Capítulo XLIII: El Trato

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RONAN

El barco se mecía entre las olas de un mar embravecido, Ronan sentía miedo... la lluvia caía con fuerza sobre la cubierta. Ronan sospechó que Aeger debía encontrarse enfurecido con Gálica Kreuz, por haber escapado y abandonado todo el botín en Esterreich. Pero Ronan lo sabía mejor que nadie, había sido un error haber navegado hacia Esterreich. Sin embargo, la sangre se heló en el cuerpo de Ronan cuando vio entre las olas, el cuerpo escamoso de Jurgamungander, de escamas negras y azules. El muchacho se alejó entonces de la cubierta y descendió hacia el camarote. Había estado bebiendo desde que los barcos zarparon, Ronan entonces se recostó sobre su camastro temblando con la idea de que era solo un pedazo de madera, lo que lo separaba de las enormes fauces de Jurgamungander.

Ronan cerró los ojos y trató de descansar. Pero al instante la imagen de Gálica invadió sus pensamientos. La inquebrantable reina de Stahland, la mujer que venció a su hermano en la guerra, la mujer que ganó el trono y logró cruzar el mar hacia las ricas tierras del este. Había logrado más que cualquier rey Stahlander antes, más ella se sentía humillada y vencida. Ronan sabía que tenía que hablar con ella, tendría que decirle que no fue su culpa, como las cosas salieron es Esterreich, sobretodo porque podrían ser engullidos por las olas en cualquier momento. El muchacho se levantó, aún se sentía aturdido, aunque no sabía si era por el barco o si era por la ebriedad. De cualquier manera, vomitó sobre una de las cubetas que tenían.

Ronan caminó por los corredores de la galera, llegó ante la puerta del camarote de Gálica...y cerró su mano en un puño, listo para tocar...pero entonces escuchó un leve llanto al otro lado. Entonces se dio cuenta que Gálica estaba llorando al otro lado de la puerta. "No lloró ante la muerte de Karlo, de Frolo, de su padre Dors...la última vez que ella había muerto había sido nueve años atrás cuando su madre Illyasbrida murió dando a luz a Dana, o mi dulce Gálica, mi amada Gálica..." Pensó Ronan, pero no se dignó a entrar, no podía...pues de hacerlo, seguramente se aprovecharía de la vulnerabilidad de su reina. Ronan dejó a su reina sollozar en agonía.

Entonces sentado en una de las mesas que servían como comedor de la tripulación, estaba Ser Bruno, el caballero se encontraba sentado contra uno de los postes de madera que servían de soporte a la cubierta, alumbrado por la tenue luz de vela. El caballero llevaba en sus manos un tarro con cerveza oscura y a sus pies un plato con pedazos de jamón ahumado, queso y aceitunas desparramados cerca de sus pies. El hombre parecía estar en estupor, el cabello pelirrojo lo tenía completamente empapado. A diferencia de muchos de sus hermanos en la Orden del Roble. Ser Bruno era un hombre que entraba en una completa calma y pasividad cuando se embriagaba. Además eran muy contadas las veces que lo hacía.

—Ser Bruno, no pensé que llegara a vivir el día de verlo embriagado otra vez. —Dijo Ronan con un tono insidioso.

—Ronan. —Respondió Ser Bruno, el tono de su voz lo hacía notar exhausto. —Ronan, has venido a regodearte de mi estupor.

—Todo lo contrario, Ser Bruno vengo a hablar con usted. —Respondió Ronan.

—Me parece muy bien, pero como podrás ver joven Ronan, estoy un poco indispuesto en este momento, por lo que no seré un buen conversador. Tal vez cuando haya descansado, te volveré a hablar.

—No, lo prefiero así. Al menos de esta manera sé que no será capaz de mentirme. —Respondió Ronan. Ser Bruno entonces estiró su brazo para tomar el tarro de cerveza, pero inmediatamente Ronan se lo retiró. —Por supuesto que tampoco es conveniente que se quede dormido en medio de nuestra charla.

Ser Bruno entonces suspiró y se talló los ojos con sus dedos. —¿Qué es lo que quieres? —Le preguntó el caballero de mala manera.

—Quiero que usted me nombre como el siguiente comandante de la Orden del Roble. —Respondió Ronan. Ser Bruno se quedó callado por un momento. —Acéptelo, esa herida que le ha dejado el combate no desaparecerá. Tiene que elegir a su sucesor.

—Yo tengo un sucesor en mente. —Respondió Ser Bruno.

—No, usted tenía un sucesor en mente. —Respondió Ronan. —Reisser ya no está.

—Nos estuviste escuchando...

—Ser Bruno, usted se equivocó, usted creía que necesitaba alguien que pensara miles de ideas y nada de acción. Lo que la Orden del Roble necesita es fuerza, ¡Fuerza y miedo! —Exclamó Ronan y levantó su mano en un puño iracundo. —Este es mi destino Ser Bruno, no me lo puede quitar.

—¿Tu destino?, Gálica te rechaza como pretendiente y ahora quieres ser el Comandante de la Orden del Roble. ¿Es eso Ronan?

—¿Por qué no puedes aceptar que soy un buen guerrero? ¿Por qué no puedes aceptar Ser Bruno, que yo soy tu legitimo sucesor? —Preguntó Ronan, el muchacho se sentía indignado con el comandante.

—Eres un gran guerrero Ronan, pero confundes la habilidad y la fuerza bruta con la sabiduría. Guerreros los hay por cientos, caballeros por decenas, pero solo hay un solo Gran Comandante. Para ocupar un puesto de liderazgo no se blandir una espada para solucionar todos tus problemas, más esto es algo que no puedes entender Ronan.

—Erkenbald se ha ido, Reisser se ha ido, "El esclavo" se ha ido. —Respondió Ronan. —¿Quién más queda? ¿Hilda? ¿Gunhild? ¿Cualquier otro recluta? He demostrado mi valía en el campo de batalla. Las victorias que tuvimos en Esterreich, fueron por mi lucha, yo mismo defendí a Gálica.

—Ronan...—Ser Bruno ni siquiera terminó de decir lo que quería expresar, cuando Ronan volvió a interrumpirle.

—Sé lo que piensas, sé que crees que soy tonto. Que solo soy un perro de ataque que solo puedo ser liberado en el campo de batalla para destrozar a sus enemigos, pero no es cierto, yo también puedo planificar batallas, yo también puedo inspirar hombres y mantener la logística.

—Ronan, no tienes que convencerme a mí, sé muy bien de lo que soy capaz de hacer. —Respondió Ser Bruno.

—Bueno, entonces... ¿Qué tal un trato? Cuando regresemos a Esterreich, permítame formar parte del plan para vencer al Rey de la Sal. Si le demostraré que mi habilidad es igual de afilada en la mente, como en mi espada. 

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now