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- ¿Seguro que estás bien?- Jimin me miró preocupado.

- Sí, tranquilo. Sueña con los ángeles y escríbeme cuando llegues a casa- le acaricié la suave mejilla y entré en casa.

Casa. ¿Casa? La palabra se sentía amarga en su boca, no era su hogar, era un apartamento que le había permitido refugiarse de su familia durante un par de años. Observó el viejo sofá y la puerta a la que llevaba el pasillo, bien, no era solo un refugio, no cuando su omega había pasado allí tardes enteras intentando estudiar o cuando habían tenido su primera vez en la maltrecha cama. Suspiró profundamente.

El lugar era pequeño y tenía sus averías, pero era todo lo que podían permitirse sus padres. No tenía dinero suficiente para el alquiler y debía pagarlo en dos días, ¿a dónde llevaría sus cosas? ¿Cuánto tardaría en quedarse sin suficiente para llevarse comida a la boca? Debía buscarse un trabajo cuanto antes, sus calificaciones por encima de la media no servían de nada si el costo de la universidad era inasequible, incluso si solicitaba una beca como tenía pensado no era lo suficientemente bueno como para que le cubrieran todo.

Debía buscar un trabajo, ¿pero quién le contrataría si su currículo no tenía siquiera su dirección o una cuenta bancaria? ¿Y qué banco tomaría de cliente a un chico en la calle? Dios, era una serpiente que se mordía la cola. No había trabajado durante su época en el instituto por matarse en los estudios y ahora se había ido todo a la mierda, lo único ahorrado era una pequeña pensión por si ocurría una emergencia. No tenía nada.

Su corazón se aceleró junto a su respiración y de sus ojos salieron lágrimas dolorosas, sentía que le faltaba el aire y tomaba bocanadas inútilmente, la garganta se cerraba intentando ahorcarlo, su entorno se difuminó y su cuerpo se debilitó hasta acurrucarse en sí mismo en el suelo de la sala, abrazándose en el frío. Miles de voces le recordaban en su cabeza insultos crueles y vaticinios desoladores, la palabra que más se repetía era débil, débil por haber recaído, se ahogaba. No sabía en qué momento se desmayó.

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La puerta siendo aporreada fue su despertador a la mañana siguiente, limpiándose la cara se dirigió a abrir, la espalda le dolía de la incómoda posición en la que había dormido. Pero de cierta forma, era una sensación familiar.

- Min Yoongi- la casera al otro lado parecía enfadada, quizás frustrada sería una mejor definición- Debes desalojar el apartamento, ya.

- ¿Qué? Pero quedan dos días hasta que-

- Tus padres me han llamado- se cruzó de brazos- Se niegan a pagar este mes, y yo no soy una hermana de la caridad. No te voy a pedir el dinero de este periodo porque según sus propias palabras te han relegado y dudo que puedas hacerlo, no obstante, tienes una hora para empacar todo e irte- Yoongi se sujetó el puente de la nariz intentando no largarse a llorar o a reír.

- Bien- hizo una reverencia- Disculpe las molestias- no iba a caer tan bajo como para desfogarse en una mujer que simplemente estaba haciendo su trabajo.

Se revolvió el cabello azabache intentando no perder la cabeza de nuevo, necesitaba ir a algún lugar barato, maldita sea no podría estar en otra ciudad más cara que Seúl. Sacó la única maleta y guardó su escasa ropa, el portátil heredado de su hermano con la pantalla rota, su preciada libreta, cosas de uso diario... revisó la cartera y contó el dinero, no había mucho. 

¿Cómo le diré esto a Jimin? El pensamiento intrusivo acalambró su estómago. Sabía que no podía ocultarlo, no iba a joder su relación de una forma tan estúpida, sin embargo, no quería mostrarse tan patético. Mierda, ayer casi se derrumba delante de él, maldita sea no iba a permitirse caer en un agujero negro de nuevo. Mojó su cara con agua fría. Había llegado demasiado lejos, estaba vivo, él tenía un sueño y lo iba a cumplir, iba a hacer lo que hiciera falta para lograrlo, esto solo era un bache.

Decidido, salió del departamento llevando su pequeña valija, ignoró los mensajes en su teléfono y comenzó a buscar moteles. El transporte era un gasto innecesario por lo que tendría que caminar unos kilómetros, las ruedas hacían un ruido de traqueteo sobre el asfalto que se llevaba la mirada de curiosos y agregaba gasolina a su irritabilidad.

Durante el camino fue mirando en todos los escaparates posibles carteles que pidieran empleados, tomaría lo que sea, no es como si pudiera aspirar a mucho con un título de educación obligatoria. A su cabeza llegó Jungkook, un chico que en su momento había estado en la misma situación, no obstante, gracias a Seokjin que prácticamente lo había adoptado sus problemas se habían evaporado. Yoongi no podía hacer lo mismo, no era un alfa con suerte.

Ya comenzaba a hacer calor y sus pies dolían, no ayudaba que su ropa fuera negra y sus suelas estuvieran más que desgastadas, pero hey, frente a él estaba la fachada de un motel al que muchos adjuntarían el apodo de "mala muerte", ¿qué importaba si tenía cama, baño y ducha? Al entrar el fuerte humo de cigarrillo le provocó tos, era casi imposible respirar en un ambiente tan denso, se acercó al mostrador y el hombre que atendía le observó sin interés. Sus dientes brillaban por su ausencia, casi no le quedaba cabello negro y tenía tatuajes desde las manos hasta el cuello, podría partirle las piernas si no pagaba a tiempo perfectamente.

- Buenos días- él elevó el mentón en respuesta- ¿A cuánto la noche?- con el índice le señaló un cartel mugriento, el precio era asequible por el momento. Le entregó sus valiosos billetes y recibió a cambio una llave vieja, la puerta número siete segunda planta. Siete, lo más afortunado que le había ocurrido en meses.

Subió las escaleras, el ascensor estaba roto, y entró a su habitación. Ignorando la fuerte discusión de sus vecinos cayó de rodillas en la roñosa mosqueta, no quería ni imaginarse como estaría el baño.

- Bueno- humedeció sus labios- A encontrar trabajo.

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➷ 𝚃𝚘𝚘 𝚢𝚘𝚞𝚗𝚐 𝚝𝚘 𝚗𝚘𝚝 𝚋𝚎 𝚊 𝚍𝚛𝚎𝚊𝚖𝚎𝚛 ➹ [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora