Capítulo 5 {3 parte}

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—Déjame llevar algo —digo mientras Niall sube las escaleras hacia su apartamento.

—No —contesta— Tú carga los materiales de arte.

Gesticulando con la mano, digo abruptamente.

—Esa bolsa no pesa. ¡Tú llevas tres bolsas de supermercado!

—Oh, por favor, esto no es nada. —Cuando finalmente llegamos arriba Niall se vuelve hacia mí.

—Toma las llaves de mi bolsillo. —Levanto una ceja y se queja—. ¿Bromeas?

Abro la boca.

—Eso es demasiado personal para mí —se me escapa, y hago una mueca.

No puedo creer que haya dicho eso.

Rodando los ojos Niall baja las compras.

—Es mi bolsillo no la parte superior de mis pantalones.

Ahora estoy mortificada.

—Lo siento —murmuro—. Nunca he estado realmente con un chico. Tú eres el primero con el que de verdad he tenido mucho contacto.

—Qué gran ejemplar de hombre para que comiences —Se ríe mientras abre la puerta.

—Wow ¿un poco engreído? —le pregunto agarrando una bolsa y empujándolo para entrar—. ¡Oye, no limpiaste la cocina!

Cerrando la puerta de golpe tras nosotros, Niall exclama—: ¡Lavé los platos como me pediste!

Chicos.

—¡Sí, pero tus encimeras todavía están llenas de cosas!

—Como sea. Ayúdame a despejarlas señorita pantalones quisquillosos.

Bajo la cabeza.

—Por favor, no me pongas apodos. He tratado con eso lo suficiente en mi vida.

—¿En serio? ¿Señorita pantalones quisquillosos es como me burlo de ti? —me pregunta Niall con un tono muy sarcástico—. Bueno, por nuestro amigo el credo, escojo llamarte Alex.

—Tengo que inventar algún apodo estúpido para ti —replico juguetonamente—. Sin embargo, no soy muy creativa en esa especialidad.

Niall coloca sus bolsas en el suelo de la cocina.

—Sé cómo tienes que llamarme.

—¿Y cómo sería? —le pregunto poniendo mi bolsa en el suelo al lado de las otras.

—Semental.

Un gemido se me escapa.

—No te voy a llamar semental o cualquier cosa por el estilo.

—¿Por qué no? —Se ríe Niall —, si el nombre encaja.

— Niall, eres ridículo. Si quieres que alguien te llame eso, llama a una de tus novias.

Abre la nevera.

—Sí, pero la pregunta es ¿a cuál? Hay tantas.

Escogiendo ignorarlo, comencé a mover su correo del mostrador. Veo algunos sobres escritos con letra manuscrita. Todos ellos son del mismo remitente. Recojo uno.

—¿Vas a abrir estos? Hay como cinco de ellos.

Niall me los arrebata.

—Sabes que es ilegal leer el correo de otra persona.

—¡No el exterior del sobre!

Él los mete en un cajón y lo cierra de golpe. Girando para poner las botellas en el reciclaje—: Lo siento.

—Está bien —suspira—. Simplemente no abro ciertos correos.

—¿Una anhelante ex amante?

Eso lo hace reír.

—Esa es una pila diferente —me dice sonriendo— y con mucho más que un solo remitente.

Sacudo la cabeza con incredulidad.

Después de que terminamos la limpieza de las encimeras, empiezo a preparar el desayuno. Niall se apoya en el mostrador a mi lado.

—Entonces, ¿cómo aprendiste a cocinar si todo lo que hace tu mamá es beber?

—Montones y montones de ensayo y error, tuve que aprender a hacerlo a una edad temprana. Tengo muchas cicatrices de quemaduras. Los botiquines de primeros auxilios vienen con instrucciones.

—Tuviste la infancia más horrenda ¿no? —pregunta Niall con suavidad.

Mordiéndome el labio me encojo de hombros.

—Me sentía sola pero no conocía nada mejor, así que encontré lo que me hacía más feliz: el arte.

—Ya no estarás más tiempo sola. Te lo prometo.

Esbozo una gran sonrisa.

—Es muy amable de tu parte decirlo.

—Es la verdad —replica Niall —. ¡No, no, no! ¡En la mía champiñones no! ¡Son repugnantes!

—Son buenos —le respondo.

Niall hace una mueca con arcadas.

—¡No me hagas vomitar!

—Está bien, no dejaré que toquen cualquier parte de tu comida.

—Bien —dice cruzando los brazos—. Así que dime ¿cuándo empezaste a enamorarte de Eric?

—En octavo grado —le respondo.

—Pensé que lo habías conocido en la escuela secundaria.

Muevo la cabeza negando.

—Se trasladó aquí en el octavo grado. Nunca hablé con él y no creo que supiera que yo existía. Luego vino el primer año y nuestros casilleros estaban uno junto al otro. Él todavía apenas si reconocía mi existencia. Parece que el pensamiento de tener un chico guapo interesado en mí finalmente ha acaparado su atención.

—Eso lo hace un idiota, sabes —declara Niall en voz baja.

Hay silencio mientras cocino.

—Supongo —digo finalmente—. Sin embargo, yo tampoco me había hecho notar. Realmente traté de permanecer fuera del radar, pero Sonya nunca lo permitiría.

—¿Por qué la tiene contra ti?

—Bueno —resoplé cuando estábamos en el séptimo grado estaba en la pequeña farmacia del centro. Sonya estaba allí con unos amigos y decidieron robar algo. Pues bien, el farmacéutico me agarró y me exigió que le dijera quién había robado porque él no podía encontrarlos. Así que le dije la verdad. Le dije que Sonya lo robó. Llamaron a la policía y bla, bla, bla. Me ha odiado desde entonces.

—Una criminal. Nunca lo habría imaginado. Me refiero a que, un dolor en el trasero o ser terriblemente malvada sí, pero una ladrona no, nunca lo hubiera creído —dice Niall metiéndose un trozo de pimiento verde en la boca.

—No creo que tenga una carrera de criminal porque robó un lápiz labial cuando estaba en la escuela media —replico.

Se encogió de hombros.

—Tiene problemas —dice—. Tiene un esqueleto en su armario que está tratando desesperadamente de ocultar. Por eso las personas como ella son malas. En algún tema tienen inseguridades propias y arremeten contra las cosas que les recuerdan esas inseguridades.

Lanzo el resto de los ingredientes en la sartén.

—En serio pareces sabio para alguien que solo tiene 21 años.

—Muchas cosas pueden pasar en 21 años —susurra alejándose.

Su pasado se cierne sobre nosotros. Lo miro. Está de espaldas a mí encendiendo el estéreo. Parece tan distante. ¿Qué esconde? Soy tan curiosa. Es decir, hay algo allí. Es solo que no sé qué es. Esas cartas son importantes, pero se niega a leerlas. Son de una chica, y si es así, me pregunto lo importante que era para que él se esté escondiendo de eso. Me siento un poco perturbada, casi molesta. ¡Basta Alex! ¿Qué está mal contigo? Rápidamente sacudo la cabeza y me concentro en cocinar.

Perdiéndome en mi propio mundo me dedico a escuchar la música. Cuando la tortilla de Niall está casi hecha, de repente siento sus manos envolverse alrededor de mi cintura, jalándome contra él. Mi pecho se contrae y mi corazón desciende. Descansa la barbilla en mi hombro.

—Huele bien.

—Gracias —lo digo con un chillido totalmente aterrorizado.

¡Ningún hombre me ha tocado de esta manera!

Niall afloja un poco su agarre.

—¿Te estoy poniendo nerviosa?

—No —le digo demasiado rápido.

Me suelta y retrocede.

—Realmente ningún chico te ha tocado antes ¿no?

Dándome la vuelta lo miro.

—Nunca he tenido una experiencia con un chico antes. ¡Tú eres eso! ¡Me refiero a que la gente bromea con eso de ser virgen a mi edad, pero yo ni siquiera he besado a un chico!

—¿Nunca te han besado?

—Por supuesto que no —chasqueo ligeramente—. ¿Qué hombre me besaría?

Niall se encoge de hombros.

—No lo sé. Pero tal vez Eric te besará.

—Sí, eso sería genial, pero actuaría como una idiota. Un primer beso a los 15 es tierno, pero no tanto a los 18. Tan solo es triste.

—No creo que sea triste.

Pongo mis ojos en blanco.

—Por supuesto que no, es probable que hayas besado a un millón de chicas. Eso es un montón de experiencia bajo tu cinturón.

—Bueno, entonces déjame ayudarte con eso —responde mientras da un paso adelante. En un instante sus labios están sobre los míos.

The Art Of The Life - NiallDove le storie prendono vita. Scoprilo ora