Extra | Bajo mi atención.

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Hanniel

—Todo es una mierda, Sofía, y no me estás entendiendo y tampoco tengo las ganas de explicarte.

—¿Estás viendo cómo te comportas no? En este preciso momento.

—Me está jodiendo, no solo ella, sino el hijo de puta que está rondando por la mansión y todos los malditos lugares a los que vamos.

—¿Que te ha dicho Cristóbal?

—No tiene pistas de quién es.

—Bueno, ten paciencia entonces, con tu guardia y la de los chicos no ocurrirá nada.

Le hago mala cara y aprieto la mandíbula entrando al auto. Espero a que ella entre y arranco.

Intento salir del parqueo pero ella me toma el rostro centrándome en el muy cuidado de ella.

—Ni se te ocurra meterte más a fondo, lo tienes prohibido y pedirle que te sigan los mafiosos esos te cobrara el trato que tienes con tu padre.

—Malcom me vale mierda.

—Pero tus hermanos no, recuerda que ellos tienen una vida también que ya muy difícil se les está haciendo con los hombres que los cuidan, no les des consecuencias. Piensa en ellos.

Trato de zafarme pero se inclina y me besa. Sus labios encajan a la perfección y no me niego a seguirle el juego de lenguas que producen aquel sonido excitante. Con ella todo es excitante.

Juego con su paladar y sus labios, succionándolos y mordiendo lo carnosos que son, de pronto las ganas de tenerla completamente desnuda me inundan y lo quiero, pero ella me suelta.

—¿Lo entiendes? ¿Lo harás?

Ruedo los ojos fastidiado con ella, con lo que dice y con lo que ocurre. Aún así, acepto por encima de mis ganas de ir tras el mal nacido que me sigue, me carcome las putas ansias de ir y atraparlo yo mismo porque sé que puedo y tengo las capacidades de hacerlo, pero Sofía tiene razón. Los favores en la mafia no son un juego ni se pagan con dinero y menos yo que soy el que más desea el Boss para que forme plenamente parte de su estructura, de sus hombres y de su poder.

Pero si solo pensara en mí ya estuviera volándole la cabeza a todos los inútiles que se creen mejor que yo. Pero la presencia de Logan y Riley cambia por completo todo, las veces que mi hermana, hasta arrodillada frente a mi pidiendo que deje lo que en un pasado hacía me jode, me jode porque cree que soy alguien bueno cuando que a mí me gusta y satisface hacer esas cosas, sin contar que me da vida plena.

—Dime que lo harás —insiste Sofía y la tomo de la nuca fundiéndola en el beso que responde a su inquietud.

Deslizo mi mano a sus grandes tetas y tomo una por debajo de toda su ropa y sonrío contra su boca al sentir el pezón duro como una piedra, ella también está excitada e intento hacer más pero me detiene.

—Debo irme amor, me está esperando y tú no irás a dejarme.

Ruedo los ojos otra vez y salgo del auto apagando el motor.

—Espero que cuando te folle te haga venir como yo podría hacerlo —me pongo frente a ella a una distancia prudente.

—Sabes que nadie puede como tú, pero algo es algo. —se encoge de hombros y se despide con un beso en la mejilla aparentando ser lo que no es.

—¿Qué le dijiste?

Cree que no me di cuenta que abordó a Collet en el baño, todos creen creer que no me doy cuenta de las cosas que hacen escondiéndomelo «¿Acaso cara de que me ven?»

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now