CAPITULO 4

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· Decido dejar de reprocharme a mí misma y giro a la derecha, para continuar avanzando por el inmenso pasillo, al tiempo que observo el jardín, a través de ese ventanal que ahora me acompaña todo el trayecto. Mi marcha aumenta a cada paso, buscando desesperada un acceso. Me pongo cada vez más nerviosa y los documentos que llevo en mis manos, ya comienzan a estorbar. ¡Esto parece un maldito laberinto! Me desespero, justo un momento antes de sentir que mi cuerpo golpea bruscamente con algo, lanzando por el aire todos los papeles. En un acto reflejo, mis manos intentan sostener "eso" con lo que acabo de chocar y rápidamente me doy cuenta de que se trata de una persona. Una persona a la que en este momento, estoy agarrando de los brazos. Nuestros ojos se encuentran... Y por un instante, el tiempo parece detenerse y mi cuerpo sufre una especie de parálisis difícil de entender, incluso para mí. Estoy frente a unos ojos CAFES CLAROS , inmensamente profundos, que me observan fijamente de una forma fría, sin ninguna expresión aparente. Es una mujer... Sus brazos son tan delicados que casi puedo sentirlos romperse entre mis manos. Su aroma es completamente distinto a este lugar. Sus ojos, son preciosos... Pero en cambio, su mirada, carece de luz, de expresión. Detiene un momento el contacto visual que me está paralizando y dirige la vista hacia mis manos, que aún sostienen sus brazos. Entonces, devuelve el sentido que ella misma le robó al tiempo. Ese tiempo, que por unos minutos pareció haberse detenido.
POCHE: ¡Disculpa! ─me apresuro a soltarla, pudiendo observar por primera vez, algo que no fueran sus ojos.
No me di cuenta de que alguien venía, lo siento. Ella volvió a mirarme. Por un momento, pensé que había dado con la persona que me ayudaría a encontrar mi camino... Pero ese pensamiento desapareció de mi mente, en el preciso instante en el que, sin decir una sola palabra, continúo andando. Me volteé para ver cómo se alejaba en la dirección opuesta, teniendo aún la esperanza de que dijera algo más, aunque sea en la lejanía. Pero eso tampoco sucedió. Gracias.─susurro frunciendo el ceño, completamente confundida y algo aturdida todavía En cuanto ella desapareció completamente de mi vista, sacudí la cabeza, obligándome a despertar. Seguidamente me incliné para recoger los papeles que, gracias a la extraña y maleducada chica, hice caer al suelo. En ese momento, una luz pareció llegar a mi mente:
POCHE: ¡Segundo piso! ─recordé las palabras de la recepcionista ─¡Avanza por el pasillo, tercera puerta! ¡A buena hora! ─exclamé volviendo a reprochándome. Avancé a toda velocidad, esperando que hubiera algún otro ascensor en el camino. Y por fin, parecía que el Universo iba a ponerse de mi lado, porque no tardé sino unos segundos en encontrarlo.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora