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Los últimos dos días en Canadá los disfruté con Nathen. Fuimos de paseo por el centro comercial y la última noche salimos a cenar.

Mila se había ido a Miami el mismo día que nosotros nos estábamos yendo a Argentina. Aaliyah estaba demasiado emocionada de visitar mi país.

En el avión, le enseñaba español y lo más típico de Argentina. Shawn ya no nos aguantaba.

Al llegar, fuimos por nuestras maletas y salimos del aeropuerto.

—¡Ay no puedo creerlo! —chilla emocionada.

Sonríe feliz.

Nos tomamos un Uber hasta mi casa. Al llegar, pagué y bajamos.

— Martina, qué casa más bonita. —Dice Aaliyah, y sonrío.

—Gracias Aaliy. —dije. Busqué la llave en una maceta y abrí la cerradura, dejándoles el paso a Aaliyah y Shawn. —¡Bienvenidos! —añadí.

—Huele a limón —Observa Shawn— Huele a ti. —Sonreímos.

—Bueno, vengan, les mostraré sus habitaciones. —dije, y ellos asintieron.

Subimos las escaleras y caminamos por el pasillo.

—Shawn, esta es tu habitación. —dije abriendo la puerta. Había una cama de una plaza y media, un armario, una TV colgada, una ventana y el baño privado.

—Cool. —respondió él, entrando en la habitación y tirándose boca arriba en la cama. Negué con la cabeza riéndome de la situación.

—Vamos Aaliy. —ella me siguió y nos adentramos en la otra habitación de huéspedes. Abrí la puerta y era lo mismo: una TV colgada, un armario, una ventana con un balcón y su baño privado. —Ponte cómoda. —Sonreí.

—Gracias Mar. —me abrazó. Le di privacidad y fui hasta mi habitación.

Estaba todo como lo había dejado la última vez. Dejé las maletas a un lado y abrí las ventanas para ventilar un poco.

—Qué bonito cuarto. —Me asusté. Volteé y vi a Shawn en el marco de la puerta.

—Lo siento. —Dijo él. Sonreí negando. —Me gusta tu cuarto. —añadió.

—Gracias. —Sonreí.

—Es un poco vintage. Cool. —Comentó mientras ojeaba todo lo que había allí. —Aun no me creo que estoy en tu casa. —Se rió. Ni yo me lo creo. Sonrió al ver las fotos nuestras colgadas y aún más al ver la guitarra que me obsequió en un costado. —Esa guitarra ha recorrido varios recitales. Verla aquí, quieta, se me hace un poco raro. —Reímos.

—A veces por la noche parece que llora, extraña subirse a un escenario. —Dije y me senté en la cama. Él negó con la cabeza sonriendo.

—Yo creo que aquí se encuentra bien. —Me observó. —¿Me haces un tour? —preguntó.

—¡Claro! —Sonreí. Me levanté de mi asiento y le agarré de la mano para que me siguiera. —Aquí arriba solo hay cuatro habitaciones, con baños privados, y un baño de más por si hay invitados. —Sonreí. Bajamos a la planta baja y le enseñé toda la casa.

—¿Cómo te llevas con los vecinos? —preguntó.

—Sinceramente, aún no he socializado con ninguno. —Reímos.

—¿Y tu papá?

—Todavía está en Mar del Plata. Se quedará unas semanas allí. —Le resté importancia.

—¿Entonces, estamos solos? —Asentí.

—Tengo hambre. —Apareció Aaliyah. —Santo cielo Mar, tu casa es un laberinto. —Reímos.

—¿Comemos afuera o pedimos comida? —pregunté.

—Pidamos delivery. Mañana saldremos a recorrer. —Asentí.

—Está bien. —Sonreí. Fui hasta la cocina y llamé a la pizzería. Pasamos todo el día viendo películas y mostrándole el barrio privado a Aaliyah.









Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now