Capítulo 7

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Allie.

La sala blanca con luces brillantes hace que el dolor de cabeza esté en aumento. Hace más de 3 horas que trajimos a Collet al hospital.

Realmente me asusté por la cantidad exagerada de sangre que brotaba de su nariz y más aún el hecho de que ella estuviera ida, que no reaccionara a pesar que se le estaba gritando para que lo hiciera. Sin contar el quejido desgarrador que desprendió cuando la intentaron cargar en brazos.

Por fortuna el doctor nos anunció al profesor y a mí que no había sido nada grave, que solo fue un golpe como otro cualquiera pero que había que tener más cuidado porque una caída más fuerte pudo haberle ocasionado la quebradura de sus caderas. Lo que sí se lesionó fue la nariz, por eso la cantidad de sangre que le salió.

«Le hubiera dicho al profesor que ella no podía hacer eso y hubiera evitado su caída» Sentada, desde que llegué no paro de pensar en eso, si tan solo hubiera intervenido, ella no estaría en una camilla aún sin despertar, con yeso en su nariz, y una faja de metal en sus caderas. Ni su papá estaría entrando en la sala con preocupación y enojo palpitante en su rostro, casi que me intimida con su porte y aura.

—¿Dónde está? —rechina cada palabra frente a mí.

Me levanto haciendo evidente la gran diferencia de altura, acomodo mi camiseta deportiva la cual me queda con escote revelador que deja mucho a la imaginación con mis pechos apretados en el top deportivo. Sus ojos viajan a dicho lugar y sonrío por mis adentros por lograr lo que mi 'yo perra' quería. Parece reaccionar y vuelve a mi cara con mucho más enojo que el de antes. Es tan guapo con su cabello castaño y esos ojos café que tan cerca observé cuando...

—¿Dónde está?, Allie —insiste inquieto.

—Está bien, el doctor vino hace veinte minutos anunciándolo. Aún sigue dormida por la anestesia que le pusieron —me obligo a explicar porque no es el momento de hacer lo que quiero.

—¿Qué fue lo que le pasó? —introduce sus manos en los bolsillos y creo saber el motivo.

Me muerdo el labio inferior luchando con mi impulso de llevar mi vista allá abajo para confirmar lo que creo.

Él se desespera por mi falta de información y se pasa las manos por su cabello.

—Tuvo una caída y se fracturó la nariz y por poco las caderas, pero no pasó, solo necesita reposo.

—¡¿Dónde está ese profesor, que permitió que ocurriera todo esto?! —se altera y se encamina para no sé a dónde, ya que en realidad él no sabe dónde está el profesor Fernán.

Me apresuro y lo detengo rodeando uno de mis brazos en su cintura y posando la otra en su torso, el mismo que acaricié con premura por cada músculo formado que tiene. La boca se me hace agua con solo recordarlo.

—Hey. Hey. Tranquilo, él profesor no tuvo nada de culpa.

—¿No había colchoneta o qué?

—Si la había, pero su desequilibrio hizo que se desviara y por más que el profesor y yo intentamos evitarlo fue muy tarde —lo explico con calma.

Aprovecho para acercarme mucho más a él, cualquier oportunidad no la desaprovecho, sin embargo, él toma mis manos y las aparta.

—Necesito verla —retrocede con intención de esquivarme.

—Aún está dormida —le obstaculizo el paso—, esperemos que vengan a avisar.

—Dame permiso —me toma de los hombros y su mero toque me hace arder.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now