Capítulo XXXVIII: El Mentiroso

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DANA


Las noticias no se hicieron esperar, y se esparcieron como el fuego en el aceite, la derrota en Rottembaum, había asustado a todos. Y Dana no sabía cómo calmar a su gente, sentía miedo ante todos esos rostros enfadados y asustados. Sin saber qué es lo que le pasaría. Los Norse habían ganado y se dirigían hacía Könn. Pero lo peor era que, ella había causado eso, Dana los había hecho pelear y perder.

La niña sintió como el estómago se revolvía, tanto que dejó los huevos y el pan del desayuno. Ni siquiera se tomó la leche endulzada con miel que le gustaba. Dana solo se quedó sentada ante el ruido de los cubiertos de metal contra los platos de madera.

—¿No le gustó el desayuno alteza? —Le preguntó Gunnhild a la pequeña princesa.

—No, no es eso. —Respondió Dana. —Simplemente no tengo mucha hambre. —El abucheo que se llevaba a cabo al otro lado de los muros del castillo era una buena excusa para desaparecerse por unas horas. Tenía que enfrentar a un mal hombre, Dana se levantó de su silla y se fue a caminar. Corrió por los pasillos hacia el estudio de Gálica, donde detrás del estante, entró en los túneles secretos que había entre los muros de Könn. Dana descendió hasta las mazmorras. El hombre malo estaba sentado en la piedra, meditando.

—Mentiste. —Dijo Dana a través de la pared.

El hombre dio una pausada respiración y luego se levantó de la loza y caminó hacia la pared. —Yo no mentí princesa. Te protegí de crear otro enemigo.

—¿Cómo es que perder ante los Norse es lo mismo que ganar? —Le preguntó Dana.

—Oh princesa, Gálica Kreuz, la verdadera reina de Stahland se ha ido, y la ha dejado a usted, quien no es más que una niña, Velkor era un hombre con grandes ambiciones. Si no podía ganar gloria en el campo de batalla, la ganaría conquistando el trono de Stahland. Su muerte les pone fin a esas ambiciones.

—Pero ahora hay un ejército que baja hacia aquí.

—¿Confía en mi alteza?

—No. —Respondió Dana. —No te conozco, ¿Por qué debería confiar en ti? Conde Friedrich.

—No confiar es lo más inteligente que ha hecho princesa, y al mismo tiempo, solo yo puedo evitar más derramamiento de sangre.

—¿A qué te refieres?

—Mi princesa... ¿Sabe por qué su padre casó a Gálica Kreuz con ese duque romalio?

Dana no dijo nada, ella en realidad no sabía la razón, por un momento se vio tentada a decir que era porque su hermana amaba a Enrico, pero la verdad es que si fuese así, ninguno de los dos hubiese ido a la guerra.

—Fue porqué vuestro padre Dors, temía a la ira de los romalios.

—¡Eso es mentira, mi padre no le temió a nada ni a nadie en vida! —Exclamó Dana. Era casi como si aquellas palabras fueran un insulto directo a su padre, quien había sido un buen rey.

—Durante siglos hemos seguido el mismo estilo de vida, aislándonos del mundo princesa, sin embargo, el mundo ya no nos quería olvida y vino hacia nosotros. En grandes barcos capaces de surcar las olas, en hombres con tanta riqueza que eran capaces de usar armaduras resplandecientes y ballestas capaces de hacer ver a nuestros lanzadores de hachas y arqueros, como niños. Tu padre el rey Dors, temía que Stahland se quedará atrapado en el tiempo y que nuestros enemigos se aprovecharan de eso.

—Tu hermano Karlo no entendía eso y tu hermana Gálica tampoco lo entiende. Pero si queremos persistir en los años por venir, debemos cambiar. —Respondió el Conde Friedrich.

—Muchas personas han muerto por mi culpa. —Respondió Dana.

—No morirán más princesa...—Respondió el conde Friedrich, el hombre entonces se acercó hacia la pared y miró a través del agujero directamente hacia Dana. —Yo puedo ayudarla a terminar esta guerra. Solo necesito que me libere.

—No. —Respondió Dana rápidamente. —Traicionaste a mi hermana, eres un mal hombre. Y has hecho cosas malas.

—Cierto, pero también soy el único que pude interceder en tu nombre y en nombre de Stahland, con estos invasores. ¿Quién sino yo?

—Yo, yo soy la princesa.

—Princesa, usted es joven. Los Norse no la aceptarán, ni la tomarán con seriedad. ¿Quién en todo su consejo puede negociar con ellos? ¿Acaso Gunnhild?, ¿La grisvidente?, ¿El tesorero real? Me necesita princesa. —Respondió Friedrich.

Dana no quería creerlo. Pero tenía razón, además, si el conde Friedrich era asesinado por los Norse, entonces era de cualquier manera una victoria para Dana. Y si de pura casualidad sobrevivía...entonces era un aliado, que Dana podría utilizar para mantener el orden. Era una niña, sí. Pero Gálica le había ordenado proteger Stahland y reinar mientras ella estaba en Esterreich...

—Está bien conde Friedrich...pero si haces otra cosa mala, te cortaré la cabeza. —Respondió Dana, ella trató de reunir todo el valor y hacer una cara seria, para imponer respeto a Friedrich. Sin embargo, el conde solo sonrió...

—No esperaría nada menos de una Kreuz. —Dijo el conde sonriente. 

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now