CAPITULO 8

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· A través de él, puedo observar como allá abajo se encuentra el jardín de "La Cascada". Ese mismo, al que apenas unos minutos antes intentaba acceder. No pensaba que fuera tan grande. Pero desde ésta posición, se ve completamente inmenso. Abarca toda la parte trasera del edificio, contiene numerosos bancos para sentarse, hierba, césped, árboles adornando los rincones, cuyas hojas secas se expanden por todas partes. Hasta una enorme fuente central puedo distinguir. Existe vida en este lugar... Una vida, que precisamente aportan esas personas paseando en pijama. Algunos acompañados por enfermeras, otros, en la soledad de la multitud.
PAULA: Y cuéntame... ─volvió a interrumpir la voz de la doctora, que sin darme cuenta había llegado a mi lado ¿Ya tienes idea acerca del contenido que tratarás en tu proyecto de carrera?
POCHE: La verdad es que no ─acepté tímida
Estoy un poco desorientada en ese aspecto. Ni siquiera sé si me centraré en algún paciente en concreto, o realizaré una tesis sobre algún problema predominante en el centro.
PAULA: Es normal que estés perdida con respecto a eso. Pero ya verás cómo en unos días, cuando te habitúes y te acomodes, las ideas comienzan a fluir por si solas.
POCHE: Eso espero... ─le sonreí, volviendo mi mirada hacia el paisaje que se veía a través de la ventana.
Entonces, en medio de toda aquella multitud, algo me hizo detenerme en un lugar concreto. Una imagen conocida, fue la culpable de que mi mente se perdiera, dejando de escuchar por un momento las palabras de mi acompañante. Esa chica... Esa con la que hace unos minutos atrás colisioné en el pasillo y no fue capaz de pedir si quiera disculpas, o ayudarme a recoger los papeles. Es ella... Se encuentra sentada sobre un banco de madera, bajo un árbol cuya apariencia pertenece al otoño más verdadero. En sus ramas, apenas quedan unas pocas hojas secas. Puedo distinguir perfectamente, cómo una de ellas se desprende y cae lentamente sobre las piernas de la muchacha. Pero ella ni se inmuta... Simplemente mira al frente.

Aparentemente concentrada en algo, y en la más completa y absoluta soledad. Por primera vez, puedo observarla con detenimiento, aunque sea en la lejanía. Su ropa es distinta a la de los demás. Viste una especie de pantalón y sudadera de deporte. Ambas prendas parecen ser bastante holgadas. Pero no lleva puesta ninguna bata blanca similar a la de la doctora, o el conjunto violeta que define a las enfermeras. Ese hecho, no sólo me sorprende, sino que me produce curiosidad.
POCHE: ¿Quién es ella? ─pregunté de pronto, como si mis pensamientos se hubieran ver-balizado sin poder controlarlo.
PAULA: ¿Quién?
POCHE: Esa chica que está sentada en aquel banco ─señalé el lugar indicado ─
Justamente unos minutos antes de hallar tu despacho, me encontré con ella y tuvo una actitud algo extraña.
PAULA: ¡Oh, ella! ─exclamó al verla ─
Es DANIELA... DANIELA CALLE.
POCHE: DANIELA CALLE ─repito como si de esta forma, el nombre me fuera a resultar familiar ¿Es enfermera?
PAULA: ¿Qué? ─de pronto, la doctora pareció haberse sorprendido ¡No, claro que no! DANIELA no es trabajadora del centro... ─aclaró captando mi mirada confusa
Es... una paciente.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora