Capítulo XLIX: Primas

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HANNES

Aquella mañana los clarines de guerra fueron sonados y el estruendo fue lo suficientemente fuerte, como para levantar a Hannes de su cama. La reina se talló los ojos y luego salió de la cama, se colocó los pantalones para montar, pues no tenía tiempo para ponerse el vestido. Elke irrumpió en la tienda de la soberana de Esterreich.

—¡Alteza! ¡Tenemos un problema! —Exclamó la criada de Hannes.

—¿Qué ocurre? —Le preguntó Hannes, aún adormilada.

—Su primo alteza ha arribado con los refuerzos de Nordenfeld.

—Tarde como siempre...

Hannes entonces salió del interior de la tienda y fue caminando hacia la entrada de la ciudad, donde ya se encontraba el Gran Maestre Engelbert y uno de sus acólitos, aquel muchachillo escuálido de facciones finas, aguda voz y cabeza rapada. A su lado estaba el conde Rosenklaus, y como siempre su armadura yacía resplandeciente y sin ninguna dentadura, más las que había conseguido escapando de los Stahlander de Gálica Kreuz.

—Alteza, que gusto verla con nosotros de nuevo. —Saludó el lambiscón de Rosenklaus.

—Conde Rosenklaus, siempre el primero en la línea, que haríamos sin su valentía. —Le respondió Hannes con un tono irónico, aunque no sabía si el conde en realidad le había entendido o no. Entonces un jinete aceleró el paso hacia la entrada de la ciudad, un par de alas doradas brotaban de la armadura del jinete que lideraba las tropas.

"Él no es Ferdinand, las plumas son un toque excesivo hasta para él." Pensó Hannes. Entonces el jinete pasó a quitarse el yelmo que estaba moldeado como la cabeza de un león y lo primero que reveló fue su larga cabellera dorada y ese hermoso par de ojos cerúleos.

—Katrin. —Anunció Hannes a todos los presentes. —¿Qué es lo que estás haciendo aquí, pedí por Ferdinand no por...?

—Hannes, gracias a Nerelmuther que te encuentro todavía aquí. —Respondió Katrin. —Todo Nordenfeld ha sido invadido por Norses. En este momento han arrasado con todas las aldeas en la costa y han comenzado su marcha hacia Goldene Tur.

—¡Norses otra vez! —Exclamó Hannes enfurecida.

—Así es prima, Ferdinand se quedó luchando contra ellos y me ha envidado en su lugar para ayudarte a expulsar a los Stahlander de las costas. —Respondió Katrin. —Pero por lo que veo...ustedes ya se han encargado de todo.

—Gálica Kreuz y su ejército huyeron de la ciudad, habéis llegado solo dos días tarde prima. —Respondió Hannes.

—Estoy seguro que Krieger y Altenmann no te dejarían morir. Además, tenía que encargarme de los refugiados. Pues como sabrás prima, los Stahlander saquearon la ciudad de Zuckerwasser. —Respondió Katrin. —Tuve que ayudarlos, darles comida y agua, pues habían perdido todo lo que tenían a manos de esos salvajes.

—Puedes descansar del viaje Katrin por hoy, pero mientras tanto yo me prepararé para regresar a Weisstadt, estoy segura que tú y Ferdinand podrán hacerse cargo del resto de los Norse.

—Sé que el lugar de una reina está en el palacio, pero ¿no vendrás a Nordenfeld a apoyarnos prima? —Le preguntó Katrin.

—Si necesitas ayuda Katrin, con gusto irá el Gran Maestre Engelbert y sus soldados de la Orden de Ahri a apoyaros en la batalla. —Respondió Hannes, la reina miró sobre su hombro al Gran Maestre Engelbert. Cuando el gran maestre notó la mirada de su majestad, comenzó a hablar.

—Iremos en seguida alteza. —Dijo el Gran Maestre. —Pero antes, me gustaría intercambiar unas cuantas palabras con usted antes de partir majestad.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora