CAPITULO 84

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· POCHE: Para nada. ─sonreí ─Pero cuando escribo, me introduzco en mi propio mundo y es difícil sacarme de él.
DANIELA: Acabo de darme cuenta. Porque llevo minutos observándote y no has levantado la vista de ese papel ni un segundo. ¿Te afloró la inspiración?
POCHE: Algo así. Hay que aprovechar esos momentos en los que las palabras fluyen.
DANIELA: ¿Estás escribiendo una canción?
POCHE: Bueno... No sé si terminará siendo una canción o un bonito papel en el fondo de una papelera. Porque está desordenada y hay que ver si la melodía encaja. Así que, digamos que estoy escribiendo lo que me viene a la mente, ya después se verá en qué termina.
DANIELA: ¿Puedo leerlo? O... ¿Es privado?
POCHE: Claro. ─acepté ofreciéndole el cuaderno ─Ten. Pero no seas muy exigente, aún no está definida y las letras de canciones no son mi fuerte.
Aceptó el cuaderno y sin decirme nada más, empezó a leer en voz alta.
DANIELA📝:{Míralo, es eso lo que ves, Acéptalo, puedes ser quien tú quieras ser. No tengas miedo, yo estoy aquí. Respira, agarra mi mano, estoy de tu lado. Abre tus alas y comienza a volar. No hay nada que te impida avanzar. La vida es una ruleta, no dejes que esta te venza. Lucha hasta el final. Allí vamos a llegar Déjame demostrarte, que nunca es tarde para soñar. Busca en cada amanecer, la ilusión de tu corazón. Siente en tu interior, que todo sucede por alguna razón. Abrázame, no te dejaré caer. Escúchame, solo en tus ojos encontrarás la fe. Mírame, si te sientes perdida. Te mostraré el camino, curaré tus heridas. Te abrazaré cuando la tormenta golpee a tu puerta. Y te seguiré abrazando, cuando sientas que la lucha sigue siendo en vano.} Al finalizar de leer, alzó rápidamente su vista para encontrarme y permaneció en silencio unos instantes que me hubieran resultado eternos, de no ser porque en sus ojos, el tiempo perdía todo el sentido.
DANIELA: Tienes mucha sensibilidad.
POCHE: Mi abuela solía decir exactamente eso ─sonreí con timidez.
DANIELA: Pues le doy la razón a tu abuela. La persona por la que sientas eso... ─suspiró pareciendo querer ganar tiempo para pensar ─sin duda, es muy afortunada. Yo simplemente la observé. Ni siquiera supe qué más decir. Fue ella misma la que me inspiró para escribir esa letra, independientemente del sentido que se le dé a la misma. Es ella la que me hace sentir ganas de protegerla, de cuidarla y de abrazarla, más allá de mil tormentas.
DANIELA: ¿Podré escucharla algún día? ¿Me la cantarás?
POCHE: En cuanto esté acabada... te lo prometo. ─Sonrió, esta vez, sin que yo lo hiciera primero. Lo hizo simplemente porque así lo sintió. Y eso me obligó a ir un poco más allá.
Y vas a ser la primera persona que me escuche cantar algo que yo misma escribí.
DANIELA: ¿Nunca has cantado delante de nadie? POCHE: Algo escrito por mí, no. De hecho, mi abuela es la única persona que ha leído las cosas que alguna vez he escrito. Bueno, mi abuela y ahora tú.
Dicha confesión pareció sorprenderle.
DANIELA: ¿Por qué?
POCHE: No lo sé. Supongo que cualquier persona que se exprese mediante la escritura, está exponiendo gran parte de sí misma en esas letras. Y a mí, en lo personal, no me gusta sentirme expuesta. A no ser que...Bueno...que esa persona me inspire la seguridad necesaria, para poner mi corazón en sus manos, por muy cursi que pueda llegar a sonar.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora