Capítulo XVIII || Luna sollozante

7 1 0
                                    


 ANDREAS


No todos habían logrado huir, Gálica había tomado prisioneros. Y por la sugerencia de Andreas, no los sacrificaron a Aeger y a El Semental de Fuego. Habían sido ocho de ellos, pero después del turno de Ronan y de los crueles castigos y tortura solo quedaron tres. Andreas los miró desde la entrada del oratorio, recordando que no hacía mucho tiempo, él había sido uno de ellos. Sin embargo, algo iba mal. Los Esterreichii no eran violentos por naturaleza, y no entendía cómo es que había hombres armados rondando los caminos. El rey Reinhard Blauenblud, era un hombre de paz y de progreso. No un rey guerrero. Y había sido muy estricto con las condiciones que los condes para levantar la leva.

       Gálica se colocó al lado de Andreas y puso su mano sobre el hombro del muchacho. Andreas supo al instante que la reina quería darle ánimos para lo que Andreas tendría que hacer. No era como que Andreas hubiese matado antes, había matado a Gregor en el campo de batalla, pero era una cosa matar a un hombre en el campo de batalla, y otra, matar a un hombre desarmado, mucho menos torturarlo. Como miembro de la orden de Ahri, había aprendido que la misericordia era la marca de todo guerrero Esterreichii, pero era el símbolo de debilidad más grande, dentro de las filas Stahlander, ya no era más Andreas guerrero de la Orden de Ahri, sino Mondesohn, caballero de Gálica Kreuz.

      —¿Estás seguro que quieres hacer esto Andreas? —Le preguntó Gálica, con un tono conciliador. Cuando Andreas miró a la reina, vio cómo se suavizaron sus rasgos, ella levantó las cejas y sus ojos como platos mostraban genuino interés en el bienestar de Andreas. —Siempre puedo pedirle a Reisser o a Helga que se encarguen de los interrogatorios.

      —No...—Respondió Andreas, el muchacho cerró los puños y miró directamente a Gálica a los ojos. —Si queremos conseguir respuestas funcionales, solo yo puedo hacer las preguntas.

       —Cómo tú quieras Andreas. —Dijo Gálica Kreuz dando una sonrisa y dando un par de palmaditas en la espalda del muchacho. La joven reina entonces abrió la puerta hacia el interior del oratorio.

      Amordazados estaban aquellos pobres diablos que apenas habían logrado sobrevivir lo suficiente. Sus caras eran diversas. Uno estaba asustado, el otro tranquilo y el último con la mirada llena de odio. Andreas se acercó al que estaba tranquilo y se arrodilló para mirarlo a los ojos. Después le retiró la mordaza de la boca.

      —¿Cómo es que los Weimar nos atacaron? —Preguntó Andreas tranquilamente.

      —Fuimos levantados por la leva que hizo el conde en sus tierras. —Respondió el prisionero.

      —El conde Weimar es parte del gremio de mercaderes. ¿Cómo es que el rey Reinhard le dio permiso de levantar la leva? —Preguntó nuevamente Andreas, el prisionero soltó una risa nerviosa.

      —El rey Reinhard murió.

     —¿Murió?, ¿Cuándo pasó eso? —Preguntó Andreas sorprendido.

      —En el otoño del año pasado, hubo una guerra de sucesión entre bastardo Callum Kohle y la princesa Hannes. Hannes es la nueva reina de Esterreich. —Respondió el prisionero. —Invadieron en un mal momento. Los hombres están preparados para tomar las armas...—El hombre comenzó a sonreír maliciosamente mientras observaba a sus dos captores. Gálica se arrodilló juntó a Andreas y se retiró los mechones de cabello que caían sobre su frente y los acomodó por detrás de su oreja.

     —¿Quién es Hannes? —Le preguntó Gálica a Andreas, su voz era tranquila. Aunque conociendo a Gálica, probablemente se encontrase ansiosa por saber quién era esta mujer.

     —La princesa Hannes, es la primera hija de Reinhard Blauenblud. —Respondió Andreas.

     —¿Es alguien peligrosa? —Le preguntó a Gálica a Andreas con su solemne tono.

     —Solo la vi una vez, cuando acompañé a la Orden de Ahri a Weisstadt...—Entonces Andreas fue interrumpido por el prisionero, quien escupió sobre el piso al oír a Andreas. El hombre quedó en silencio.

      Entonces alguien tocó a la puerta, era Helga. Quien le había pedido a Gálica reunirse con Ser Bruno. Gálica entonces dejó a Andreas y a los prisioneros ahí. Cuando todos los Stahlander se fueron. El prisionero comenzó a hablar.

      —Debí saber que ustedes fanáticos de Ahri, tenían que estar detrás de esto. Después de todo, que guerrero sigue a una diosa en la luna que a Kreiger. —Gruñó el prisionero, sus ojos cambiaron a estar llenos de ira, su nariz arrugada y su tensa mandíbula, revelaba un profundo odio hacia Andreas.

      —Si fuera tú, no hablaría más de lo necesario. Todavía no me decido si dejarlos vivir o morir. —Respondió Andreas. Entonces el hombre subió la mirada y observó directamente a su captor a los ojos.

      —Mis hermanos en armas y yo podemos morir. Pero tú traidor no eres un Esterreichii, ni un salvaje Stahlander. ¡Tú no eres nada! ¡no eres nadie! Y se han equivocado si creen que no les pasará nada. ¡Hubo una guerra recientemente! ¡Cada condado aún no han diseminado sus tropas! Te has equivocado traidor al regresar aquí. Ahri te ha abandonado y los dioses no te tendrán piedad alguna. Ellos vendrán por ti, el gran maestre Engelbert, vendrá...el Conde Weimar le envió un mensaje antes de que partiéramos. Pronto llegará el ejército real. Pronto llegará Engelbert y traerá el infierno a todos uste...—Andreas entonces lo volvió a amordazar al prisionero. Entonces una sombra se proyectó sobre el muchacho. Andreas se dio la media vuelta, la estatua de Ahri se encontraba mojada, con gotas fluyendo por sus mejillas de piedra pulida. Andreas entonces sintió un terror... 

       "Aeger dame la fuerza para acabar con mis enemigos, llena de fuego mi corazón y no me permitas ser débil". Pensó Andreas mientras sujetó con fuerza el mango de su espada. Entonces escuchó un ligero tintineo, nuevamente volvió a escucharlo, un tintineo espectral que se desplazaba entre la penumbra que rodeaba las esquinas del oratorio. Un brillo le cegó entonces por un instante y pudo sentir cómo unos ligeros dedos se desplazaron por las mejillas del muchacho.

       Entonces pudo sentirlo, sabía que era ella, sabía que era Ahri...quien había bajado de la Luna por Andreas. El muchacho se desmoronó, y sus ojos se llenaron con lágrimas. Entonces se escuchó el relinche infernal del Semental de fuego, Y entonces la presencia de Ahri se alejó inmediatamente... Entre los relinches del Semental de Fuego escuchaba las palabras de Gálica "Este es tu mundo ahora, no pelees contra él". Las palabras de Gálica resonaron en su mente, haciendo eco. El muchacho dejó el oratorio, la luz de luna iluminaba todo alrededor, Andreas alzó temeroso la mirada. Sin embargo, la luna se ocultó tras las nubes en el cielo. Entonces el muchacho se dio cuenta de lo débil que era en realidad.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now