CAPITULO 76

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PAULA: Pronunciar su nombre, me está absolutamente prohibido en este lugar.
JUANA: ¡Oh no! ─Exclamó al tiempo que abría enormemente sus ojos y su boca ─
Una...una ─Observó a PAULA incrédula y esta simplemente se encogió de hombros
JUANA: ¡¿Estás liada con una paciente?! POCHE: ¡¡Shh!! ─me apresuré a callarla ─
¿Te importaría bajar la voz? ¡No estoy liada con nadie!
JUANA: ¡No te creo nada! Ya me estaba resultando extraño que llevaras toda la noche en la Luna, como para que encima, en cuanto me descuido, te vas a hacer una misteriosa llamada telefónica, tras la cual, llegas con una sonrisa de estúpida que no te la crees ni tú. POCHE: PAULA ¿Te importaría aclarar esto?
PAULA: ¿Qué cosa? ─pregunta ella como si no tuviera nada que ver con el tema.
POCHE: Dile a esta loca antes de que empiece a hiperventilar, que no estoy liada con una paciente, ni con nadie.
PAULA: No está liada con una paciente, ni con nadie.
POCHE: Gracias... ─dije irónicamente por la poca convicción de su comentario. ─
¿Saben qué? Ustedes dos juntas, me estresan.
JUANA: ¿Pues tú sabes qué? Sigo pensando que algo ocultas. Se te ve en la mirada, amiga.
Tras decir eso, JUANA dio un pequeño golpe en mi hombro y comenzó a caminar tras de mí.
POCHE: ¿Se puede saber a dónde vas ahora?
JUANA: Al servicio. Mi vejiga urinaria está a punto de estallar.
POCHE: No me hacían falta los detalles, pero gracias.
Negué ligeramente con la cabeza, mientras la veía marchar sin haber agregado nada más. JUANA podía ser la persona más intensa del mundo en un segundo, y al minuto siguiente, haber cambiado de tema como si fuera algo completamente normal. No podía evitar sonreír, porque me parecía que estaba realmente loca. Aunque también pienso, que eso es parte de su encanto, como mujer y como amiga. Pero lo cierto es que, desde hace unos minutos, me estaba resultando bastante difícil no sonreír por cualquier cosa. Aunque ese pensamiento se esfumó en cuanto volteé y la imagen de PAULA me hizo recordar todo lo que acababa de suceder. Por lo que inevitablemente, fruncí el ceño al observarla.
PAULA: No me mires así que soy tu jefa. POCHE: Bonita jefa estás hecha ─Respondí con ironía ─
Saltándote una de las primeras normas que tú misma me impusiste.
PAULA: Perdone, Doctora GARZON , pero en ningún momento pronuncié el nombre de la susodicha. Y no soy yo, la que está completamente loca por una paciente.
POCHE: Yo no estoy loca por nadie. ─espeté.
PAULA: Está bien ─aceptó levantándose de su asiento y pasando a continuación, su brazo por mi hombro mientras yo continuaba observándola aparentemente ofendida. ─
Vamos a comprobarlo.
POCHE: ¿Y ahora que se te ocurrió?
PAULA: Quiero que busques entre todas las personas de este local, a una mujer. Solamente una ─Recalcó ─Que te parezca más bonita que DANIELA.
La miré confundida, dándole a entender que no le veía demasiado sentido a su repentino juego.
Una... ─repitió señalando a la multitud.
Así que, con un suspiro, deseando que esto terminara lo antes posible, no me quedó más remedio que acceder a dicha tontería y comenzar a observar detenidamente cada una de las mujeres que había en este bar. Había chicas de todos los estilos, altas, bajas, rellenas, delgadas, rubias, morenas, etc. Todas sumidas en sus conversaciones y en su mundo, sin imaginarse siquiera, que yo las tenía que analizar. Descubrí, a unos pocos metros de nosotras, a una mujer que charlaba animadamente con su grupo de amigas. Era de estatura media, no mucho más alta que yo, cabello oscuro, prácticamente negro, ojos claros. Desde esta distancia, puedo apreciar que son CAFES CLAROS y los lleva maquillados de una forma en que los hace parecer rasgados, como si de una mirada felina se tratase. Era bonita, sin duda. Pero desde luego, su mirada salvaje, no tenía ni punto de comparación, con el verde que invadía los ojos de DANIELA. Que lejos de salvaje, no importaba si estaba enfadada, triste o rabiosa, la dulzura era su principal característica. Y mis ganas de protegerla cuando me mira, son prácticamente inaguantables.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora