Capítulo II | Grandes lecciones

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ANDREAS


"Una cosa era enseñarle a la reina Gálica Kreuz sobre la guerra y economía, pero otra era muy diferente, a su hermana menor. Dana parecía más interesada en ver el vuelo de las aves en la ventana, que por aprender a leer y a escribir. Cierto que cuando yo tenía su edad, no me interesaba tampoco aprender de los maestros en la Orden de Aihri. Sin embargo, ellos me bofeteaban con el libro en mano perdí muchos dientes de niño por eso."

     —Dana aquí, no te distraigas, lee lo que dice el texto. —Le repitió Andreas mientras golpeteaba con sus dedos sobre las paginas del libro frente a ella. La pequeña princesa hizo una mueca de disgusto giró la cabeza hacia el libro. Aquella biblioteca que Gálica estaba armando, estaba llena de libros que habían sido de su exesposo Enrico y aquellos que había sacado del naufragio de Andreas. Ya llevaban dos estantes de roble llenos con ellos. Aunque pasaría una vida antes de ver toda esa cámara de piedra llena de libros. Dana entonces arrimó la silla acojinada todavía más cerca de la mesa y finalmente se quejó.

     —Es que esto está muy aburrido Andreas. —Respondió amargamente Dana, la niña se acostó sobre la mesa y estiró los brazos hacia enfrente, mientras proliferaba un pequeño bostezo, Andreas le pareció por un momento que Dana tenía más en común con un gato que una niña.

     —Dana, fuiste tú quien dijo que quería aprender y a escribir como Gálica. —Respondió Andreas. El joven instructor entonces se sentó frente a Dana. La pequeña princesa entonces alzó la mirada y miró con sus grandes ojos esmeraldas a Andreas, tenía la misma mirada que Gálica en ellos.

    —No pensé que esto fuera tan aburrido... ¿Qué no hay algo más interesante que aprender?

    —¿Cómo puedo enseñarte otra cosa sin aún no eres capaz de leer y escribir? —Le preguntó Andreas. —Leer y escribir te enseñará a que puedas aprender de todos los escritores sus enseñanzas, de lo contrario tendría que estarte repitiendo una y otra y otra vez las cosas hasta que te las memorizaras.

    —¡No! Eso sería como cuando una mosca te molesta. Tendría interés, si fuese de algo que me gustara Andreas, enséñame sobre la guerra cómo a Gálica. Eso es lo que me interesa, quiero pelear en el campo de batalla, quiero vencer a mis enemigos...—Respondió la joven princesa.

     —Dana, cualquier rey puede ir a la guerra y vencer a sus enemigos en el campo de batalla, pero solo los reyes más fuertes, son capaces de vencer a sus enemigos sin necesidad de derramar una sola gota de sangre. —Respondió Andreas. Inmediatamente Dana levantó la cabeza y se volvió a sentar correctamente, finalmente Andreas había dicho algo que le había llamado la atención.

     —¿Cómo es posible ganar una guerra sin pelear una batalla? Las guerras se ganan con batallas, mi padre me lo dijo y él era un buen rey. —Respondió la niña. Andreas sonrió.

     —Eso es lo que me dicen. —Respondió Andreas. —Décadas atrás, Romalia intentó invadir Esterreich. Los Romalios utilizaban la excusa de una guerra por el alma de los Esterreichii para entrar en la guerra, su intención era imponer la religión de Edum. El rey Reinhard Blauenblud tenía pensado enfrentarse a los Romalios en Weinland, pero al ver el tamaño que el ejército romalio tenía y todos los inventos que ellos utilizaban. A Reinhard se le ocurrió un plan para ganar la guerra sin derramar una sola gota de sangre.

    —¿Cómo? —Preguntó Dana. Los ojos de la niña se abrieron como platos. Intrigada por aquellas palabras, Andreas no sabía si era por su disgusto contra los Romalios o porque en realidad le gustaba la historia.

    —Reinhard le prometió al Santo Padre de Romalia, que su hijo se convertiría a la Fe de Edum, y ya siendo rey su hijo, él se encargaría de evangelizar todo Esterreich. Sin embargo, el rey Reinhard no tenía hijos legítimos, solo un bastardo. Y al convertirlo a la fe de Edum, Romalia compartió sus conocimientos con Esterreich con la esperanza de que en el futuro, el bastardo del rey llegase al trono, cosa que no pasará...

    —Guau, el Rey Reinhard entonces engañó a los Romalios... ¡Que listo!

    —Reinhard se quedó con todos los inventos Romalios, modernizó a Esterreich y no entregó nada a cambio. Eso es a los que hace a los reyes más fuertes Dana, aquellos que aún en las vísperas de la derrota, ellos ganan.

     Sin embargo, la sonrisa se desvaneció rápidamente de los labios de Dana, la niña entonces tomó a Andreas por la manga de su chaqueta y lo miró directamente con sus grandes ojos verdes.

     —Esterreich es a donde Gálica quiere hacer los saqueos... ¿Acaso ella podría vencer al Rey Reinhard?

     —El rey Reinhard ahora es un viejo, se ha pasado los últimos años, encerrado en su palacio en Weisstadt. Gálica es joven, ella tiene buenas posibilidades de ganar...

     —¿Tú irás también Andreas? —Preguntó nuevamente la pequeña Dana.

     —Sí...soy el único que puede aconsejarle a Gálica como moverse en aquellas tierras, llegar por sorpresa no significará la ausencia de enemigos, ellos definitivamente están allá, esperándonos al otro lado del mar. —Respondió Andreas...

     Entonces apareció Gálica, quien estaba recargada en el marco de la puerta mientras observaba a Dana tomar sus clases. —No te preocupes Dana, no le pasará nada a Andreas, yo lo protegeré. —Dijo Gálica sonriendo. Las dos hermanas Kreuz intercambiaron una mirada. —Dana, continúa estudiando por tu cuenta, necesito hablar con Andreas.

    —Está bien...pero no tardes mucho. —Dijo la pequeña princesa y volvió a sumergir su cabeza en los pergaminos donde se leía el alfabeto, Gálica y Andreas dejaron el salón de estudios y mientras caminaban por los corredores de piedra, con las armaduras como testigos y las pieles de animales como ornamentos en las paredes, la reina comenzó a hablar.

    —Dana te ha tomado mucho cariño. —Dijo Gálica con la frente, nariz y barbilla apuntando siempre hacia el frente, aunque mirando a Andreas de reojo quien suspiraba de cansancio.

    —Yo creo que ella preferiría estar afuera jugando en la nieve antes de que seguir aprendiendo a leer y escribir. —Dijo Andreas.

    —Difícilmente ella se interesa lo suficiente por alguien, es un afecto genuino Andreas...Tú tienes ese efecto en las personas. En fin, las nieves finalmente están bajando, en unas semanas el hielo que cubre los ríos se habrá derretido lo suficiente, para que la condesa Pennfrost pueda traer la flota de barcos de Schneestrande hacia aquí. —Dijo Gálica. —¿Entonces crees que es posible Andreas? ¿Crees que es posible cruzar el mar de Jurgamungander sin muchos problemas? Después de todo, la flota en la que venías encalló.

     —Esa vez fuimos sorprendidos por un tifón, Pero usualmente no hay tifones durante la primavera, los comerciantes Esterrechii han navegado esas aguas hacia la salida del mar del norte. —Dijo Andreas. —Si ellos lo han hecho con relativa seguridad, no veo porqué nosotros no.

    —¿Por qué no comerciaron con nosotros, aquellos comerciantes? sin duda me hubiese gustado recibirlos. —Le preguntó Gálica.

    —Había ciertas historias sobre los Stahlander y lo que hacían con los desconocidos. —Respondió Andreas.

    —Sí, me imagino muy bien el tipo de historias que han de haber escuchado. —Dijo Gálica. —¿Y tú las sigues creyendo Andreas? ¿Crees que Stahland son todas esas historias de miedo?

    —No...no lo creo. —Dijo Andreas.

    —Pillaremos algunas aldeas y pequeñas ciudades de ser necesario, pero nada más. Algo cerca de la costa de donde podamos escapar si las cosas se ponen difíciles. —Dijo Gálica. —Aunque debo confesar, que la ciudad blanca. Weisstadt; aquella que me describiste, sigue ensalzando mis sueños. Quiero ir Andreas, quiero ver las calles de blanco, quiero ver el palacio y el trono de oro.

    —Por supuesto Gálica. —Dijo Andreas. —Si somos cuidadosos y sabemos movernos por allá, te prometo que verás Weisstadt.

    Gálica sonrió, genuinamente.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz