Capítulo XLVII: La esperanza muere al último

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GULIANA

La caravana de mercancías se movía lentamente sobre el camino empedrado, sinceramente a Guilana Farnesse le impresionaba que los Esterreichii tuviesen caminos de piedra más allá de los muros de Weisstadt. Frente a ellos iban 15 carros de mercancías diversas hacia Nordenfeld y tras ellos 32 más. todos estos mercaderes recorrían la carretera más grande en el norte. E incluso tenía su propio nombre. Könnigstrasse. Sujetando las riendas de los percherones de carga estaba Ernesto, ocultando el desastroso resultado de la reunión con la reina Hannes. Mientras tanto Pierro Vernali y Guiliana estaban revisando los estados de cuentas. Las cuentas no salían, estaban perdiendo más dinero en esta expedición que el que estaban haciendo.

—¡Maldita sea...! —Gruñó Pierro Vernali, Guliana alzó la mirada y miró al hombre, sus fosas nasales habían empezado a expandirse y contraerse. Estaba enfadado.

—¿Qué ocurre Signore Vernali? —Le preguntó Guliana.

—¿Madonna que acaso no lo puede ver? Toda esta aventura ha resultado una pérdida de tiempo y dinero. —Entonces Pierro arrojó el sujeta papeleas con los estados de cuenta contra los barriles de grano. —3 toneladas de grano, eran todas las ganancias de este año, sabía muy bien que teníamos que haber aceptado mejor el tratado comercial con el reino de Cíbola. Ellos entienden el significado del honor.

—Dudo que el reino que se apoderó de todo el Nuevo Continente a través de las guerras de conquista, respete los tratados comerciales. —Respondió Guliana. —Esta aventura aún no ha terminado, solo tenemos que...recurrir a medidas más austeras.

—Eso es fácil para usted decirlo Madonna. Es una Farnesse, tiene más oro del que usted y su familia podrían gastar jamás. —Respondió Pierro Vernali. El hombre estaba en todo su derecho de estar enojado, después de todo, había sido la decisión de Guliana robarles a los Casteglio el tratado comercial con Esterreich.

—¿Y todo para qué?, Para que pueda demostrarle a "papi" que es más que una cara bonita? —Le insultó Pierro. De ser cualquier otro hombre, Guliana le hubiese dado un fuerte bofetón, pero tenía que aguantarse su enojo, los tres estaban juntos en esto.

—Tiene todo el derecho de sentirse enojado por el resultado de la reunión con Hannes Blauenblud. Pero, no el de insultar a sus empleadores. —Respondió Guliana. —Usted está enojado porque perdió sus ganancias, más Signore Ernesto quien apostó todos sus ahorros en esta expedición se mantiene callado, se mantiene esperanzado.

Entonces Ernesto Bianconi rompió el silencio y finalmente habló. —Me mantengo en silencio porque es más fácil que matar a los dos embaucadores que me han hecho quedar en la miseria. —Respondió el hombrecillo sin tan siquiera quitar la vista del camino.

Entonces Guliana se levantó de su asiento y miró a sus dos incrédulos compañeros de inversión. —Veo que ustedes dos han perdido la fe. —Guliana levantó su brazo al cielo. —Podrán haber perdido la fe en mí, ¡Pero en nombre de Edum en el reino de los cielos, les prometo que venderé las tres toneladas de grano!

Tanto Signore Pierro como Signore Ernesto comenzaron a reír.

—¿Quién comprará tres toneladas de grano? —Preguntó burlonamente Signore Vernali. —Estamos en primavera, ve a tu alrededor, no hay más que hectáreas y hectáreas de trigo. Es como si quisieras vender piedras a la tierra, o sal al mar. Acéptelo madona, la invasión Stahlander terminó con nuestras ambiciones.

—Donde ustedes dos ven un agujero, yo veo una escalera, nadie ha dicho que Hannes Blauenblud sea la única a quien le podamos comerciar. Les prometo que venderé el grano, les prometo que seré capaz de venderles sal al mar y piedras a la tierra, solo necesito un poco más de paciencia y confianza en ustedes.

La Última Reina II: Confrontación de Coronas.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt