Capítulo XXIV|| Hambre

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GÁLICA


En su sueño, Gálica volvía a ser una niña que entraba a las criptas del castillo de Könn, rodeada por sus ancestros en sus tumbas de mármol. Y bañado por una cegadora luz estaba él, su padre Dors Kreuz. El hombre tenía la mirada fija hacia el ventanal.

—Gálica ven, medita conmigo un rato. —Respondió el hombre y luego levantó la mano hacia la niña e hizo una seña con sus dedos para que Gálica se acercara a su persona. La niña caminó, sus zapatillas hacían eco contra el piso de piedra pulida. Gálica se colocó al lado de su padre y lo miró, había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vio y a pesar de ser un sueño, Gálica se sentía muy feliz de poder volver a verlo. Pues murió poco después del inicio del matrimonio de su hija con Enrico. —Tu madre está enfadada, dice que debes dejar de pasar tanto tiempo jugando con las espadas y más tiempo en tus clases de costura. —Respondió Dors.

—Yo no...

Dors entonces lanzó una pequeña sonrisa. —Lo sé, lo sé mi niña. Tú no estás jugando, estás entrenando con la espada. —Respondió el padre de Gálica. —Puedes ver al otro lado de la ventana...

Gálica miró hacia ella, pero solo podía ver luz; clara y cegadora, sabía que debía estar el río, que debía estar la ciudad de Könn y sus gruesas murallas, las montañas azules en la distancia, pero a pesar de todo eso, solo podía ver "luz".

—No puedo ver nada...—Le respondió Gálica.

—¿No? Yo puedo ver una encolerizada serpiente siseándonos, puedo ver a Dana jugando sin enterarse del peligro a su alrededor.

—Tal vez alguien debería advertirle. —Dijo Gálica.

—Tal vez alguien debería. ¿Quién crees que debería? —Preguntó Dors.

—¿Yo?

—Cómo podrías ser tú, estás al otro lado del mar buscando gloria y riqueza. ¿No recuerdas Gálica? Decidiste relegar el trono y renunciar a la corona en busca de aventura. —El tono de su padre se volvió melancólico, el hombre no miró a su hija, pero ella sabía que Dors se encontraba muy triste. —¿Por qué lo hiciste Gálica?

—Tú sabes que la temporada de saqueos es...

—¡Mientes! —Gritó Dors. Su voz se fue haciendo cada vez más cavernosa, cada vez más grave y comenzó a asustar un poco a Gálica. —¿Por qué razón estás aquí?

—Por qué no quiero que Stahland vuelva a estar bajo el control de ningún extranjero nunca más. Stahland será una gran nación, un gran reino, con gran influencia y poder en el continente.

—¡Mientes! —Entonces Dors tomó la manita de Gálica y la estrujó con fuerza, la niña sintió la fuerza, era mucha y comenzaba a dolerle. —¡Tú eres la reina de Stahland!

—¡Pero no soy del todo una reina! —Exclamó Gálica. —Yo no...puedo tener hijos, no dejo ningún legado. Vivir en las sagas y canciones de mis días gloriosos es lo único que puedo dejar, canciones e historias serán mis descendientes.

Entonces Dors comenzó a reír frenéticamente. Y luego levantó a Gálica del suelo la niña comenzó a gritar y a llorar. —Me duele, me duele.

—Tú eres Gálica Kreuz, reina de Stahland, tú puedes tener hijos, mis hijos si yo lo demando.

—¿Tus hijos...? —Entonces Gálica abrió los ojos, sujetándole ya no estaba más su padre, ahora era él, Aeger. Sus brazos torneados le sujetaban, su peto dorado resplandecía y el yelmo con la cepilla de fuego. Sus ojos eran pedazos de carbón encendido, Gálica sintió un terror que no había sentido en mucho tiempo.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now