CAPITULO 10

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· PAULA: Si te hubieras visto la cara, tú también lo habrías hecho.
POCHE: ¿Eres así con todas tus alumnas en prácticas?
PAULA: ¿Así de simpática y poco autoritaria? ─asentí sonriendo y ella se encogió de hombros
Eres mi primera alumna en prácticas. Así que, aquí vamos a aprender la una de la otra. ─me guiñó el ojo y seguidamente pulsó el botón del número uno ─
En el mismo piso pero tras la puerta contraria, está la zona de ocio. Creo que ya debiste verlo antes, pero es en esta planta desde dónde se puede acceder al jardín. En él, es donde las y los usuarias y usuarios pasan la mayor parte del tiempo cuando el clima lo permite. Cuando no es así, disponemos de salas interiores, donde pueden ver la televisión, hay una pequeña biblioteca, una sala de juegos... ¿Voy demasiado rápido?
POCHE: No ─sonreí ─
Supongo que poco a poco me iré habituando y conociéndolo todo.
PAULA: ¡Claro! Pero si ves que voy demasiado rápido me frenas. Te doy permiso.
POCHE: Está bien ─acepté, escuchando nuevamente el sonido del ascensor, anunciando nuestra llegada al primer piso.
PAULA: Vamos a conocer el jardín. Allí están algunas de las enfermeras que quiero presentarte. Con ellas deberás contar siempre que necesites algo, son las que más relación directa tienen con los usuarios.
A medida que la doctora me daba su breve explicación, casi sin darme cuenta, llegamos a la puerta principal que daba acceso directo al jardín. Entonces me di cuenta de que no era tan difícil acceder como había creído antes, se encontraba a penas unos metros pasando el ascensor. Una vez allí, observamos lo mismo que pude ver minutos atrás desde la ventana; un importante número de personas, algunos paseando, otros leyendo bajo la sombra de algún árbol casi deshojado, otros compitiendo en algún juego de mesa. Todo aparentemente muy... normal.
PAULA: ¿Te sorprende tanta normalidad? ─preguntó de pronto. La miré y no pude evitar sonreír algo confusa.
POCHE: Sinceramente, sí... ─acepté incluso avergonzada
Hay mucha más tranquilidad de la que esperaba.

PAULA: Normalmente este es un lugar muy tranquilo. Los usuarios están siempre bajo medicación y aunque no te voy a mentir y te advierto, que en estos meses, te tocará vivir bastantes crisis, por lo general, obviando esos momentos, esto es así usualmente. Por eso siempre me escucharás referirme a La Cascada como un centro o una residencia. Esto no es un hospital psiquiátrico, simplemente es un lugar dónde intentamos que personas con alguna enfermedad mental de cualquier tipo, convivan en armonía y lleven una vida lo más normalizada posible. Hay algunos que son muy independientes, les gusta leer bajo la sombra de un árbol y que nadie les moleste. Otros, sin embargo, tienen la continua necesidad de estar acompañados y se pasan el día jugando entre ellos. A otros, incluso los verás andando solos y hablando como si estuvieran acompañados, pero no molestan, ni hacen daño a nadie.
Aunque la doctora continuaba hablando, sus palabras comenzaron a perderse en algún lugar de aquel inmenso jardín, en el momento en que mis ojos se encontraron por tercera vez con esa muchacha. La culpable de que mis documentos salieran por los aires cuando llegué y la misma que minutos antes estaba observando a través de la ventana del despacho. Se encontraba en el mismo lugar, sentada en aquel banco y mirando al frente, como si nada de lo que hubiera a su alrededor consiguiera perturbarla. Ni siquiera esa enfermera que, junto a ella, parece estar diciéndole algo mientras sostiene una bandeja.
PAULA: ...Y otros, como ves... ─volvió de pronto, la voz de la doctora Simplemente te ignora y hacen como si no existieras.
Hice un esfuerzo sobrehumano para que mi mirada se apartara de esa chica y poder dirigirme hacia PAULA, expresando con mi ceño fruncido, la profunda curiosidad que estaba comenzando a nacer en mi interior.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora