CAPITULO 73

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· JUANA: Pero no te gusta ninguno. O sea que vas a olvidar tu bisexualidad por esta noche y serás completamente lesbiana.
PAULA: ¡A sus órdenes!
JUANA: ¿Saben que les digo? Que ustedes son unas aburridas. Voy a hablar con ellos.
Y así, sin decir absolutamente nada más, JUANA se encaminó hacia esos hombres, dispuesta a hacer quien sabe qué. Precisamente a eso me refiero cuando comparo su madurez y la de PAULA .
POCHE: No tiene remedio ─Dije viéndola marchar.
PAULA: Y tú tampoco.
Giré el rostro hacia mi amiga y al ver su mirada acusatoria no pude hacer más que alzar una ceja.
POCHE : ¿Y yo qué hice?
PAULA: Pasarte toda la santísima noche en tu mundo, pensando y sin ser capaz de llevar a cabo lo que pretendíamos al salir hoy; distraerte.
POCHE: Me estoy distrayendo. Me lo estoy pasando bien, pero yo soy así, me ausento por momentos, ya me conoces.
Ella simplemente rodó los ojos, aparentemente desesperada por algo y bajo mi atenta y confundida mirada, rebuscó en el interior de su bolso.
PAULA: ¿Por qué no la llamas? ─Preguntó ofreciéndome su teléfono y dejándome aún más confundida.
POCHE: ¿Qué llame a quién?
PAULA: Ya sabes a quien, POCHE. El teléfono del hospital está grabado en la memoria. Llama y pide que te comuniquen con su habitación. POCHE: PAU, ¿te sentó mal el tequila? Por supuesto que no voy a hacer eso. ¿Por qué tendría que hacerlo?
PAULA: Porque te resulta imposible dejar de preguntarte como está, que estará haciendo, si se encontrará bien o si necesita algo. Porque no eres capaz de permanecer aquí más de diez minutos sin pensar en ella y porque necesitas aunque sea, escuchar su voz y asegurarte de que todo va bien.
Fruncí el ceño, observando fijamente ese teléfono móvil. En ocasiones, la capacidad que tenía PAULA de leerme la mente, llegaba a asustarme.
POCHE: ¿Y si está durmiendo?
PAULA: No lo está. Aún son las 10 y ella suele ser la última en dormir.
POCHE:¿Y tú como sabes eso? ─Pregunté frunciendo el ceño aún más si era posible.
PAULA: Porque me paso ahí prácticamente toda mi vida, POCHE. Y aunque no lo creas, tengo constancia de todo lo que ocurre y no ocurre. POCHE: Pe... pero, PAU ¿Qué demonios voy a decirle? "Eh...Hola, ¿Cómo estás? Yo aquí, con unas amigas en un bar. Y mientras ellas se divierten, yo no dejo de pensar en ti." PAULA: Por ejemplo.
POCHE: Estás loca.
Mientras yo negaba una y otra vez con la cabeza, completamente en contra de esa opción e intentando convencerme más a mí misma que a ella. Mi jefa y amiga, agarró mi mano y depositó en ella su propio teléfono, consiguiendo que detuviera los movimientos de mi cabeza y observara dicho gesto. Alcé la vista hacia sus ojos y con una sonrisa, que sinceramente no sé a qué se debía, hizo un gesto con su cabeza hacia la salida del local. Algo se desconectó entonces en mi interior. Y tras un suspiro de relajación, me levanté del asiento y comencé a escabullirme entre la multitud, hasta que minutos más tarde, me encontraba a las afueras del bar, con el teléfono de PAULA en la mano y mi corazón latiendo a toda velocidad, como si nunca hubiera hecho una llamada telefónica.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora