Capítulo XIV || Sangrado de luna

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 RHEINE


La noche tenía una brisa húmeda y de un sabor salado. El cielo despejado estaba lleno de estrellas. Los grillos habían comenzado a cantar entre la maleza al otro lado de la muralla. El aullar de los búhos y animales nocturnos complementaba aquella atmosfera pacífica. Y en cuclillas, detrás de un carro lleno de fardo estaba Rheine. Detrás de los muros del castillo de Mondeshloss; Rheine parecería como cualquier otro recluta de la orden de Ahri. Y Rheine sentía un gran dolor... primero pensó que el jamón ahumado que había comido le había hecho daño, sin embargo, cuando pasó un pedazo de tela por su entrepierna se dio cuenta de la verdad.

      —Mierda. —Maldijo Rheine al ver como la sangre yacía brillando a la luz de la luna llena. Entonces se escuchó las pisadas de alguien al otro lado del carro.

      —Oye, ¿Estás bien? —Le preguntó una voz varonil muy conocida. Al instante Rheine se asustó. La joven mujer rápidamente se colocó otro pañuelo en la entrepierna y luego se subió los pantalones de cuero.

      —Estoy bien Aksel, gracias... —Dijo Rheine nerviosamente con la voz más grave que pudo imitar. La se reincorporó, se sacudió el polvo de los pantalones y se recargó contra el carro de eno.

      —¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó Aksel. El muchacho caminó hacia Rheine. Un muchacho alto, de cabello rubio corto, cara redonda, brillantes y risueños ojos azules. Su cuerpo era el de un guerrero, con un rostro muy juvenil.

      —El guiso de nabo me ha sentado mal y las letrinas estaban ocupadas. —Respondió Rheine. La chica caminó al lado de Aksel, se podía notar la gran diferencia entre ambos. Mientras que Aksel tenía un cuerpo robusto y muscular. Rheine era pequeña y menuda. Por suerte era de pechos pequeños y caderas estrechas. Lo que le permitió ocultar su feminidad facilmente.

—Demasiada información. —Respondió Aksel riendo. —Eres un niño muy sucio Rheine.

      —¿Niño? Tengo 17 años. Soy mayor que tú por dos meses, deberías respetar a tus mayores. —Bromeó Rheine y luego le dio un puñetazo en el pecho a Aksel. Aún a través de la camisa, Rheine podía sentir la masa muscular de su amigo, la vida de guerrero le había sentado bien—¡Ah! ¿de qué rayos estás hecho, de piedra?

      —Más bien, tú eres el que es un debilucho, tiene más carne un molusco que tú en esos bracitos. —Respondió Aksel riendo y bromeando, el joven recluta meneó el cabello rizado pelirrojo de Rheine. La chica sonrió, nuevamente volvió a sentir esa extraña calidez que emanaba en su vientre y una sensación muy agradable en su pecho. La chica se quedó mirando al muchacho a sus ojos azules. —¿Qué ocurre Rheine? ¿Acaso tengo algo en la cara?

      —¡Oh! No nada, solo que tenías una mancha en la mejilla. —Mintió rápidamente Rheine y desvió la mirada apenada. Aksel entonces se recorrió con la yema de los dedos su mejilla derecha.

     —¿Ya me la quité? —Le preguntó el recluta.

      —Sí, ya no está. ¿Qué es lo que estás haciendo aquí Aksel? Ya pasa más de media noche. —Le preguntó Rheine "¿Acaso habría venido a verme a mí personalmente? ¡No! ¡No! Concéntrate Rheine." La chica se decía a sí misma, pero era inútil. Ella no podía concentrarse con Aksel presente, no podía dejarse de imaginar lo que sería besar al muchacho, lo que sería arrojarse con él al interior del carro con heno. Y al mismo tiempo temía lo que Aksel podría pensar de ella.

      —El Gran Maestre Engelbert quiere verte. —Respondió el muchacho.

     —Por supuesto... "Claro, solo podía ser eso. Después de todo solo soy un amigo para Aksel" Iré enseguida. —Respondió Rheine.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now