CAPITULO 140

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DANIELA: ¿Así que, me vas a leer un cuento como si fuera un bebé?
POCHE: Como lo que eres ─confirmé.
Abrió enormemente sus ojos, sorprendida y fingidamente indignada, provocándome una risa instantánea. Negando ligeramente con la cabeza, me senté en la misma silla donde estuve minutos antes, junto a su cama. Abrí el libro y comencé a pasar páginas hasta que llegué al supuesto comienzo. Entonces carraspeé para aclararme la garganta y:
POCHE: "Di la verdad, di la verdad, di la verdad ─comencé a leer. ─Sheryl Louise Moller." Me pareció un poco extraña la forma en la que comenzaba este libro, así que la miré con el ceño fruncido y la encontré sonriendo. Me encogí de hombros y sin decir más, continué. ─
"La acepto al intentar resolver transacciones inmobiliarias en Bali, tal se describe en este libro." ─parecía ser una introducción ─"Introducción 0. Como funciona este libro 0. El abalorio..." No estoy entendiendo nada ─dije confundida ─
como todo el libro sea así... DANIELA: POCHE... ─interrumpió mi concentración, captando al instante mi mirada ─
¿Podría abrazarte?
Está de más reconocer, que la pregunta, no solo me cogió desprevenida, sino que produjo tanta emoción en mi cuerpo, que las manos me temblaron consiguiendo que hasta el libro perdiera estabilidad en ellas. Me levanté de la silla, dispuesta a inclinarme sobre su cuerpo para abrazarla, cuando comenzó a rodarse en la cama, dejando un espacio libre en ella y mirándome fijamente. Entonces, entendí lo que quería, y aunque no estuviera segura de que fuera demasiado correcto, su mirada suplicante, consiguió que apartara las sábanas y me sentara cuidadosamente a su lado. Con mucha precaución para no desconectar las vías, ni hacerle daño. Una vez acomodada, volví a dejar que nuestras miradas se encontraran, y para este momento, el temblor de mis manos, se había extendido por todo el cuerpo. Sonrió, a modo de agradecimiento y sin decir ni una sola palabra, dirigió mi brazo para que pasara por su espalda, y refugió su cuerpo junto al mío, apoyando su cabeza entre mi hombro y mi cuello, dejándome sentir ahí su pausada respiración y oler el aroma de su cabello. Su mano quedó apoyada en mi estómago y noté al instante como se aferraba con fuerza a mi ropa. Estoy segura de que podía escuchar perfectamente el latido de mi corazón acelerado. Pero no dijo absolutamente nada. Y yo... me limité a abrazar fuertemente su cuerpo con mi brazo libre, refugiándola más en mí, mientras con la otra mano, volví a abrir el libro.
DANIELA: ¿Pasarás aquí la noche? ─susurró, consiguiendo erizar cada centímetro de mi piel, al volver a sentir su aliento en mi cuello.
POCHE: No me moveré de tu lado ─sentencié.
Y esta vez sí, continué la lectura, dejando que poco a poco, se fuera sumiendo en un profundo sueño. Durante el cual, nada malo le sucedería, pues yo estoy aquí, a su lado, para cuidarla. Para siempre.
Un terrible espasmo sacudió mi cuerpo, haciéndome despertar bruscamente y aferrarme a lo que quiera que tuviera debajo. Por un momento no fui capaz de recordar dónde estaba y tampoco el motivo por el cuál desperté así de sobresaltada. Sólo siento mi corazón latir a toda velocidad dentro de mi pecho y mi respiración agitada.

Poco a poco, voy situándome en el tiempo y el espacio. Siento el cuerpo de DANIELA bajo el mío y recuerdo que estoy en el hospital, en su cama. No sé en qué momento me quedé dormida, ni cómo llegamos a esta posición, pero la sensación de calor que me provoca su abrazo, la tranquilidad de escuchar los latidos de su corazón en mi oído, van devolviéndome la calma y seguridad que sólo siento cuando duerme a mi lado. Alzo un poco la cabeza y me sorprendo al encontrarla con los ojos abiertos, observándome atentamente. Debo estar expresando la peor cara de pánico de la historia, porque su rostro parece preocupado mientras lleva una de sus manos a mi mejilla.
DANIELA: Una pesadilla ─informó acariciándome con ternura el rostro ─Sólo estabas teniendo una pesadilla.
POCHE: ¿Te desperté?
DANIELA: Tranquila. Llevo un rato sin pegar ojo.
En ese momento, me di cuenta de que su otra mano estaba por detrás de mi cabeza, acariciándome suavemente el cabello. Y yo debo llevar horas durmiendo sobre su pecho. La verdad es que no lo recuerdo.
POCHE: ¿Y por qué no duermes? ─le pregunté.
DANIELA: Me gusta acariciarte. Estaba disfrutando de la calma que me produce tenerte durmiendo en mi pecho. Y creía que tú también estabas en calma, durmiendo plácidamente. Pero te despertó una pesadilla.
Noté claramente la culpabilidad en su tono de voz.
POCHE: Ha sido un día muy largo y pesado. Aunque traté de tranquilizarla, en su rostro seguía habiendo preocupación y culpabilidad. Me gustaría hacerle entender que ella no es culpable de mis miedos, ni de mis pesadillas, aunque sea la protagonista de ellos. Sólo que, realmente ha sido un día horrible, llevo dos semanas casi sin dormir y mi cerebro continúa a mil por hora. Seguramente haya sido por eso, que tampoco pude dormir tranquila esta noche. No por ella. Al contrario, despertar y sentirme en su abrazo, es toda la calma que necesito y que me gustaría sentir el resto de mi vida. Levantar la mirada y encontrarme con sus OJOS CAFES, sentir el latido de su corazón golpeando mi oído, estar envuelta en su calor durante toda la noche. Cada noche, de toda mi vida. Eso es todo lo que necesito.

DANIELA: Entonces intenta dormir de nuevo ─sugirió ─Estoy aquí.
Volvió a llevar su mano libre mi mejilla y me acarició con dulzura, tratando de aportarme con su gesto y su mirada, toda la tranquilidad para que pudiera descansar sin preocupaciones. Lo consigue. Absolutamente. Me basta mirarla a los ojos, para que cualquier temor desaparezca y en mi interior solo haya paz. Recuesto la cabeza en su pecho, cierro los ojos y me concentro en el sonido de su corazón, pausado, tranquilo. Imagino que debe tener las pulsaciones a 60 por minuto, porque bombea una vez cada segundo aproximadamente. Me encanta escucharlo. En este momento podría asegurar, que es mi sonido favorito. Involuntariamente, trato de amoldar mi respiración a su ritmo, pero descubro que es inútil. Me marearía si sigo inhalando tan rápido. Sonrío estúpidamente. No puedo creer que esté analizando sus latidos. Debería estar ya en el quinto sueño. Sus caricias en mi pelo, me transportan a un estado de calma absoluta. Pero lo que está claro, es que el sueño parece haberse esfumado.
POCHE: ¿Sigues despierta? ─pregunto en un susurro, con miedo de despertarla.
DANIELA: No. Tengo un robot automático acariciándote el pelo mientras yo duermo.

Alzo la vista con el ceño fruncido y encontrarme con su sonrisa de frente, hace que olvide cualquier protesta que estuviera a punto de realizar.
POCHE: No puedo dormir. ─acepté con resignación, volviendo a recostar la cabeza en su pecho.
DANIELA: ¿Estás intranquila?
Suspiré, disfrutando de sus caricias un momento más.
POCHE: No creo que nunca en mi vida, haya estado tan cómoda y relajada.
DANIELA: Entonces debió desvelarte la pesadilla.
POCHE: Tal vez. O tal vez ya haya dormido demasiado.
DANIELA: Tu cara no dice lo mismo ─espetó, consiguiendo que volviera a alzar la cabeza. Pero antes de que pudiera quejarme, volvió a hablar ─
¿Quieres ver la tele?
Por primera vez desde que llegué, caí en la cuenta de que hay un televisor en la habitación. Ni siquiera me había percatado. Me encogí de hombros, no resultándome mala la idea, de que pusiéramos un rato la tele. Aunque por experiencia suponía, que a estas horas no debe haber nada interesante. Sin embargo, traté de incorporarme para alcanzar el control, que se encontraba sobre la mesilla, cuando sentí un agudo dolor por todo mi cuerpo, como si me estuviera rompiendo en pedazo. Mi expresión debió ser demasiado obvia.
DANIELA: Tu cuerpo tampoco dice que hayas dormido suficiente ─añadió con una sonrisa, estirando su brazo para alcanzar el control ella misma. POCHE: Siento como si me hubiera pisoteado un equipo de rugby.
Es cierto. Todos los huesos me dolían, como si me hubieran pegado una paliza o un camión me hubiera utilizado como pista de derrape. No me había dado cuenta hasta ahora. Quizás porque no ha sido hasta ahora, que mi cuerpo ha podido relajarse, para percatarse de todos esos dolores. Enciende el televisor y comienza a cambiar canales. Teletienda, videos musicales, más teletienda, tarot, y... DANIELA: Me encanta esta serie ─informó. Yo suspiré al ver que había decidido detenerse ahí. ─Odio este capítulo.
POCHE: ¿Por qué?
Volví la mirada hacia ella y la confusión en su rostro, me indicó que definitivamente, no lo había visto. No tiene gracia si te lo cuento.
DANIELA: ¿Te gusta la serie? ─preguntó, pareciendo sorprendida de que en este momento tuviera más información que ella. POCHE: Es una de mis favoritas. Por eso odio este capítulo.
DANIELA: ¿Quieres que busque otra cosa?
POCHE: No, no. ─negué, volviendo a recostarme ─Vamos a cortarnos las venas en esta bonita noche de invierno. DANIELA: Que poética. ─se rio, subiendo el volumen del televisor.
Esta vez, decidí recostarme un poco más a su altura, apoyando mi cabeza entre su hombro y su cuello. Rodeé con mi brazo su abdomen, sentí sus dedos volver a enredarse con caricias en mi pelo, el olor de su cuello impregnarme por completo, y así permanecimos durante minutos; disfrutando de la calma que se siente en un momento tan sencillo, como el de estar viendo tu serie favorita, con tu persona favorita.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora