¿Te quedas conmigo? ©️ (EN EDICIÓN)

XVIII.

Habían pasado dos semanas desde que recibí la noticia, dos semanas en las que he estado analizando mi embarazo, las cuales también han sido algo hostigaste para mí. Jace no me había dejado ir de compras solo, tampoco parecía querer dejarme sola aun cuando ni siquiera se veían indicios de tener una gran panza.

Tenía tres semanas de embarazo cuando lo supe, han pasado dos por lo cual tengo un mes y una semana. Se puede tan solo una pequeña curva si te fijas bien. Si lo pasas de largo no te das cuenta.

Cuando decidí contárselo a mis amigos en la cena de acción de gracias. Primero se lo había dicho a Demon porque no iba a asistir a la cena de acción de gracias, así que tuve que decírselo. Se emocionó tanto que me compró helado de chocolate. Por otro lado Kathe me insistió tanto que terminé diciéndole por mensaje.

Por supuesto no pasó ni una hora y ya estaba rompiendo mi puerta.

Ella lo tomó mejor que todos, incluso que Demon que me compró mi helado favorito. Ella se quedó conmigo toda la noche mientras veíamos videos de maternidad. ¿Cuándo empecé a rodear de personas tan genuinas y auténticas?

Es po lo cual ahora nos encontramos reunidos en el comedor hablando de trivialidades mientras cenamos. Yo no puedo dejar de pensar en lo agradecida que estoy pese a lo pase hace unas semanas.

—¿Y qué van a hacer cuando nazca el bebé?—Pregunta Kathe dirigiéndose a Jace y a mí. Luego a Alice y Lucas.

—Alice y yo queremos comprar un apartamento o una casa, a las afueras de la ciudad.—Explica mi hermano.

—Yo no la quiero a las afueras, que conste.—Habla Alice ganándose una risa de parte de todos.

Yo ladeo la cabeza porque en realidad no sabía que procedía en mi relación luego de dar a luz al bebé.

—¿Te vas a mudar?—Pregunta Susan sorprendida.—¿Me van a dejar sola?

—Yo aún no sé qué haré.—Aclaro algo incómoda.

—¡Tonterías! Te irás también con Jace, aquí no hay espacio para tener un bebé. Y yo, Susan la hermana que nadie quiere se quedará sola y hundida en su miseria.—Susan se cruzó de brazos y apartó la mirada de todos nosotros.

Fruncí el ceño.—No eres Susan la hermana que nadie quiere, eres Susan la hermana que todos aman. Lamentablemente yo también me he acostumbrado a la presencia de ustedes dos en toda mi vida. Incluso fuimos mejores amigos por mucho tiempo, aún lo somos, claro.—Asiento efusivamente.—Pero somos hermanos, inevitablemente cada quien iba a formar su vida en un punto y nos íbamos a separar. Eso no quiere decir que no te amamos, claro que lo hacemos.

—Además no nos iremos al otro lado del mundo, trataremos de estar a la vuelta se la esquina.—Concuerda Lucas.

Susan asiente lentamente sin mirarnos, gesto que siempre hacia cuando no estaba segura o lista para algo.