Introducción | Collet Zane

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Narrador omnisciente.

Tener una beca, que antes era un simple gusto, ahora se volvió una necesidad que debe cumplirse sí o sí, a menos que ella quiera ingresar a una pública.

«Ni loca voy a entrar a estudiar a una universidad pública» pensaba Collet, pero no porque eso fuera denigrante o algo por el estilo, porque obvio no lo era. Simplemente quería tener una enseñanza excelente y está de más decir que en un establecimiento prestigioso podría tenerlo. Además que también quería un diploma que le ayudará en su futuro laboral y que le abriría muchas oportunidades si es de esos brillantes que otorga esas Universidades, eso y que quería vivir o experimentar que se sentía ser parte de una.

Ahora se le sumó más presión ya que antes podía vivir con estar en algo público que ahí estarían sus compañeros de vida, lastima que no todo va a su favor. Su padre ha logrado comenzar un negocio, el cual, los obliga a mudarse de ciudad y dejar atrás toda su vida. Collet no ha estado de acuerdo con esto. Pero no todo es malo porque ahora tendrá una vida mejor, el sueldo de su padre aumentó y seguirá aumentando cuando ese negocio esté concluido, pero su padre aún no le alcanza a pagarle tantos dólares para estudiar dónde ella quiere.


♡♡♡

Collet.

—¡Papá, ¿Dónde estás?! —grito atravesando la sala, dirigiéndome a la cocina.

El buen humor no es mi compañía en este momento, estamos en medio de la mudanza y a decir verdad nunca pensé que esto me estresara demasiado, tomando en cuenta que no quiero irme de acá, es decir, tengo mi vida entera en Carolina del norte: mis amigos, mi novio, mis planes de estudio, los recuerdos de mamá permanecen en esta casa y me duele dejar todo.

—En el jardín cariño, ven ayudarme.

Doy vuelta sobre mis pies, tomando en el proceso una botella de agua pura y cruzo de vuelta la sala y, al llegar al jardín me recuesto en el marco de la puerta, viendo a mi padre de cuclillas arrancando las plantas del jardín.

—¿Qué se supone que estás haciendo papá?

—Pues yo digo que acariciando las plantas. —su sarcasmo reina en esa frase.

—No es necesario llevarnos las plantas —le recuerdo inclinándome la botella de agua y tomando un sorbo .

Inmediatamente siento como mi pecho se refresca, no había tomado desde ayer en la tarde y hoy ya son las 9am. Tengo serios problemas al tomar agua, es que me sabe asqueroso por lo mismo de ser simple.

—Claro que lo es Collet, eran las cosechas preferidas de tu madre y no pienso dejar que los nuevos inquilinos las dejen morir o las desechen como si no tuvieran valor —se levanta con una mata de orquídeas moradas en su mano izquierda.

Un dolor se posa en mi pecho al recordar plenamente la muerte de mi madre, llevo dos años de luto y aún siento que fue ayer. No creo poder superar en algún momento su partida. Quiero pensar que no soy la única que llora por ella todas las noches sin falta.

—¿No crees que es mejor no vender la casa? Ésta también era de ella.

—Ya hemos hablado de esto cariño, no hay vuelta atrás.

—Pero es que no quiero irme —se me quiebra la voz—, tengo todos los recuerdos de ella acá, ella vive acá.

Un nudo se hace en mi garganta y mis ojos comienzan a arder amenazando que las lágrimas se acercan.

—No, ella no vive en esta casa, vive acá —posa su dedo índice en mi pecho, donde está el corazón —a dónde sea que vayamos ella estará contigo, en tu corazón.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now