Capítulo 20 | Demone

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Demone.

Hanniel

Cuando las mierdas se te salen de las manos tienes que volver y hacer saber que a tí nada se te puede escapar. 

Esos hijos de puta me las van pagar porque cuando de mí y de los míos se trata no me dejo y yo, yo soy muy vengativo y para su mala suerte ni siquiera saben quien soy como para cuidarse las malditas espaldas porque de que me los jodo, me los jodo.

—Necesito el helicóptero en menos de 10 minutos —exijo con el celular pegado a la oreja en tanto los lloriqueos de Collet me desesperan.

La volteo a ver y es imposible que de un momento a otro esté tan desecha e hinchada del rostro por llorar tanto.

«Hace menos de dos horas estaba gimiendo en mi oído» 

Sacudo la cabeza ahuyentando los pensamientos porque soy capaz de tomarla justo ahora, ganas no me faltan, con decir que me contuve al no empalarla mientras dormía completamente desnuda en mi cama. 

Me acomodo el empalme que me lastima bajo el pantalón. La rabia no se me va y me voy directo a los diez hombres que se acercan a mi ya fuera del chalet. 

—¿Qué sabes? —cuestiono a Cristóbal, cabecilla de mis hombres y mi mano derecha.

—Su padre, madre y hermana no alcanzaron a ser heridos señor, a  pesar de que el objetivo eran ellos, salieron ilesos pues la guardia pudo detectar a tiempo los movimientos inusuales y salieron lo antes posible del lugar —se calla y entiendo porque lo hace.

Miro de soslayo a Collet y noto la presencia de Liam y Evans que vienen caminando para acá.

—Quedate aquí —le advierto a ella avanzando en lo que con un gesto le hago saber a los otros dos que se queden con ella. 

El primero en abrirle los brazos es Liam y sin perjuicios ella se le va encima «Ya saben lo que a ocurrido» Les llamé con intenciones de otra cosa pero no para que se fueran los dos a abrazar a Collet. Muevo la cabeza indicándole a Cristobal que siga hablando caminando a mi lado para que nadie nos escuche. 

—Temo que no puedo decir lo mismo del señor Zane y la señorita Dafne, ellos pues... —desvía su mirada a donde yace la diminuta chica hecha un mar de llanto. —No podrá con tanto, señor...

—No te incumbe —lo corto de una vez por todas— ¿Qué sabes de lo otro? 

—Aún no hemos podido identificarlo, es muy astuto. No sabemos como ha podido entrar, nuestra guardia estuvo muy a la defensiva adicionando la seguridad de la finca. Aún no sabemos como pudo evadir a tantos, sé que aún está dentro pero es imposible encontrarlo, ni la mínima idea donde puede estar, no hay refugios acá ni donde pueda dormir, se descubrió que estuvo en la cabaña 150 pero ya hemos puesto vigilancia ahí. 

—¿La cabaña 150? ¿Como pudo entrar ahí si esa cabaña hace mucho que dejó de funcionar?

—En eso estamos señor, alguien tuvo que ayudarle. Además que él no fue el único que estuvo ahí —arrugo el ceño entendiendo su referencia.— La señorita Collet estuvo ahí, la vimos entrar junto a su amiga para que luego salieran con sus pertenencias.

Dirijo mi atención a ella. ¿Qué hacías en esa cabaña?

—¿Sabes si la llave se la proporcionaron o ella ya sabía que ese alguien ya estaba ahí?

—No señor, la llave aún permanece en el llavero general, nadie de los que estaban autorizados para asignar la tomó. No hay otra copia así que alguien que puede pasar desapercibido y conocido a la vez entró al lugar para tomarla y luego devolverla a su lugar con trampa.

Hacia lo Prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora