XIX.

30.3K 2.4K 1.4K
                                    

Me levanté con un dolor de cabeza terrible, me sentía mal y todo lo que había pasado anoche volvió a mi cabeza haciendo que doliera con más fuerza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Me levanté con un dolor de cabeza terrible, me sentía mal y todo lo que había pasado anoche volvió a mi cabeza haciendo que doliera con más fuerza.

Como era de costumbre me levanté primero que mis dos hermanos y fue solo para abrirle la puerta al inepto de Jace, porque solo él es capaz de venir a irritarme más de la cuenta.

—Espero por Dios que tengas una buena razón por la cual vinieras.—Murmuré una vez que abrí la puerta.

Jace sonrió de lado y levantó con bolsa blanca pequeña llena de lo que parecían ser pastillas.

—Tú, tú eres una buena razón.—Rodé los ojos ante su respuesta.—Te traje pastillas, puesto que sé que anoche no fue tu noche.—Entró a mi casa sin ser invitado.

Tremendo.

Pero no puedo negar que se sintió bonito que solo viniera para darme esas pastillas.

—Gracias.—Le arrebaté la bolsa de un tirón y me dirigí a la cocina seguida de él.—¿Qué te trae por aquí? Anoche te dejé todo claro.

—Que sepas que no eras mi única amiga aquí, también tengo a Susan y a Lucas.—Él rodó los ojos.—Y esas pastillas no son solo para ti.

Retiro lo dicho.

Yo reí.—No entiendo. ¿Sólo soy tu amiga cuando quieres?

—Somos amigos siempre.

Me acerqué hacia él, una vez estuve frente a él me incliné hacia delante.

—No era tu amiga cuando me besaste, tampoco lo soy cuando me beso con Mason.—Jace apretó su mandíbula.—¿Entonces cuándo soy tu amiga?

Joder, tenía que hablar con Mason, tenia que dejar de besarme con los dos.

—Brooke, mi autocontrol tiene un límite, ya te lo he dicho no me hagas hacerte mía en el encimera de tu cocina.

JODER, JODER.

¿Soy yo o hace más calor?

Vamos Brooke, actúa normal.

—¿Ah, sí?—Lamí mis labios.—¿Qué vas hacerme exactamente?

—No quieres saberlo.—Murmuró.

Puede que aún tenga tragos en la cabeza.

No quité ni por un según la mirada de sus ojos negros, eran adictivos, un negro tan inmenso que te envuelve al mirarlos.

—¿Y si quisiera?—Me atreví a preguntar.

—Créeme, no quieres.—sonrió con suficiencia.—Porque de ser así, solo con decirlo mojarías tus bragas.

Mis ojos se abrieron a tope y mis mejillas se calentaron.

—¡Cerdo!

—No dije nada y estás sonrojada.—río negando.—Linda bebé.

¿Te quedas conmigo? ©️ (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now