Capítulo 25 | Desde las sombras

2.3K 119 154
                                    

Advertencia: contenido que puede resultar ofensivo, desagradable y/o perturbador para algunas personas, leer bajo su responsabilidad.



Harold

El silbido. ¿Quieres silbar? Hay que silbar.

Sí,

Silba. Hazlo si quieres tener el placer de ver a tu carnada hecha un pánico deleitánte, que lo único que a mi me provoca es querer hacer más y más. 

Arrastro el tubo de hierro en las rejas que hacen un ruido característico. ¿Te gusta?, Por favor, Claro que le gusta. 

—Madre.

Saco el miembro que comienza a lamer como siempre lo hace con la lengua ensangrentada, con un corte  vertical que le provoca dolor cada que la pasa por el falo erecto que gotea, paso mi mano en su pecho con el guante de cuero manchado de sangre de la chica que permanece en el suelo convulsionando con el cuchillo al lado de su corazón. 

Las gotas de humedad caen al suelo en los charcos de sangre «Pluc, pluc» volviendo el suelo en un precioso color carmesí como si del tapete mas deseado se tratara, el olor ácido y metálico me hace aspirar mientras las manos masajean los testículos contrayendo mi abdomen. Acaricio el rostro de la mujer desnuda arrodillada frente a mí y vuelvo a pasar el tubo de metal por las rejas haciéndola temblar del placer que sé que siente, lo puedo sentir y ver. 

La penetro de un solo movimiento con el pie que tiene la funda de un consolador, jadea en respuesta y agarro su cabeza follando la boca que se traga completamente todo, la meto y la saco sin compasión creando otro ruido más en el lugar que le hacen saber a todos que la hora de complacerme a llegado y consigo la hora de su muerte. La primera a cobrado su premio al dejar de luchar, aunque mucha oportunidad no tenía, su cuerpo queda retorcido y quito el cuchillo de su pecho haciendo que la mujer que me trajo a este mundo lama la hoja saboreando la sangre de la victima que ha pedido, sin importarme que se le pueda infectar la puta lengua. 

No dejo que vuelva a tocar con su boca mi miembro y la tiro para que abra las piernas ofreciendo el coño que recibe mis patadas penetrándola una y otra vez mientras el juguete vibra provocandole la salida de sus fluidos mientras gime y se aruña así misma. Lanzo el cuchillo a través de las rejas que atina bellamente en la cabeza de la otra victima que cae arrodillada con chorros de sangre saliendo de su cráneo.

Mis patadas aumentan su placer y se deja venir como siempre, con tanta fuerza que grita como la desquiciada que es. Quito el condón de mi miembro y lo introduzco en la vagina de la chica ya muerta. Tiro por un lado el consolador y me abotono todo quedando bien. 

Me acerco a la otra victima que grita y solloza viendo todo lo que ocurre, en mis manos yace otro cuchillo que llevo a sus carnes vaginales y lo introduzco dándome el placer de verle la expresión de dolor y escuchar los gritos desgarradores que son música para mis oídos.

Le doy vuelta a la hoja dentro de su vagina desgarrando cada rincón de su cavidad y termino halando hacia arriba cortando en dos el clítoris que le condenó a la muerte. Ella nunca debió aceptar una noche de sexo conmigo sin conocerme solo por haber sentido ese cosquilleo en esa perla que se desangra con ella amarrada a las rejas de pies y manos.

Salgo satisfecho del lugar limpiado con tal dedicación mis zapatos, sería una lástima que se manchen por siempre. La tarde a caído y voy en busca de mi pasatiempo favorito, antes de llevar acabo mi objetivo, claro ¿Cómo sería si así no? 

Justo la encuentro dónde creí y me sorprende verla de verdad en esta mansión, el supuesto demone le está dando muchos beneficios, beneficios que nunca le dío a... ¿Qué hace? O sí, se besa con el hermano, interesante. 

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now