Escena fugaz

2.4K 91 115
                                    


Collet. 

Parte de lo que elijo y me dispongo a hacer, es simplemente por ver el rostro, la belleza, y el aura que Hanniel emana; de esos hombres que sin necesidad de hablar, ya te dicen qué hacer, tan solo con una mirada, con una mirada de esos ojos grises claros que, lamentablemente, me vuelven loca.

Y ahora, entre la gente, con Allie a mi lado, hablándome no sé de qué tema, y él, con Oriana casi que subiéndosele encima, nos miramos fijamente, así como disimuladamente, o tal vez eso último solo sea de mi parte. Él toma un líquido transparente de un vaso de cristal, mojando esos labios que deseo tanto poder besar en estos momentos, y es que, llevábamos tanto tiempo sin un acercamiento directo, ni siquiera su presencia a centímetros de la mía, por lo que, puedo atreverme a decir que las ganas de algo más están igual de desesperadas de su parte como de la mía.

Quiero besarlo, quiero que me bese; quiero follar con él, quiero sentir su derrame... Joder, estoy tan mal que ni vergüenza me da imaginar eso con mucha gente alrededor de mí.

El cosquilleo entre mis piernas se hace presente, demostrando una vez más que como Hanniel, ninguno. Pues es el único que, sin siquiera tocarme o decir cosas sucias, me hace imaginar hasta lo más desvergonzado que juntos podemos hacer.

—Debo ir al baño, ahora vuelvo. —Corto la hablada de Allie, sin sentirme mal de alguna forma.

Ella me mira raro, ya que casi nunca hago esto, pero como que no le toma importancia y acepta.

—Te apresuras.

La dejo, me voy en dirección a unos salones lejos de toda esta fiesta. Necesito aclarar mi mente, necesito bajar la calentura que ha crecido en mi interior, porque por más que tenga ganas, no voy a ir a rogarle para que ocurra una follada.

Veo puertas, veo espacios para meterme, pero cuando estoy a punto de entrar a una habitación, miro al fondo del pasillo, a una puerta de vidrio que refleja luces de adentro, leves luces que son notorias para mí porque las bombillas principales del techo están apagadas, me hacen cambiar de opinión. Ese lugar parece aún mejor opción, así que suelto la manilla de esta puerta, para dirigirme a esa otra.

Cuando entro, quedo realmente impresionada con lo bonito que es dentro: hay como juegos, todos parecen ser del tipo de solo mesa, y absolutamente todas están destellando un color de luz led, cosa que me hace dar cuenta que es lo que se ve desde afuera.

Todo me llama la atención, y me digo a mí misma que sí fue mejor opción venir acá. Quiero ver más de cerca, y, aunque todo parece ser divertido, mi atención en mayoría se la lleva aquella mesa de pool, que está a mi izquierda, pegada al fondo de esa dirección.

Siempre he querido aprender a jugar eso, mamá era muy buena para jugarlo, y alguna que otra vez me enseñó a hacerlo. No tengo práctica, ni sé muy bien hacerlo, aún así, creo poder manejar aunque sea el palo de billar.

Me acerco a la mesa, los bolas están bien ordenadas en un triángulo, tomo el palo y las ganas de desordenar ese pulcro orden me toman, así de maliciosa. Tomo de la manera correcta el palo entre mis manos, colocando la punta directa a esa bola blanca, y mis dedos de la mano izquierda haciendo soporte.

Estoy por dar el primer empujón para romper esa forma perfecta, pero termino quedándome muy quieta, al instante en que mi piel se eriza completamente cuando sus manos me agarran con fuerza las caderas, y acto seguido me empuja hacia atrás, pegándome descaradamente a su regazo. De inmediato siento esa erección que me confirma que no era la única.

—Este maldito vestido me está volviendo loco, Collet. —Su voz tensa, entre cortada, es lo más sexy que he escuchado en todo el día, en mucho tiempo más bien.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now