Capitulo 17 | Parte 2

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Encaros.

Collet.

¡Corre!

Su torcida sonrisa macabra me tiene aún asustada, da vuelta en su eje y me cuestiono el por qué tuve que preguntarle eso sí a mí no me debe interesar.

Fija sus claros ojos en los míos y presiento mal, baja un pie al escalón contiguo y me pongo alerta, observándolo, mi mente grita que corra y me vaya de ese lugar. Se acomoda el suéter y...

Empieza a bajar las gradas corriendo y yo nomás al ver el más mínimo movimiento rápido salgo corriendo también a mí habitación. La respiración se me acelera y me altero con el sonido ensordecedor de sus botas resonando en el piso de madera cuando da un salto bajando por completo las gradas, todo en menos de 10 segundos.

Visibilizo la puerta. Solo debo correr un poco más y llego a mi habitación, la veo tan cerca que en menos de nada cierro detrás de mí la madera a la que le coloco todos los seguros que tiene con las manos temblando.

«¿Que diablos?»

Respiro con la boca abierta y el corazón se me quiere salir del pecho. Si esto es una broma está siendo de muy mal gusto, demasiado. Aunque no creo que lo sea.

Escucho sus pasos lentos pero bien firmes, comienza a silbar y me pone los bellos y nervios de punta ¿Que clase de persona es éste? Y ¿qué es esa manera de perturbar?

—¿Por qué corres Collet? ¿No fuiste tú la que me preguntó que era lo mío? Pues dejame mostrarte.

Se me helada la piel. Él... Él ¿Cómo sabe...

—¿Cómo... sabes mi nombre? Nunca te lo dije —logro articular entre tanto desastre de respiración.

Emite una risa ronca, que si en otras circunstancias fuera me parecería sexy, pero como ahora parece un maldito demente siento una corriente de pánico.

—Oh, si verdad —queda en silencio por unos largos segundos—, pues creo que ya me he expuesto, que lamentable —se queja y cuando creo que dirá más todo parece desparecer.

Ya no escucho más a pesar que me quedé esperando, esperando una explicación del qué hace acá, que absurdo. Pasan minutos y sigue todo en silencio, me separo de la puerta, despacio, sin ruido.

Observo la puerta caminando de espaldas, y si no es hasta que topo mis piernas en la orilla de la cama que me doy cuenta que es mi oportunidad de irme de acá. Me volteo rápido sacando las cosas de mi maleta y encuentro un pantalón de mezclilla roto y me lo coloco a la velocidad de la luz así también como una blusa cuello de tortuga al ombligo, me pongo mi chaqueta y empiezo a quitar los seguros, evitando hacer ruido.

«Que se haya ido, por favor que se haya ido»

Mi mente suplica, saco mi cabeza y veo a todos lados y ya no está en el pasillo, o por lo menos no veo nada. Acomodo mi celular en la chaqueta y cierro la puerta despacio evitando hacer ruido pero ésta me juega al contrario y hace un chirrido, cierro los ojos con fuerza y cuando los abro salgo corriendo sintiendo alguien detrás de mí.

Salgo de la cabaña tropezando pero me rafirmo viendo hacia atrás y lo que veo es una sombra negra ocultarse en uno de los árboles y eso es suficiente para que acelere mi corrida. «Patitas para que te quiero»

No paro siguiendo el camino por dónde vine buscando donde es la fiesta. Comienzo a escuchar la música y quiero hasta volar para llegar yá, entro en un área adornado con lucesitas y ya hay cabañas con luces de adentro encendidas, me detengo en medio de varios caminos ¿Por dónde me voy? Agudizo mi oído y capto por dónde viene más fuerte la música y salgo corriendo por ahí pero me estrello fuerte con alguien más.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now