XXIII.

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—Luces cansada, ¿Pasa algo amor?—Pregunta Jace acercándose a mí

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—Luces cansada, ¿Pasa algo amor?—Pregunta Jace acercándose a mí. Mi posición era esta, estaba acostada de lado en mi cama dándole la espalda a la puerta y actualmente a Jace.

—Mhmmm.

—Hey, mírame.—Pide, pero yo no lo hago. Lo oigo resoplar, pero siento como mi cuerpo se hunde en la cama gracias a su peso.

—Me siento mal, es todo.—Debatía entre sí contarle sobre las llamadas o no.

—Habla conmigo, ¿Qué pasa?

Giré al lado opuesto de la cama para mirarlo a los ojos.

—Las cosas no están bien Jace, ayer recibí unas llamadas extrañas y mi corazón dio un vuelco.—Me incorporé en posición de indio.—Tuve una conversación con Nora.

Su entrecejo se frunce notoriamente.

—Es extraño, casi muero ese día que nos dimos cuenta de mi embarazo.—Trago grueso.—Pero pude hablar con ella, me dijo que nos cuidáramos, que había peligro.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?—Enarco una ceja.

—Muchas cosas cruzaban en mi cabeza, lo siento.

—Brooke...

—No estoy bien, estoy cansada de fingir que lo estoy, de fingir que soy fuerte, no puedo. De nuevo estoy en peligro, no solo yo, también nuestro bebé, me siento malditamente miserable en estos momentos.

—¿Te sientes miserable?—Bufa.—¿Qué hay de mí? En el único momento donde no me siento inútil es contigo, porque del resto siento que todos los problemas recaen en mí.

Yo paso la mano por mi cabello rubio con frustración.

—No sé qué hacer al respecto.

—Mamá me cedió unos papeles, algo para hundir a Emilio, pero, es muy poco.

—¿Qué llevó a Emilio a matar a tu madre? ¿No crees que haya algo detrás?

Muerde su labio mirándome fijamente.—Puede ser.

Yo muevo mi cabeza en forma de asentimiento lentamente.—¿Infidelidad tal vez?

—¿Crees que la mataría por eso?—Enarca una ceja.

—Cariño, ¿sabes cuantas mujeres mueren a diario a mano de su pareja por cualquier bobería?

Hace una mueca de lado y deja salir un resoplido.—¿Crees que haya sido capaz de engañarlo?

Me encojo de hombros.—No hay ninguna razón justificable para que él lo haya hecho eso independientemente del problema.

—Me mata solo pensar en cómo empezar a investigar, ¡No tengo nada por donde empezar!

En ese momento en mi cerebro se prende una bombilla, alargo mi mano hacia la laptop donde me había reenviado el video y aún seguía el correo de la persona que me lo había enviado.

¿Te quedas conmigo? ©️ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora