Capítulo 2

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Collet.

Mientras voy de camino a mi casa, siento las cosas muy raras, me siento rara. Por alguna extraña razón Wyatt viene a mi mente, aquello de que no he hablado con él en mucho tiempo, así que las ganas de llamarle y escuchar su voz me ganan.

Pero no puedo hacerlo, pues voy en el auto de Allie, hecho que me hace estar siempre alerta y con pánico porque ella está un poco ebria, no del todo, pero si un veinte por ciento. Nos venimos y reencontramos luego de que la actividad rara y un poco turbia en ese bar haya terminado. Yo, por mi parte, no vi más a aquel chico de ojos grises, se desapareció como si fuera una aguja en un pajar, literalmente, y por algún motivo lo agradecí bastante. La llamada Adikia fue quién se quedó conmigo en la barra, y eso, fue algo que agradecí también.

—Hasta mañana —me despido de Allie cuando aparca a las afueras de mi casa.

—Feliz nocheeee —canturrea la última palabra y eso es otro indicio de que sí está ebria, aunque ella lo niegue.

—¿Segura que puedes irte sola? ¿No me sentiré culpable si chocas y arruinas tu auto?

—Que no estoy ebria, Colletcita, vete, duerme, y sé feliz como una lombriz.

Sí, definitivamente está ebria. Le digo que me espere, que no se le ocurra irse mientras tomo mi celular y marco el número de Owen. No dejaré que se vaya así, pues una cosa es que yo esté a su lado evitando que se duerma o pierda la conciencia, a que ella se marche sola con su ebriedad.

—Tu hermana está ebria. —Le informo al instante en que me contesta.

—¿Eh? ¿Quién eres y porqué me llamas a esta hora? —Su voz es como... si le pesara la lengua para emitir cada palabra. Joder, no me digan que él también está ebrio.

—Owen, soy Collet, y tu hermana, Allie, está ebria, por lo que no puede conducir sola.

—¡Que no estoy ebria! —reclama Allie recostando su cabeza en el timón.

—¿Qué Allie qué?

Respiro profundamente, medio cerrando los ojos asumiendo que los dos hermanos Seebold están ebrios. Vuelvo mi vista hacia Allie que no hace nada, se quedó con la cabeza en el timón y sus manos aferradas al mismo; miro atrás, las luces de mi casa están apagadas, menos las del segundo nivel, de una habitación en específico y es la de mi padre. Papá está despierto y es obvio, estará esperándome.

¿Será buena idea pedirle ayuda a él? Después de todo ya conoce a Allie, no querrá tampoco que una adolescente se vaya sola. Así que, mi atención vuelve al celular pegado a mi oreja, a la llamada que intento seguir, pero al captar el pitido de una llamada cortada sé que ya perdí a Owen.

—No te vayas aún —le vuelvo a hablar a mi amiga, la cual solo me levanta una mano balbuceando un... no sé qué, pero supongo que es un asentimiento.

Mientras camino en dirección a la puerta de mi casa me miro de pies a cabeza, sabiendo que este vestido será motivo de discusión con papá, ya que a él no le parece que yo use vestidos de este tipo, así de atrevidos.

No quiero tener una discusión, hemos tenido bastantes y una más es un dolor de cabeza, además de que no me gusta hacerlo enojar, no tengo por qué hacerlo si sé bien las reglas de él. Entonces, no, no es una buena opción pedirle ayuda a papá. Vuelvo a tomar aire, ahora, ya un poco más nerviosa que antes; si papá ve a Allie en ese estado, nunca jamás me va a dejar salir con ella.

Vuelvo a tomar el celular, sin ninguna otra salida y le marco nuevamente a Owen; pasan lo segundos y no me contesta, así que me voy poniendo aún más nerviosa porque ya van a dar las diez. Luego de unos segundos más, sigue sin contestarme, me desespero, y a la vez me espanto con el auto que se detiene justo detrás del rojo deportivo.

Hacia lo Prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora