Capítulo XIX || La ira de los Norse

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RHEINE


Cubiertos por el velo de la noche se movilizaron seis barcolongos, con cabezas talladas de serpientes en las proas y velas con una imagen de una ballena asesina, los cuales surcaron las heladas aguas hacia la playa.

     Entonces descendieron los saqueadores con escudos de roble en una mano, el hacha, la espada o la lanza en la otra mano. La furia de los Norse había caído en Nordenfeld.

     Primero llegaron a la aldea minera de Geldstein y no dudaron en comenzar a saquearla. Matando a sus ocupantes, o reduciéndolos a viles esclavos. Las columnas de humo de las casas en llamas fluían hacia el cielo nocturno; oscureciendo la luna tras su opaco velo. Los sobrevivientes que escaparon de la masacre, corrían a los lados de la columna de jinetes que se dirigía hacia la aldea. La Orden de Ahri, había llegado para defender al pueblo.

     Ante los ojos de los desdichados campesinos y mineros que escapaban del poblado, los caballeros, eran vistos con ojos esperanzadores. Encabezando las tropas, estaba el gran maestre Engelbert usando su armadura negra. Las luces de las antorchas iluminaban su peto y sus hombreras. Sin embargo, los ojos del hombre estaban sin luz alguna, o sin ninguna emoción visible. Era la primera vez que Rheine veía al Gran Maestre mentalizado para la carnicería que estaba por acontecer.

     Rheine iba en la retaguardia conduciendo el carro de armas. En él, había barriles y cajas llenas de espadas, escudos, hachas, lanzas, flechas y ballestas. Sentando al lado de Rheine estaba Aksel, el muchacho estaba comiendo una tira de carne seca. Luego giró a ver a Rheine.

     —¿Te encuentras bien hermano? —Le preguntó Aksel a Rheine. La chica alzó la mirada hacia el otro recluta. Le era muy difícil mentirle a esos ojos azules y soñadores. Pero como podía decirle al otro recluta, que "él" era una "ella" y... ella estaba en su periodo.

     —No... —Respondió Rheine. —La verdad es que estoy algo ansioso.

    —Hey, tranquilo. Estos no son más que Norses, son poco más que pescadores aventurados. Solo recuerda tu entrenamiento y mantente cerca de mí, yo te protegeré.

    —¡Ja! Buena broma, ¿Cómo vas a protegerme si yo soy más ágil que tú con la espada? —Respondió el muchacho.

    —Serás más ágil, pero yo soy más fuerte. —Dijo Aksel. —Bueno...ya lo veremos.

    Entonces Engelbert frenó el caballo y les ordenó a todos los guerreros que tomarán sus armas para el combate, Rheine abrió los barriles y repartió todas las armas que pudo. Al final solo faltaba ella. La chica tomó la espada y la colgó en su cinto. Ella bajó del carro para reincorporarse a las filas. Sin embargo fue impedida por el Gran Maestre.

    —Rheine, te quedarás aquí y cuidarás los caballos. —Ordenó entonces el Gran Maestre.

    "¿Qué? ¡Aún después de haber venido, me dejarás aquí!". Se dijo a si misma Rheine, ella quería decirlo en voz alta...

     —Gran Maestre yo...

     —Es una orden, recluta. —Respondió con severidad Engelbert. Entonces el hombre se dio media vuelta y les ordenó a soldados colocarse en formación, Engelbert, entonces lanzó la segunda orden. Los guerreros acataron y se organizaron en filas.

     —¡Hermanos, demostrémosles a estos bastardos lo que pasa cuando osan atacar nuestra tierra! ¡Por Ahri! —Gritó Engelbert y desenfundó su espada. Los hombres gritaron junto a él y desenvainaron sus espadas. Como una riada, cruzaron r el campo hacia la aldea en llamas para luchar contra los Norse.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now