CAPITULO 113

3.2K 180 1
                                    

· Confundida, volteé hacia DANIELA, encontrándola con un cubo vacío entre sus manos y una gran sonrisa plasmada sobre su rostro.
POCHE: Así que, ¿te volviste en contra de tu salvadora?
DANIELA: Igualdad de condiciones. ─aclaró, enseñándome la lengua. Sin decir una palabra más, comencé a perseguirla mientras huía entre carcajadas a través de la multitud, tratando de escapar. Corrimos por toda la plaza y prácticamente por todo el pueblo, tratando de esquivar las lluvias de agua, que sin lástima alguna, caían sobre nosotras. Así que, sin darnos cuenta, nuestra lucha se convirtió en una unión, mediante la cual nos defendíamos y atacábamos a nuestros adversarios. Transcurrió así el resto de la noche; entre risas, música, carreras, bailes. Me sorprendía realmente su aguante, cualquier otra persona con su condición física, estaría arrastrándose desde hace rato. Tampoco es que no haya tenido cuidado durante las últimas horas, he estado muy pendiente de eso y cuando la veía cansada, sugería que nos detuviéramos un momento hasta recuperar fuerzas. Pero aun así, yo estoy agotada y no deja de sorprenderme que siga en pie. Creo que ha estado tan bien esta noche, que por primera vez, ha luchado contra cualquier cosa que le pudiera impedir estarlo. Cuando sentimos que ya no podíamos más, llegamos exhaustas hasta el lugar donde habíamos estacionado el coche unas horas antes.
DANIELA: Ni siquiera puedo respirar ─comentó riendo, mientras apoyaba su cuerpo en el coche.
POCHE: Creo que nunca había corrido tanto como esta noche.
DANIELA: ¿Viste la cara del señor cuando quedó completamente empapado? No tienes consideración con la tercera edad.
POCHE: ¿Yo? ─pregunté ofendida, riendo ─A ver quién es la que lanzaba agua a todo el mundo y se echaba a correr como una niña traviesa, dejándome en la obligación de cubrirle las espaldas.
DANIELA: Jamás en mi vida me había reído tanto. Te lo aseguro.
La miré sin decir nada, simplemente sonriendo, mientras dejaba que el oxígeno volviera a transitar con normalidad hacia mis pulmones. Me gustaría poder hacerle entender a través de esta sonrisa, lo feliz que me hace esa confesión, esa realidad

POCHE: ¿Volvemos? ─le pregunté ─¿O quieres más fiesta?
Ella, miro al cielo y dejó escapar un suspiro repleto de aire, de cansancio y también...de algo más. Volvió a mirarme y sonrió, exhausta. DANIELA: Creo que por esta noche, es suficiente. Asentí de acuerdo y correspondí a su sonrisa. Seguidamente, me incorporé, dirigiéndome hacia la puerta del copiloto para facilitarle la entrada. En cuanto la abrí, se sentó en su asiento y yo me dirigí hacia el mío, encendiendo rápidamente el motor.
DANIELA: Espera... ─me detuvo, consiguiendo que la mirara y la descubriera sorprendida, tratando de ocultar una risa algo "tonta", pero graciosa ─
¿Vas a conducir borracha?
POCHE: Solo nos hemos bebido una cerveza. ─respondí alzando una de mis cejas, divertida No estamos borrachas.
Esa confesión, pareció sorprenderle mucho porque frunció el ceño, no demasiado convencida con lo que le había dicho.

DANIELA: Entonces, ¿por qué me siento así?

POCHE: ¿Así cómo?
DANIELA: ¡Como... eufórica! ─exclamó abriendo enormemente sus ojos ─¡Con ganas de bailar, saltar, correr sin parar, reírme de todo! ¡Con ganas de no parar!
Esbocé una pequeña sonrisa mientras la miraba. Una sonrisa cargada de ternura y satisfacción absoluta.
POCHE: Eso que sientes, cariño. Se llama felicidad.
Su mirada pasó a expresar confusión. Como si no fuera hasta este momento, que había entendido el significado real de esa palabra. Como si nunca se hubiera sentido de tal forma. O al menos, no lo recordaba. Pero no dijo nada. Simplemente me devolvió la sonrisa y asintió ligeramente, volviendo su mirada al frente, sin cuestionarse absolutamente nada más. Así, con esa perfecta imagen en mi retina, pisé el acelerador, tomando el camino que nos llevaría de vuelta a casa. Nos demoramos apenas unos minutos en llegar y abrimos la puerta entre risas que pretendían ser silenciosas para no despertar a RAMON. Aunque en cuanto encendimos la luz de la sala, el cachorro nos esperaba sentado sobre sus patas traseras, con la cabeza ligeramente ladeada, cosa que nos hizo reír aún más y a él le sirvió para acercarse contento y girar a nuestro alrededor, queriendo ser acariciado.
DANIELA: ¿Nos extrañaste? ─le preguntó DANIELA mientras se ponía de cuclillas y permitía que RAMON dejara lametones por su cara. ─
Estoy empapada ─me dijo volviendo a ponerse en pie y abriendo los brazos para que la observara de arriba abajo.
POCHE: Ven, ─agarré su mano y la dirigí hacia el cuarto ─En el estante tienes toallas y un secador de pelo. Será mejor que le quites un poco la humedad, porque si te acuestas así, mañana amanecerás con una pulmonía.
DANIELA: Probablemente ─me sonrió de acuerdo ─
¿Pero qué me pongo para dormir? Dejaste toda mi ropa en el coche.
Abrí el armario y extraje de él una gran camiseta de publicidad, que probablemente pudiera utilizar como vestido debido a su tamaño, y un pantalón corto.
POCHE: ¿Te sirve esto?
Recibió la prendas y se detuvo a observarlas con detenimiento, dándose cuenta de lo que yo misma anticipé.

DANIELA: Es imposible que esta camiseta sea tuya. La puedo utilizar como vestido.
POCHE: Tengo varias así ─sonreí al ver como la colocaba sobre su cuerpo y efectivamente, casi llegaba hasta sus rodillas
POCHE: Las suelo usar para dormir en noches muy calurosas. Son muy cómodas. Pero si quieres busco otra cosa o puedo ir al coche para traer tu ropa. .
DANIELA: No, no. No es necesario ─me ofreció una sonrisa ─
Así está perfecto.
Sin más, se dirigió al cuarto de baño para cambiarse, mientras yo permanecí buscando algo que ponerme para dormir. Encontré un pantalón corto de rayas azules y una pequeña camisa de tirantes a juego. Creo que es el único pijama a juego que me queda. Tengo la extraña manía de utilizar siempre prendas que pertenecen a diferente conjunto. A continuación, extraje del armario una manta, una almohada y volví a la sala para comenzar a preparar una cama improvisada. Quité algunos cojines y estiré la manta como pude.
DANIELA: ¿Qué estás haciendo?
Su inesperada voz desde atrás, me hizo voltear rápidamente dispuesta a responder, pero algo impidió que las palabras salieran de mis labios. Podía esperar cualquier cosa, excepto que con esa apariencia tan sencilla... me fuera a resultar tan hermosa.
El pequeño short, deja a la vista sus cortas pero delineadas piernas. Y la camisa, que pretendía parecer un vestido, ahora se encuentra anudada a un lado de cintura, permitiendo que unos centímetros de su abdomen, queden sin querer a la vista. Además, su cabello continúa algo húmedo y cae sobre sus hombros, demostrando que acababa de ser peinado y desenredado.
DANIELA: POCHE... ─susurró, queriendo hacerme despertar. Dejé de hacerle una radiografía y la miré a los ojos. Estaba sonriendo divertida. POCHE: ¡Oh! sí... ─reaccioné por fin ─Este... Estoy preparando el sofá, para dormir yo en él. Sólo hay una habitación y por lo tanto, una cama.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora