Capítulo III | La Grisvidente del Norte

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ORNOLÚ


"El olor a las hierbas aromáticas siendo quemadas en los anafres, era un olor que encontraba reconfortante, sobre todo cuando haz crecido entre tripas de pescado, el hedor del salmón y el arenque se vuelve tan insoportable. Y cuando finalmente eres despertado por las arracadas sin vomitar pues no había comido nada en días." Pensó Ornolú. Sobre su cama los intrincados murales hechos con runas, mostraban a La Gran Serpiente enroscada en nueve anillos, cada uno por cada mundo que existía en la tierra, El castro era el único edificio en todo el pueblo que tenía murales. Y aunque los antiguos reyes Norses solían dormir en la casa comunal, esta carecía de los muros de piedra y roble.

      Killi entró en la recamara; la joven grisvidente yacía sorprendida con el joven rey y la razón era que el joven rey Ornolú; no había compartido su lecho con ninguna mujer.

     —Ha pasado un mes desde tu coronación y aún no te has encamado con ninguna mujer. —Respondió Killi. Ornolú se levantó de la cama y caminó a través de su recamara con pisos de madera recubiertos por alfombras que habían traído desde Miklegard, cabezas de animales decoraban las paredes y finos muebles tallados, y ornamentos y riquezas de toda una vida de pillaje.

     —Fui elegido como rey para proteger a nuestro pueblo de las incursiones Stahlander, no para follar. Hice una promesa a La Gran Serpiente, la única mujer con la que compartiré mi lecho será la venganza, hasta que todos los miembros de la familia Kreuz estén dos metros bajo tierra. —Respondió Ornolú, entonces el joven caminó hacia una mesa donde estaba la jarra con el hidromiel y lo sirvió en un cáliz de oro con piedras pulidas de jade incrustadas en ella, la larga cabellera castaña de Ornolú dejó entrever sus tatuajes rúnicos azules recorrían su cuerpo, en tres diferentes estilos, en un aro alrededor del pecho y hombros del joven rey estaban las runas que representaban a Helgi, la tercera hija de Jurgamungander. Luego en los brazos y piernas las runas de la primera hija de Jurgamungander, y en el vientre bajo en una espiral hacia su miembro las runas de Bleinablum, la segunda hija de Jurgamungander.

     —Fuiste elegido como Rey de la Sal porqué necesitamos unidad. Desde que los Stahlander mataron a la familia real, No habíamos teníamos a un rey en 16 años, hoy tú eres nuestro rey. Necesitas dejar herederos, en caso de que...—La joven grisvidente entonces se calló de pronto al ver los ojos grises de Ornolú cernirse sobre ella.

     —¿En caso de que Killi? —Le preguntó Ornolú en tono amenazador.

    —Nada...—Respondió Killi, la joven grisividente al instante desvió la mirada. Ornolú entonces esbozó una sombría sonrisa.

     —Termina lo que ibas a decir. —Le dijo Ornolú, aunque lo decía en un tono muy cordial, Killi sabía muy bien que se trataba de una orden. El joven rey caminó hacia la grisvidente, y le tomó por su barbilla hundiendo su pulgar en el hoyuelo y obligándola a que lo viera directamente. A pesar de la pintura gris, blanca y azul que recorría por su afeitada cabeza. Killi resultaba ser de bien ver, sin embargo, aquellos ojos cerúleos que ella poseía, eran los de una niña asustada más que los de una mujer.

     —Antes de que mueras. —Respondió Killi. La chica se oía disgustada y enfadada con Ornolú.

    —¿Crees que voy a morir? ¿Acaso eso es algo que has visto en una visión? —Le preguntó Ornolú.

    —No necesito tener visiones para saber tu destino. —Dijo Killi.

    —Te recuerdo que tú fuiste a buscarme, tú me hiciste rey. —Respondió el hombre.

    —Un rey sin herederos, es una sentencia de muerte para el reino. —Respondió Killi. —No te hice Rey de la Sal, solo para que tú no cumplas con tus deberes reales. Un heredero es necesario para asegurar la continuidad de tu legado, de nuestro legado como Norses.

    —Lo que yo entiendo, es que no confías en mí capacidad para ganar la guerra contra los Stahlander. —Respondió Ornolú. —Yo he peleado desde las heladas estepas Rusalkas, hasta en las candentes llanuras veraniegas de Cíbola, he navegado los ríos y saqueado ciudades en Avangarde. Tengo más experiencia militar que cualquier guerrero o pesquero que se quiera pasar por guerrero que queda por aquí.

    —Solo tienes que buscar a una mujer e impregnarla, solo eso...es lo único que pido, luego puedes ir a pelear en Stahland, o Esterreich, o en la jodida Romalia si tú quieres. Solo te pido que antes de que hagas una estupidez que ponga tu vida en riesgo, dejes asegurado todo...Eres el primer rey que tenemos desde hace 16 años, en tu embestidura reciden 2000 años de reyes norses.

     Aquel comentario entonces hizo enojar a Ornolú. —¿Quieres que impregne a una mujer? entonces ¿Qué tal tú? Ya que estás muy interesada en un sucesor al trono.

     Killi se había quedado muda. Ornolú sabía que había ganado la discusión. El rey entonces volvió a servirse el cáliz con hidromiel y bebió de él, Aunque se tratará de una bebida dulce, el hidromiel le sabía a gloria cuando ganaba.

     —Esta bien. —Respondió Killi. Aquella respuesta, casi provocó que Ornolú escupiese la bebida, el joven rey giró la cabeza hacia Killi, quien se retiró su túnica de lana y se mostró completamente desnuda frente a Ornolú. El joven había quedado impresionado con la tenacidad de la grisvidente. —Nunca he estado con otro hombre antes, así que no lo disfrutarás tanto como crees, también debes saber perderé mis poderes de grisvidente al instante que entres en mí. Pero es algo que estoy dispuesta a aceptar, si consigo un heredero para este reino.

     Ornolú entonces se acabó de un trago todo el hidromiel y luego caminó hacia la grisvidente, El joven rey pasó un dedo por su hombro, y la chica dio un saltito de miedo. —Ponte tu túnica Killi. —Respondió Ornolú. —No pienso mancillar a una portavoz de La Gran Serpiente. Hiciste un juramento de mantener tu virginidad cuando te hiciste una grisvidente. No me interesa romper tu juramento, así como no te interesa romper el mío. Una vez que me haya encargado de esos Kreuz. Tendré todos los herederos que sean necesarios, no me convertí en El Rey de la Sal, solo para cumplir mi venganza, en serio me interesa hacer de Norseriki un reino grande otra vez. Aunque dudes de mí.

     Ornolú entonces pasó a ponerse la camisola y los pantalones. Y salió del castro, desde su pórtico podía ver pueblo extenderse desde la colina donde se encontraba la morada de Ornolú hasta la playa de arena negra. Podía ver las olas chocar contra las rocas, el joven rey miró hacia el horizonte donde el mar se encontraba con el cielo, y notó los nubarrones de la tormenta apilándose en la distancia.

     "Bien, que los cielos descarguen toda su ira ahora para dejarme navegar en primavera, hacia mi destino, hacia Stahland." Pensó Ornolú.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now