Capítulo 34 | Revolución de las ratas.

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Revolución de las ratas.

Collet

—Levanta el culo, preciosa. 

Obedezco a las palabras de Hanniel mordiéndome el labio inferior y cerrando los ojos con fuerza cuando comienza a penetrarme la vagina con una lentitud que me mata, mis manos sobre mi espalda apretadas por una de él, mi pecho y cara contra el colchón de la cama, y puesta sobre mis rodillas a la orilla de la cama mientras él permanece de pie en el piso torturándome de tal manera.

No se mueve, no se introduce, mete un poco y vuelve a sacar provocando que mis jugos destilen por mis muslos que tiemblan con la posición.

—Hanniel... —le suplico incapaz de seguir aguantando.

—¿Qué, Collet? —introduce nada más la punta y siento como con su mano agarra el falo para hacer círculos dentro.

—Apúrate —le digo intentando levantarme pero ejerce presión hundiéndome más en el colchón.

—¿A qué?

Casi que puedo ver su sonrisa arrogante y de burla por verme de esta manera, vulnerable y deseosa de sus embestidas.

—A follarme —lo digo en voz baja, así porque aún me da pena decirlo tan fuerte con la desesperación.

Ríe, emite una risa ronca que me da un tirón en el coño que él nota y lleva su mano al lugar cuando saca su glande de mi interior.

Comienza a masajear mi centro y gimoteo presa de las sensaciones que me provoca, acelera la frotación de sus dedos y maldigo en mi mente que lo haga rápido y me lleve a la cima para luego bajar el ritmo devolviéndome al inicio.

El sonido encharcado que hacen sus dedos contra mi humedad me encanta demasiado.

—Ah... Hanniel quiero más que tus dedos —le pido nuevamente.

Mi yo interior me regaña por estar suplicando por sexo, en el sexo, pero me vale, todo me vale cuando estoy desnuda frente a él dispuesta a todo con sus perversidades.

Siento que mi cuerpo palpita completo prendido en llamas, es demasiada la excitación que tengo y se lo vuelvo a pedir.

—Paciencia Collet —comienza a deslizar hacia arriba sus dedos, llevando mis líquidos a aquel lugar y ahí es cuando me doy cuenta porque se está tardando tanto.

Hace círculos en ese lugar y me da algo, recuerdo lo que dolió por ahí y que no pude caminar bien en más de una semana, me pongo alerta y abro los ojos.

—Dame primero por el coño —le pido con el corazón a mil.

—Quiero follar tu culo en este momento. —coloca el glande en mi orificio.

—Pero yo quiero por mi vagina —muevo mis caderas para que no se hunda— luego te dejo hacer lo que quieras.

Resopla burlón y me da una nalgada fuerte.

—Ah, sí, que rico. —le suelto gimiendo.

Me agarra fuerte de las caderas luego de unos segundos en los que se queda viéndome, o talvez pensando, lo puedo ver de lado y noto muy bien como lo he descontrolado y se me viene encima apretando mi nuca.

—Eres una maldita —susurra a mi oído y abro levemente la boca con la primera penetrada que me da.

«Esto es la gloria infinita»

—Tú... —suspiro con la deliciosa sensación de sus embestidas fuertes que comienza a dar— Tú también lo eres.

—Oh claro, de eso no tengas duda —se endereza y se coloca nuevamente de pie.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now