CAPITULO 48

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POCHE: Sufro porque soy humana, PAULA. Y ella también lo es... No es un proyecto, no es una investigación, es una simple chica que está perdida en la vida.
PAULA: ¿Y tú quieres hacer que se encuentre?
POCHE:Sí... PAULA: ¿No te has parado a pensar, que si ella quisiera dejar de estar perdida, te habría aunque sea mirado hace unos minutos, cuando te arrodillaste frente a ella? ¿No crees que hubiera intervenido cuando discutiste con su padre? ¿O que en algún momento de estos dos meses que has pasado almorzando a su lado, te hubiera dirigido aunque sea una palabra? POCHE... ─Suspiró ─
Si te aconsejé que cambiaras la investigación de tu proyecto, no fue porque no quisiera ayudar a DANIELA. Si lo hice, fue porque llevo mucho tiempo viendo como todo esto es mucho más que un trabajo para ti. Y soy tu jefa, sí... Pero también soy tu amiga. Y no me gusta verte sufrir. Verte sentir esa impotencia que ahora mismo estas sintiendo. No me gusta ver cómo te juegas tu trabajo y tu carrera en apenas unos minutos, enfrentándote a ese hombre... Respóndeme algo ¿Realmente te merece la pena?
POCHE: No lo sé, PAULA... No sé si merece o no la pena. No sé si elegí el camino correcto o debí retirarme a tiempo, como me sugeriste. Lo único que sé, es que yo creo en ella... Y aunque estoy aquí, aunque no me dirigiera ni una sola palabra hace unos minutos, sigo creyendo en ella... Y alguien me dijo hace muy poco, que si yo creo en el camino que estoy recorriendo, ese es el correcto, aunque no me lleve al lugar que tenía pensado en un principio.
PAULA guardó silencio unos instantes, mientras me observaba fijamente, con sus ojos algo empequeñecidos. Parecía que continuaba buscando algo en el interior de mi mirada.
POCHE: ¿Qué...? ─pregunté con un suspiro.
PAULA: Hay algo... ─Comenzó agitando su dedo índice frente a su nariz ─
Hay algo en ti, que admiro, POCHE.
En ese instante, alguien llamó a la puerta interrumpiendo nuestra conversación. Yo avancé unos pasos, y completamente saturada emocionalmente, apoyé mis brazos sobre el respaldar de una de las sillas que había frente al escritorio de PAULA. Esas, donde los familiares o incluso los mismos pacientes, se sientan cuando tienen alguna consulta. Esa, donde yo misma me había sentado la primera vez que estuve en este despacho. Aquel día de hace dos meses, cuando aún no sabía en lo que me estaba metiendo y lo que ocurriría a partir de ese día. El cambio, que sin esperarlo, comenzó a sufrir mi vida. Dejé caer mi cabeza hacia delante, otorgándome un respiro de pensamientos, mientras PAULA, daba paso a la persona que había llamado. Y en cuestión de segundos mi mente amenazó con hacer un recorrido en el tiempo, preguntándome; en qué preciso momento había comenzado a ocurrir todo esto. En qué instante, DANIELA dejó de ser un proyecto y se convirtió en una parte de mi vida sobre la cual no tenía control. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? Entonces, vino a mi mente, el recuerdo de aquel primer día en el pasillo, cuando nuestros cuerpos colisionaron y nuestras miradas se encontraron. Es cierto, no había sido hoy la primera vez que tuve contacto físico con ella. Aquel día, le agarré los brazos, temerosa de que pudiera caer incluso antes de haberla visto. Desde entonces, comencé a protegerla sin darme cuenta. Ahora lo sé, fue en ese instante, cuando comenzó todo.
DANIELA: ¿Dónde tengo que firmar para autorizar mi ingreso permanente?
El sonido de esa voz, dulce y pausada, que jamás había escuchado, detuvo mi corazón de una manera súbita, para instantes después hacerlo latir a una velocidad ensordecedora, como jamás lo había sentido latir.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora