Capítulo XX || La princesa de Könn

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DANA


Estaba aburrida, muy aburrida. Todos los días desde que Gálica se había ido, eran días muy aburridos y Dana odiaba estar aburrida. En sus manos había uno de los libros de Gálica. Campañas militares de Romalius en Avangarde. Vida y obra del rey Rick El Corazón de Lobo de Ostland. Los libros que Andreas tenía y los cuales parecían muy aburridos.

      En otros tiempos Dana estaría afuera jugando con los hijos de los sirvientes, o con los niños de la ciudad. Pero Gálica la había nombrado Princesa Regente, y por lo tanto Dana ahora tenía que ser como un adulto. Después de todo, aunque no tuviese la corona, Gálica le había regalado ese collar de oro con un corazón de rubí. Dana exhaló enfadada y luego cerró el viejo libro. La niña se levantó y caminó por el estudio de Andreas. Anteriormente había sido el estudio que Enrico había construido, solo que Enrico ya no estaba. Y no es que Dana lo odiase...Enrico era un buen hombre y le regalaba muchos dulces. Es solo que él...era muy diferente.

      La chica entonces caminó hacia una repisa y miró hacia atrás, cuando se dio cuenta de que no había nadie. La niña jaló la repisa para rebelar una pequeña puerta secreta en la roca. Según su hermana, el bisabuelo había mandado a construir una serie de túneles a lo largo de todo el castillo de Könn para espiar a todos sus habitantes. Pero usualmente era a los caballeros de la orden del roble a quien le gustaba espiar por sobretodo. Ronan era raro, muy raro. Le gustaba pelear con las sirvientas y muchas mujeres que llevaba a su dormitorio, usualmente desnudos bajo las pieles de oso. Al parecer Ronan era muy débil para pelear en su cuarto porque todas las mujeres que traía siempre lo hacían gritar. 

        Y no era él único, Helga también peleaba con las sirvientas en su cama, solo que al parecer ella las vencía porque era ella quien las hacia gritar. Ser Bruno era muy aburrido, ya que en las noches se la pasaba meditando ante la ventana durante mucho tiempo. Y Andreas...bueno, Andreas también había adquirido un cierto gusto por pelear con una mucama en especial. Y eso no le gustaba a Dana.

       La chica se llamaba Ingrid y era de cierta belleza...común para la gente del pueblo llano, pero Dana estaba segura que cuando finalmente ella creciera, sería mucho más hermosa que la mucama. Aun así, la chica era todavía más aburrida que Ser Bruno. Pero siendo sinceros, la vida de una mucama en un castillo es muy aburrida. Dana se quedó observando desde el interior de la pared, en uno de los pasadizos secretos que había. Entonces la vio, la mucama. Ella estaba lavando los pisos mientras hablaba con otras tres sirvientas. Dana había se había dado cuenta que la gente actuaba diferente cuando ella estaba presente en la habitación, no podían ser ellos mismos. Por esa razón Dana les espiaba por los pasadizos secretos.

       —No puedo creer que te estés acostando con un caballero del La Orden del Roble. —Respondió insidiosamente una de las mucamas. —¿Cómo fue que te lo lograste asegurar en tu bolsillo?

       —La verdad es que no tengo idea aún, solía hacerlo menos...me supongo que fue porque lo hice trabajar por mi afecto y mi amor. —Respondió Ingrid. Ella entonces lanzó pequeñas risitas y continuó fregando los pisos de piedra. Entonces otra mucama que estaba golpeando las alfombras para desempolvarlas bufó.

        —Supongo que tal vez podría hacer lo mismo para asegurar a un buen hombre que se haga cargo de mí. Diablos, tal vez incluso pueda convencer a Ronan de casarse conmigo... ¿Se lo imaginan acaso?

       —¿Ronan? ¿Qué no es un mujeriego? —Le preguntó otra mucama.

       —Sí. Pero es increíblemente sexy, y habiendo estado con tantas mujeres, definitivamente sabe cómo satisfacernos. Además, es un guerrero muy famoso y fuerte, tal vez sea mi amor, el que finalmente lo cambie. —Respondió la mucama.

       —Dudo que se pueda cambiar el comportamiento de uno de ellos. —Respondió Ingrid. Y la chica continuó restregando los pisos. —Estoy segura que Andreas Mondsohn, forma parte de mi mundo, y mi eventual ascenso a la aurora boreal. —Respondió la joven mujer.

       Dana no dijo nada...Se le hacía muy gracioso la idea de que Ronan se interesase por alguna de ellas, cuando incluso Dana siendo una niña, sabía que la única mujer que vivía en el corazón de Ronan, era Gálica.

       —¿Creen que puedan cubrirme? —Les preguntó Ingrid a las mucamas.

       —¿A dónde vas? —Preguntó la mucama que golpeaba la alfombra.

        —Tengo una cita con el destino. —Respondió Ingrid, con una pícara sonrisa. Dana no entendía que es lo que Andreas, veía en aquella mujer. Parecía muy ridícula y engreída para ser una mucama.

       Dana la siguió por los pasadizos secretos y se dio cuenta que la mucama dejó el castillo. Dana salió por un postigo y le siguió, ella fue a la casa de los grisvidentes. Dana sabía que no podía simplemente entrar ahí, por el simple hecho de ser princesa, los grisvidentes no la dejarían en paz. Por lo que ella tuvo que buscar por donde espiar, un pequeño agujero yacía en la pared. Dana pegó su ojo al agujero, en el interior pudo ver a un hombre calvo y lampiño, sin un solo cabello o vello en su cuerpo, mientras el vidente observaba el musgo verde crecer en la piedra.

       —Grisvidente. —Saludó Ingrid y dio una ligera reverencia, la mucama entonces se sentó enfrente del oráculo.

       —Ingrid...hace rato que te estábamos esperando. —Respondió el Grisvidente.

       —¿Estábamos?

       —Todos los que asegurarán tu asenso a la Aurora Boreal se encuentran aquí, ahora. —Respondió el sabio.

       —Quiero saber, cuando las cosas serán mejores, ¿Acaso me casaré?, ¿Tendré mi propia casa? acaso...

       —Preguntas y preguntas...pero no las preguntas correctas, Aeger y el Semental de Fuego ya han jugado sus cartas desde hace mucho Ingrid.

       —Bien...quiero saber, cuando mi familia regresará al poder. —Dijo finalmente Ingrid. —Los Kreuz desterraron a mis ancestros de Könn. Soy una Kamossohne. Könn le pertenecía a mi familia, necesito saberlo ¿Alguna vez...regresaremos al poder?, sé que Aeger no se ha olvidado de mi familia, tú mismo me profetizaste mi ascenso.

        Entonces el grisvidente comenzó a reír. Su risa carrasposa, era horripilante para Dana. Tal vez por esa razón, ella nunca había ido con los grisvidentes antes. —Puedo ver que aquellos patrocinadores de tu destino están presentes aquí, pero Aeger no parece destinar entre ellos, La luna ha tomado la decisión de patrocinar tu legado, más la luna es afable y se muestra llena hoy, pero siempre puede cambiar hasta desaparecer completamente en el cielo nocturno.

       —No lo entiendo...

       —Algunos legados son realizados a través de la guerra, de la conquista y el descubrimiento. Pero otros legados están basados en la carne y la sangre. Puedo ver que tú legado llegará a la Aurora Boreal, puedo ver que tu hijo será muy una pieza muy importante en las guerras por venir, y al mismo tiempo será uno de los hilos que le pondrá fin a este mundo...—Respondió El grisvidente.

       —¿Eso qué significa? ¡Dime más!

       —Ya he dicho lo suficiente por hoy, regresa otro día si tanto quieres saber. —Gruñó el grisvidente. El hombre entonces quedó desfallecido ahí en su sitio, sentado frente al musgo. Dana entonces se alejó y dejo a ambos en el interior.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora