Capítulo uno

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5 de febrero de 2018

Miro por la ventanilla una vez más mientras el autobús me lleva hacia mi destino. Me encanta la ciudad por las mañanas. Las personas en la calle corriendo de un lado a otro con sus cafés en la mano. El ruido de los autos y los choferes presionando el claxon debido al atasco en la avenida principal. Los carteros en sus bicis distribuyendo el diario como cada mañana. Todo es maravilloso.
Amo esta ciudad, y nunca le podré agradecer a Becca lo suficiente por ayudarme a vivir aquí.

Sonrío.

Aún recuerdo cuando la conocí en redes sociales. A pesar de la distancia y de no conocernos personalmente, nos convertimos en mejores amigas. Becca se volvió mi confidente, mi hermana. Cuando le comenté mi situación y mi sueño de vivir en Estados Unidos, no dudó en tenderme la mano. Gracias a ella hoy puedo observar desde la ventanilla la ciudad de New York.

Llego a mi destino y voy por el café de mi jefe: un descafeinado con leche de almendras. Como siempre, la empresa se encuentra casi vacía a esta hora.

— Hola, Amy —me saluda Andrés llegando al ascensor—. ¿Cómo te va?

— Hola, Andrés —correspondo al saludo—. Bien. Hoy hace un día muy bonito.

El chico es muy agradable. Trabaja en la parte de diseño gráfico de la editorial. Fue el primero que se me acercó cuando llegué nueva a la empresa. Muy pronto nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común, al ser ambos latinos. Nos llevamos de maravilla y salimos juntos de vez en cuando.

— Sí, muy bonito —comenta—. ¿Ya tienes el último ejemplar de Johanna Lindsey?

— Solo digital. Estoy esperando a que venga a la ciudad el próximo mes, para llevarme el libro en físico autografiado —contesto.

— Sí que eres su fan —comenta.

— Es muy buena —declaro encogiéndome de hombros.
El timbre del ascensor anuncia la llegada a mi piso.

>> Que tengas un buen día, Andrés —me despido.

— Igual para ti, Amy.

Llego a mi escritorio justo a tiempo para tomar mi agenda y recibir a mi jefe.

— Buenos días, señor Gold —lo saludo ofreciéndole en café y siguiéndole hacia su oficina para repasar la agenda de hoy.

— Amy, ya te he dicho que me llames solo Eloy —señala de forma reprobatoria.

— Y yo le he dicho que por muy buenos amigos que seamos, en el trabajo es el señor Gold —replico.

Niega con la cabeza y a la vez sonríe.

— Bueno, no discutiré contigo otra vez sobre el tema. No quiero que mi mujer me deje durmiendo en el sofá esta noche por cabrear a su mejor amiga —no puedo evitar sonreír. Eloy es muy bromista. Becca tiene mucha suerte—. Bien, ¿qué tenemos para hoy?

— A las diez vendrá Rita Turner, la nueva autora, a firmar el contrato con la editorial. Tiene un almuerzo programado con sus padres y Rebecca. Ya he reservado en el restaurante de su hermana. A las tres de la tarde es la junta con los accionistas y necesita llevar el informe con las propuestas de nuevos autores. Antes de que pregunte, el informe está encima de su mesa esperando por su firma.

— Eficiente como siempre, señorita Roldan. Necesito que bajes a contabilidad a revisar si el presupuesto para el nuevo libro ha sido aprobado. Lo necesito para la reunión con Rita Turner. Revisa los contratos con los antiguos autores y separa los que deben ser renovados. Realiza un informe sobre los manuscritos que leíste y creas que valga la pena… —Eloy continúa enumerando mi orden de día. Cuando creo que ha terminado me giro para salir, pero me detiene—. Hoy me acompañarás a la junta —lo observo confusa.

Seduciendo a mi JefeWhere stories live. Discover now