Capítulo VII || La llave del Este

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GÁLICA


Los sirvientes se hacían hacia un lado cada vez que Gálica pasaba frente a ellos, ninguno de ellos era capaz de mirarla a los ojos, después de todo eran esclavos. Sin embargo, Andreas se quedaba mirándolos. "Probablemente Andreas jamás pensó que su vida cambiaría tanto en tan poco tiempo." Ambos recorrieron los pasillos del castillo de Könn, rodeados por las armaduras sin vida de todos los hombres que le precedieron a Gálica.

     —¿Qué ocurre Andreas? —Le preguntó Gálica.

     —Nada, solo que...estos esclavos no son los últimos de la otra vez. —Respondió Andreas.

     —Oh...bueno, este invierno fue muy duro, muchos no sobrevivieron. —Dijo Gálica. —¿Hay algún problema Andreas?

     —No, solo que conocía algunos de ellos. Es gracioso, cuando me trajiste a Könn, y me enviaron con los esclavos, uno de ellos me dijo que no sobreviviría el invierno, por un tiempo estaba casi seguro que tenía razón...él ya no está aquí.

      "¿Acaso siente empatía contra los esclavos?, bueno sería comprensible, él llegó aquí como uno de ellos."

     —No eres como ellos Andreas.

     —¿Por qué soy útil?

     —Aún después de todo esto, ¿Aún sigues pensando eso Andreas? No Andreas, es porque ves las cosas de manera diferente. Toda mi vida he estado rodeado de hombres y mujeres que creen que la única forma de solucionar un problema es con una espada en la mano, o golpeando la pared una y otra vez, sin darse cuenta que pueden escalar la pared, rodearla...o algo, pero no. Antes de morir mi padre me hizo prometer que llevaría a Stahland a una nueva edad dorada. Creí que mi matrimonio con Enrico serviría para acelerar las cosas. Pero no, él solo quería aprovecharse y tratar a mi reino como una colonia para extraer hierro. —Respondió la reina. —Pero tú no eres así Andreas. Me gusta hablar contigo y Dana...ella te quiere mucho, jamás la había visto abrirse con alguien más como lo ha hecho contigo. No estás aquí porque seas una herramienta o un peón. No estás aquí para ser usado, estás aquí porque...este lugar es tu hogar, Dana, los caballeros de la orden y yo podemos ser tu hogar Andreas.

      Dijo Gálica sonriendo.

      —Gracias por esas palabras, Gálica. —Respondió Andreas.

     Entonces entraron a la cámara del consejo, Albreich era el contador del tesoro real, un hombre viejo, como muchos hombres que no tenían el privilegio de haber nacido con un buen físico ni una habilidad con las armas, Albreich tuvo que aprender a usar la cabeza, era un buen contador, de cabeza rapada, de ojo azul, de cara arrugada y cejas pobladas. Luego estaba Velkor el encargado de hacer valer la justicia real en Stahland, quien tenía cabello gris y ojos negros. El hombre tenía una mirada severa, la manga en su chaqueta de cuero estaba suelta, puesto que había perdido el brazo en un enfrentamiento contra un Norse. Y por último estaba Alesbrimm, una mujer joven de cabellera dorada y ojos ambarinos, ella era una grisvidente y era la encargada de recabar las quejas y sugerencias del pueblo llano.

      —Mis barones, gracias por aceptar esta reunión. —Pronunció Gálica. Inmediatamente se abrió la puerta detrás de Gálica y Ser Bruno entró y se sentó en su asiento. Tenía que hablar con los otros.

     —Perdón por el retraso alteza, el entrenamiento apenas terminó. —Respondió Ser Bruno y se sentó entonces en su lugar.

     Gálica entonces le lanzó una mirada a Andreas y el muchacho entonces entendió. El caballero inmediatamente arrastró la silla para que Gálica se sentase y él se sentó en otra silla.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Where stories live. Discover now