CAPITULO 107

3.1K 161 0
                                    

Simplemente negué con la cabeza, tratando de volver a mi labor y evitar el tema, pero ella parecía no querer finalizarlo.
DANIELA: ¿Y qué es lo que debe tener esa mujer perfecta para enamorarte?
POCHE:Eso es imposible de averiguar, pero te aseguro que la perfección no está en lo que busco.
De pronto, sentí sus manos posarse sobre las mías, deteniendo el movimiento continuado que había estado haciendo el cuchillo para cortar el tomate. Observé confundida ese gesto, dándome unos segundos de tregua antes de enfrentar su mirada, que me esperaba más cerca de lo que pensaba... atenta, expectante.
DANIELA: ¿Y qué es "eso" que buscas?
POCHE: Sólo alguien que no me dé la oportunidad de elegir cuánto soy capaz de ofrecerle. ─expliqué mirándola fijamente ─Creo que el amor es una corriente imparable, que cuando llega, se vuelve incontrolable. Siempre he tenido en mis manos la posibilidad de medir cuánto y hasta qué punto de mí, le doy a otra persona. Pero cuando esté enamorada, sé que no podré evitar darle todo y entregarme sin medida. No sé bien cómo explicártelo, porque puede estar pareciendo que necesito sentirme dependiente de alguien para aceptar que estoy enamorada. No es eso. La dependencia emocional está muy lejos de lo que quiero. Sólo... sé que es algo incontrolable, que cuando quiera darme cuenta, me tendrá hasta el cuello. Y quizás sea loco, arriesgado, o incluso idealista, pero eso es lo que creo. Así veo el amor.
Intenté evitar sus ojos por tercera vez. Pero justo en el momento en el que aparté la vista, volvió a hablar.
DANIELA: Eso es lo que esperas sentir tú. Pero, ¿qué esperas de la otra persona?
POCHE: Simplemente que tampoco pueda elegir. Que cuando me mire a los ojos, esa corriente nos arrastre y nada más importe, mientras estemos juntas.
Durante unos instantes, nuestras miradas permanecieron observándose fijamente, en completo silencio. Aún podía sentir la calidez de sus manos sobre las mías. Y esa profunda necesidad que tengo de abrazarla todo el tiempo, aumenta a cada segundo. Aunque también es cierto, que en momentos como este, ese tiempo ya antes mencionado, ni siquiera tiene sentido alguno.

DANIELA: La encontrarás... ─aseguró sin más. Apartando seguidamente su mirada y sus manos de mí. Tardé un instante en reaccionar.
POCHE: ¿Por qué estás tan segura?
DANIELA: Porque lo mereces.
Su repentina reacción y seriedad, me confundieron. En ocasiones, o más bien, siempre, daría lo que fuera por saber qué pasa por la mente de esta chica, que tan indescifrable me resulta a veces. Sin embargo, sentí que había llegado el momento de finalizar el tema y no hacerme preguntas.
POCHE: La comida está lista ─informé sonriendo. ─
¿Puedes llevar la ensalada?
Le ofrecí el recipiente mientras yo buscaba algunos manteles y servilletas en el interior de unos cajones. 

DANIELA: ¿A dónde?
POCHE: Ahora lo verás. ─Le guiñé un ojo con misterio, dirigiéndome hacia el exterior de la casa con la intención de que me siguiera. Una vez en la pasarela de madera, comencé a extender un mantel en el suelo, dejando sobre él las servilletas, los platos y los vasos que con cuidado conseguí transportar. Cuando alcé la vista, DANIELA se encontraba a unos metros, observando asombrada el picknic improvisado, con la fuente de ensalada entre sus manos.
POCHE: Puedes ponerla por aquí y acomodarte en lo que voy a buscar algo para beber. ─Indiqué señalando el lugar ─¿Quieres algo en especial?
DANIELA: Lo que tú tomes está bien.
Con una sonrisa, acudí de nuevo a la cocina, donde un zumo de frutas me pareció la mejor opción para acompañar el almuerzo. Minutos después, salí de nuevo al exterior, deteniéndome súbitamente con la imagen que encontré frente a mí. Sin poder evitar que una sonrisa profunda, se exteriorizara a través de mis labios. DANIELA ya se había acomodado sobre el mantel. Observa hacia el horizonte del lago, mientras acaricia a RAMON, que había conseguido un pequeño hueco en el que acostarse cómodamente a su lado. En el fondo, no quiero interrumpir la escena. Pero si me quedo así durante mucho tiempo, cuando note mi ausencia y me vea, voy a parecer una completa imbécil.
POCHE: ¿Te gustan los animales?
DANIELA: Los adoro ─respondió observando cómo me sentaba frente a ella ─Y RAMON se ve un perro muy especial.
POCHE: Lo es. ─le sonreí ─Y tú también debes parecerle especial a él.
DANIELA: Se comporta como si me conociera.
POCHE: De hecho te conoce. ─me miró confundida, creándosele esa pequeña y adorable arruga de su frente, que se le forma cuando no entiende algo. ─Le he hablado tanto de ti, que seguramente te conozca casi tanto como yo. ─le guiñé un ojo con complicidad y continué hablando antes de darle tiempo siquiera a responder ─Pero oye, será mejor que empecemos a comer antes de que se enfríe.
DANIELA: POCHE... es una ensalada

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora