Capítulo IX || Alta Mar

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RONAN


Ahí estaba Gálica sonriendo junto a ese esclavo; Andreas Mondesohn, ambos en la proa del barco. Ronan sentía enfado y al mismo tiempo sentía como aquella espina se le clavaba en las paredes de su corazón con cada latido. Y las palabras de Helga todavía resonaban en su mente. 

      "Andreas Mondesohn estaba follándose a una sirvienta", "el esclavo cree que no podría tener a nadie más allá que una sirvienta," "¿Pero Gálica? Ella era la reina, podría tener a cualquier hombre o mujer que ella deseará. Sin embargo, desde que Enrico la traicionó, no había estado con ningún otro hombre". Pensó Ronan

      El caballero caminó por la rampa hacia el interior de la embarcación, vestido con pantalones de lana, chaqueta de cuero con herrajes de hierro y su espada colgando de la espalda, con él llevaba un costal donde se encontraba su armadura. Ronan se dirigió hacia su reina.

      —Permiso para embarcar Gálica. —Le preguntó Ronan a su majestad, dando una leve reverencia.

      —Ronan, pensé que no vendrías a nuestro viaje. —Respondió Gálica.

      —Sigo creyendo con todo mi corazón que cruzar el mar de Jurgamungander es una mala idea. —Respondió Ronan, el muchacho de cabellera dorada miró a Andreas con desdén en cada ojo azulado, y luego suavizó sus facciones al mirar a su reina. —Pero necesitas a un verdadero hombre que te proteja las espaldas allá. —Respondió Ronan dando una pícara sonrisa.

      Gálica dio una sonrisa forzada y se hizo a un lado. —Adelante Ronan, eres bienvenido a venir con nosotros. —Le anunció la reina, Ronan entonces fue bajo cubierta, fue hacia los camarotes donde se hallaban el resto de caballeros de la Orden del Roble y dejó su costal y su mandoble sobre una de las camillas. El caballero entonces fue sorprendido por Reisser, quien estaba tras él.

      —Pensé que no ibas a venir Ronan. —Dijo el caballero de cabellera platinada.

     —Sí bueno...quién más sino yo, podría defender a Gálica, de los peligros de esta lejana tierra.

     —Helga, Ser Bruno y yo podemos hacerlo perfectamente bien. —Respondió Reisser. —También Andreas...

     Ronan bufó, estuvo a punto de soltar una risotada, pero se contuvo. —Oh, no dudo que Ser Bruno se sacrifique triunfalmente por Gálica ganando así su entrada a la Aurora Boreal, El caballero no tiene nada ni a nadie en su vida, Sin duda alguna, Helga tiene cojones más grandes que tú o yo. —Entonces Ronan le apuntó con el dedo índice a Reisser y cambió su tono a uno acusatorio. —Pero tú eres más bardo que guerrero Reisser, y Andreas, no es más que un esclavo. Es una estupidez venir aquí y cruzar el mar de Jurgamungander. Si no somos devorados por la gran serpiente durante nuestra travesía, seremos maldecidos por ella.

     A Reisser entonces se le escapó una risita.

      —¿Qué es tan gracioso Reisser?

     —Que, de todos nosotros eres el más tonto Ronan. Los tiempos están cambiando, y la reina, el reino y nosotros tenemos que cambiar con ellos, o ser olvidados por el mundo. —Respondió Reisser.

     —Tienes razón Reisser, yo no soy listo, nunca lo fui. Erkenbald era el listo. Y mira como terminó. —Respondió Ronan con una maliciosa sonrisa en los labios. —Pero al menos yo reconozco que soy un hombre de acción antes que de pensamiento, Andreas; esclavo o no, a él le gusta pensar, cierto él tiene un don para eso, pero es el hombre más débil que he conocido jamás. Pero tú Reisser, tú no eres ni el más fuerte, ni el más listo. ¿Entonces que mierda eres tú, Reisser?

     Reisser no dijo nada solo se quedó mirando a Ronan a los ojos. "¡Vamos hazlo, vamos golpéame!" Se dijo así mismo Ronan. Reisser entonces cerró su mano en un puño. "¡Vamos hazlo!" Ronan entonces cerró los ojos, esperando el dulce dolor de un buen puñetazo en la mejilla. Entonces se escucharon unos aplausos pausados.

     Era Ser Bruno Eisharte quien aplaudía de forma irónica. —Me gusta ver que mis dos muchachos se llevan bien. —El hombre estaba recargado contra uno de los soportes del camarote. —Se nota que este será un largo viaje y preferiría que no se matasen antes de tocar tierra al otro lado del mar. Ya estamos lo suficientemente tensos aquí.

      Durante días, Ronan hizo lo mejor que pudo para no enloquecer de ira, en el interior de aquella tumba de madera meciéndose en el tormentoso mar. La flota de Gálica, tenía que estar compuesta por unos 13 o 14 barcos. Ronan estaba sorprendido por el número de guerreros que habían decidido sumarse en esta expedición, había guerrero de todos los condados de Stahland. Y muchos de ellos se habían quedado en la miseria, después de la guerra invernal, por lo que no tenían nada que perder. 

      O tal vez solo era la curiosidad para exponerse a una terrible muerte en las fauces de Jurgamungander, por solo por una probabilidad de conseguir algo de oro y una historia que contar en las tabernas, si es que lograban regresar.

       En el camarote de Gálica se habían reunido los miembros de la Orden del Roble, todos observaban la mesa donde estaba el mapa. Era la primera vez que Ronan veía un mapa de otra tierra que no fuese Stahland, sus ojos continuaban siguiendo el movimiento de los largos y delicados dedos de la reina, que acariciaban la superficie del mar cerúleo pintado en el pergamino, Y tan solo recordar que estaba en un barco, hacía sentir a Ronan inquieto, pues lo único que lo separaba de una helada y horripilante muerte en las fauces de Jurgamungander, era un vil pedazo de madera.

       —Si seguimos con este viento, llegaremos a más tardar mañana. —Respondió Gálica. Por favor Ser Bruno encárguese de decírselo a los demás condes.

      —Sí alteza. —Le respondió el capitán de los caballeros. —Sin embargo, las tropas se sentirían más seguros, si les dijera hacia dónde vamos. El único mensaje que les hemos dicho una y otra vez es que vamos hacia el este. El conde Swartzmarken ya no está tan convencido de seguir...y los miedos de la condesa Pennfrost no ayudan mucho. Quiero confiar Gálica, pero necesito saber si hay un curso establecido...

      Todos los caballeros alzaron la vista hacia su reina, Ronan incluido. Podía verlo en los ojos de Gálica, aunque los otros no lo notaran, había un atisbo de preocupación, o inseguridad. Ronan entendía, él también se sentía preocupado, tenía que decir algo... tal vez que aún podían regresar a casa, o ir hacia Norserikki y la expedición no habría sido un total desastre, todavía regresar, todavía podían disfrutar de la vida, antes de ascender a la Aurora Boreal. Sin embargo, justo antes de que él pudiese decir algo, fue interrumpido por el esclavo.

      —Vamos a un lugar que se llama Möwenbucht, una bahía de aguas profundas donde podemos anclar los barcos. —Gálica entonces miró a Andreas, justo con los mismos ojos que alguna vez ella puso en Ronan, y por supuesto que Ronan se enfureció, más no podía atacarle ahí, frente a todos, podrían echarlo por el mar y entonces sus más grandes miedos, se harían realidad. —Cerca de Möwenbucht está el pueblo de Geldsbruck, las caravanas comerciales entre Nordenfeld y Weinland pasan por ahí, es un pueblo que está bajo la jurisdicción del Gremio de Mercaderes de Esterreich, en otras palabras, es un pueblo listo para ser saqueado. —Respondió Andreas, esbozando una maquiavélica sonrisa, el muchacho entonces recorrió con su mano enguantada en cuero el camino del mar hacia el pueblo. Gálica entonces miró de reojo a Andreas...y sonrió, no sabía si era por la luz de las linternas o era en realidad el rubor en las mejillas de la reina.

      "¿Acaso sería verdad? ¿Acaso Andreas se ha convertido en alguien...importante para Gálica? ¿Acaso ella siente algo más por él?" 

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt