví a reír.

- Ya, levántate. No me hagas arrepentirme - me ordenó, y obedecí levantándome.

- Bueno, ¿y entonces? - pregunté.

- Vamos a almorzar afuera - dijo él.

Asentí y salimos de la habitación. Lo seguí hasta la entrada, donde agarró las llaves de su carro y salimos de su departamento.

Fuimos hasta el ascensor y, una vez adentro, presionó el botón cero.

Al llegar, salimos y empezamos a caminar por el estacionamiento, repleto de vehículos.

Él saludó al guardia de seguridad y comenzó a buscar su coche. Agarró las llaves y activó la alarma hasta que escuchamos el sonido.

- Sube - dijo él, y obedecí. Nos abrochamos los cinturones de seguridad y él puso su playlist. - Seguramente habrá muchos fotógrafos siguiéndonos - comentó - estarán rodeándonos y haciendo montones de preguntas. No te intimides ni te avergüences - me dijo con seguridad. - Y lo más importante, no les des importancia a lo que digan. No dejes que te afecten, ni les respondas. A veces utilizan eso en tu contra - añadió, y sentí un nudo en el estómago.

- Está bien - dije, y él asintió.

Sin más, arrancó y comenzó a conducir por la ciudad. De vez en cuando, lo miraba de reojo. Era tan guapo cuando estaba concentrado.

Paramos en un semáforo en rojo y miré por la ventana.

- ¡Oh, por Dios! - exclamé sorprendida. Él volteó a verme - ¡Es Adam Sandler! - dije emocionada - ¡Shawn, es Adam Sandler! - Él soltó una carcajada.

- Dios mío, Tina - rió de nuevo.

Seguía mirando por la ventana, completamente asombrada. Él estaba con sus hijos, esperando para cruzar la calle o algo así.

Empecé a notar que el vidrio polarizado empezaba a bajar y, alarmada, observé cómo se cerraba.

- No - dije alarmada - Shawn, sube la ventana - mi corazón latía fuerte - ¡Maldición, Shawn, sube la ventana! - Estaba entrando en pánico. Quise esconderme debajo de la ventana, pero no podía. - Shawn, te lo suplico, sube la maldita ventana - le pedí. Él soltó una carcajada.

Sin más, arrancó. Por fin, el semáforo estaba en verde.

Me toqué el pecho para tranquilizarme. Dios sabe qué papelón iba a hacer delante de Adam Sandler.

Se estacionó y bajamos del coche. Empezamos a caminar.

Entramos en un restaurante y nos sentamos en una mesa un poco apartada.

Llegó el camarero y Shawn hizo el pedido.

- ¿Estás nerviosa? - preguntó él.

- Un poco - admití, mordiéndome el labio inferior.

- Todo saldrá bien, ten paciencia - me animó, sonriendo.

- ¿Y si no lo hago bien? - pregunté con temor. - ¿Y si en realidad no soy lo que están buscando? - añadí con preocupación.

- Oye, no digas eso - me tomó la mano - Yo sé que te irá bien.

Sonreí.

- Gracias, Shawn - dije.

El camarero trajo nuestras órdenes y comimos entre risas.

Al terminar, Shawn pagó la cuenta y salimos del local.

Cuatro hombres nos empezaron a fotografiar al salir. Mordí mi labio inferior, incómoda.

Shawn agarró mi mano y apuró el paso. Los hombres nos hacían preguntas, a las cuales yo no respondía, pero Shawn contestaba algunas.

Entramos en un centro comercial y miré confundida a Shawn.

- Es para perderlos de vista - explicó él.

Caminamos y me di cuenta de que seguíamos agarrados de la mano. Pero una parte de mí no quería soltarlo.

Empezamos a mirar las vitrinas y Shawn me tironeó hacia una.

- ¿Qué ocurre? - Pregunté.

- Me gustó aquel collar para Mila. - Me dijo él.

Me fijé en cuál se refería y era realmente hermoso.

- Me encanta - Respondí - Y sé que a ella le va a gustar. - Sonreí.

Nos adentramos en la tienda y Shawn compró el collar para Camz.

Al salir, parecía que habíamos perdido a los paparazzi, al menos eso creo, porque no los veía por ningún lado.

- ¿Cuándo se van a ver? - Pregunté.

- No lo sé, espero que pronto. - Respondió él.

- Espero que sí. - Sonreí.

- ¿Sabes una cosa? - Me preguntó él.

- No, dime - Respondí curiosa.

- Aún tengo tu obsequio. - Dijo, y era verdad, aún llevaba puesto el collar con la guitarra que le regalé. - Y también este. - Señaló su muñeca.

Me sorprendí, porque aún llevaba puesto el brazalete que le regalé en aquel meet & greet.

- Shawn... - Dije. No tenía palabras, aunque suene una tontería, esas pequeñas cosas me llenan de felicidad.

No sé por qué, pero lo abracé. Es una maldita adicción hacerlo. Su aroma a canela entró por mis fosas nasales. Sus abrazos son paz, él me da paz.

- Te quiero, Shawn - Susurré sobre su pecho.

- Te quiero, Tina - Respondió él.











Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now