Capítulo XXXI || La emboscada

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RONAN


Ronan subió a la muralla, Su pecho estaba descubierto, y húmedo por el baño que se había tomado en el río, el alba apenas se alzaba y miró hacia el bosque de robles y pinos al otro lado, Ronan sabía que ahí estaban ellos, escondidos entre los arboles...los esterreichii. Entonces el muchacho le dio una mordida a un pedazo de carne seca que tenía en una bolsa de cuero en su cinturón. Entonces se dio cuenta de algo nuevo...justo en el camino del norte, por donde Reisser y el conde Schwartzmarken habían salido, ahora se encontraba bloqueado.

—¡Mierda! —Maldijo el muchacho y arrojó la carne seca al vacío. El muchacho entonces se dio la media vuelta y se fue corriendo, tenía que llegar con Gálica. Ronan empujó a ambos lados a los guardias a lo largo de la empalizada. Hasta que pudo encontrar las escaleras y de ahí se fue corriendo hacia el santuario donde Gálica había hecho sus habitaciones.

Subió con rapidez la escalinata, y los dos guardias que vigilaban la entrada se hicieron a un lado, ambos, atemorizados por la mera presencia de Ronan. —¡Gálica tenemos un problema! —Exclamó Ronan.

En medio del oratorio circular y ante la débil mirada de los dioses esterreichii, Gálica había puesto su mesa, donde ella estaba desayunando, huevos con loncheta y bayas. La joven reina alzó la mirada. A su lado derecho estaba Helga y a su lado izquierdo Ser Bruno.

—¿Ronan...? ¿Qué es lo que estás haciendo aquí y qué clase de problema? —Le preguntó la reina. Gálica tomó el pañuelo de tela que tenía en su regazo y se limpió los labios y las mejillas por cualquier mancha del jugo de las bayas.

—¡Los esterreichii han montado un segundo campamento en el camino norte! —Exclamó Ronan.

—¡Que! —Exclamó Gálica y se levantó de su asiento inmediatamente. La silla cayó a sus espaldas y el choque contra el piso de piedra pulida, hizo eco.

—Pero eso significa...—La voz de Helga se adelgazó, casi como un susurro, casi como si tuviese miedo...

—Qué si Reisser y Andreas regresan aquí, serán atacados por los Esterreichii. —Respondió Ser Bruno. El caballero se limpió con un pañuelo su barba las virutas de pan.

"Que se jodan Andreas y Reisser, ¡La comida! ¡Nos quedaremos sin comida!" Se dijo a sí mismo el muchacho.

—¡Vamos! Atacaremos su campamento, ahora que no los esperan. —Dijo Gálica pero entonces Ronan la detuvo, colocando la mano en el hombro de la joven reina.

El muchacho no podía entender si Gálica estaba más preocupada por los suministros...o era por ese esclavo.

—¿Qué haces Ronan?

—Tú no puedes ir Gálica. —Respondió Ronan. Eres nuestra reina, eres la reina de Stahland. Además, puede ser una trampa para empujarnos a hacer algo estúpido. Iré yo, después de todo...—Ronan entonces cambió la mirada hacia Ser Bruno. —Solo soy bueno para pelear, follar y beber.

Ser Bruno abrió los ojos como platos, El caballero se dio cuenta que Ronan le había escuchado esa noche.

—Eres más que solo eso. —Dijo Gálica. —No puedes ir tu solo, Ronan.

—No pienso ir solo...—Dijo Ronan. El muchacho levantó la mirada. —Helga, ¿Tu pierna, no causará ningún problema?

—Tú sabes bien que no, ya estoy mucho mejor. —Gruñó Helga y se golpeó ligeramente la pierna donde le había caído el caballo.

—Bien, porque nosotros lideraremos el ataque. —Respondió Ronan.

Los dos llamaron a las tropas, trecientos hombres, que reunieron, la mayoría de ellos eran al servicio de la condesa Pennfrost, quien seguía todavía en cama, después de sus heridas en la batalla de Möwenbucht. Con ellos también estaba el Conde Bremen quien había querido asistir, porque estaba aburrido. La otra parte de los hombres eran conscriptos de Könn.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now