CAPITULO 101

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Lo pensó durante unos instantes. La observé en silencio, dándole tiempo a recapacitar sobre cada palabra que le acababa de decir, pues todo fue muy rápido. Ella, por un momento, dirigió su vista alrededor, observó el acantilado, las montañas, los árboles, el cartel, la carretera que continuaba más allá de lo que nuestra vista podía distinguir, y volvió a observarme a mí, quien esperaba expectante.
DANIELA: Muy bien ─Aceptó ─No perdemos nada con intentarlo.
Dicho esto, antes de que yo pudiera aunque sea sonreír satisfecha o emocionada, comenzó a levantarse la camiseta, dejando su estómago al descubierto. Cosa que amenazaba con volver a dejarme atontada.
POCHE: ¡Espera, espera, espera! ─Me apresuré inconscientemente a detenerla, pasando mis manos alrededor de su cintura, en un extraño intento por cubrir su cuerpo con el mío ¿Qué estás haciendo?
DANIELA: Quitarme la ropa ─Sonrió con picardía a muy pocos milímetros de mi ─¿No es eso lo que me pediste?
POCHE: S...si... Pero no así. ¿Quieres que te vea todo el mundo? Traje una toalla para cubrirte. DANIELA: Entonces... ─susurró ─¿A qué estas esperando? "A que mi cuerpo decida moverse" era la respuesta correcta, pues sentirla tan cerca de mí, susurrando a unos milímetros de mis labios y mirándome tan fijamente, consiguió que, como ya había anticipado, ninguna parte de mi cuerpo respondiera a mis gritos de auxilio. Y es en este mismo momento, cuando me pregunto; ¿Cómo demonios voy a soportar tenerla tan cerca durante tres días? No pensaste en eso, ¿verdad POCHE?, en tu maravilloso plan, no se te ocurrió pensar cómo vas a hacer para que tus sentimientos por ella no crezcan imparablemente a cada minuto. Pero definitivamente, ya no había marcha atrás. Así que, sin demorarme un segundo más, ordené a mi cuerpo reaccionar y saqué una toalla que había en el interior de la mochila, la extendí, y cubrí el cuerpo de DANIELA, rodeándolo con la misma. Ella comenzó a desvestirse nuevamente, sin importarle que yo aún la estuviera mirando, cosa que me hacía más imposible poder apartar mis ojos hacia otro lado. Por eso, me vi obligada una vez más, a ordenarles que reaccionaran y miraran a cualquier otra parte. 

Después de unos minutos, estaba completamente lista, con su cuerpo bajo un vestido fresco, celeste, casi del mismo color de la camiseta que antes llevaba. No me equivoqué en la talla, ni en el estilo, y mucho menos en el color. Pues la prenda le queda absolutamente perfecta.
DANIELA: ¿Contenta? Tras haberme pasado unos segundos observándola con aquel vestido, el sonido de su voz me hizo alzar la vista para encontrarme con la suya, que esperaba alguna reacción.
POCHE: Estás preciosa ─aseguré, siendo lo único que mis labios pudieron pronunciar.
DANIELA: Parece que la doctora tiene buen gusto. Es cómodo, bonito y además acertaste con la talla.

POCHE: Nada de doctora a partir de ahora.
DANIELA: Tienes razón... ─sonrió ─Gracias...POCHE.
Con una simple sonrisa, agarré su mano y nos dirigimos hacia el coche. Abrí su puerta y le indiqué que entrara, dirigiéndome a continuación hacia la mía. Me senté en mi asiento, encendí el motor del coche y la miré una vez más. Ella me sonrió, haciéndome interpretar que estaba preparada. Aún no sé exactamente para qué, pero ambas estamos preparadas para lo que el destino tenga planeado, desde el momento en el que nos adentremos más allá de ese cartel de bienvenida. Correspondí la sonrisa y sin dudarlo un momento más, emprendí la marcha, dejando que el coche avanzara. Recorrimos unos kilómetros más de carretera, hasta que empezamos a observar numerosas casas a nuestro alrededor, comercios, personas andando, parques, y en definitiva, civilización. Ya estamos definitivamente adentradas en el pueblo. Hoy, parece que está todo más vivo que nunca. Los habitantes caminan de un lado para otro, las calles están adornadas con luces, banderas y muchos colores.
DANIELA: ¿A qué se debe tanto alboroto? ─Preguntó mientras avanzábamos despacio por las calles.
POCHE: El pueblo celebra sus fiestas anuales ─Informé ─Están preparando todo para el resto del día. Los vecinos suelen reunirse en las calles, hay fuegos artificiales, música, comida, bebida, cada uno aporta algo. Desde que amanece, salen de sus casas y no vuelven hasta bien entrada la noche. Es realmente mágico, porque aunque no pertenezcas a la comunidad, el pueblo te acoge como un habitante más.
DANIELA: ¿Por eso me trajiste aquí? ¿Es donde tú vives?
POCHE: No. He pasado aquí la mayor parte de mi infancia. Pero mi familia vive en otro lugar. Pensaba traerte igualmente en cualquier otro momento, pero tuvimos la suerte de que dicho momento, coincidiera con las fiestas. Esta noche vendremos a ver los fuegos artificiales, son realmente impresionantes.
DANIELA: Parece todo muy bonito ─Comentó observando a nuestro alrededor.
POCHE: Pues te aseguro que no has visto nada aún.
Observando de reojo la intriga en su mirada, sonreí mientras continuaba conduciendo. 

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora