Capítulo 37 | Encuentros sabor a tristeza

2.1K 101 247
                                    

Canción

Sandoval — A quien tu decidiste amar.

Esperar a su hermana todas las tardes al borde de una rampa era algo que se había vuelto costumbre en esos últimos días. Riley a escondidas de sus padres salía de su casa directo al barrio en donde Hanniel vivía desde los once años, ella iba con su chofer sobornándolo con dulces para que no le dijera a Malcom que estaba yendo a ver al mal educado hijo. Lo cierto era que el chofer comprendía a su pequeña jefa y arriesgaba su trabajo llevándola a ese lugar de mala muerte, los dulces no eran un buen soborno pero por lo menos tenía que comer durante el tiempo que ella pasaba con Hanniel. 

Entonces para Hanniel la primera vez que ella llegó fue una sorpresa y a la vez un enojo porque, ¿Cómo se le ocurría a ella venir sola hasta ese lugar?

—Ay deja de ser tan gruñón —Fue lo que ella respondió cuando la regaño por eso. 

Puso los ojos en blanco sabiendo que su hermanita era una pequeña despreocupada que no media los peligros y si se lo prohibía de todas maneras hallaría la forma de ir, así que no le quedo de otra que recibir los regalos de lujo que ella le llevaba que incluía ropa y zapatos, la comida rica de las que en la mansión se probaba y no podía faltar los dulces y las chucherías que ella compraba como loquilla. 

Así fue durante meses hasta que un día ella ya no llegó, desde hace dos semanas ella dejó de llegar al barrio, él se quedaba sentado en la rampa por horas esperando la llegada de su hermana pero eso no ocurría y volvía al otro día sentándose a la misma hora pero tampoco llegó, se preocupó por eso pues ella no le había avisado nada de que dejaría de ir o que por algún inconveniente ya no era posible seguir visitándolo, y es que él no tenía manera de saber que ocurría porque el contacto con sus hermanos estaba completamente prohibido, ni llamadas, ni visitas. 

¿Que habrá ocurrido?, se preguntaba hasta que el día catorce de que ella no llegaba se cumplió. Era hora. Había pensado en todo tipo de cosas para contactar con ella pero ni una era factible, ni siquiera hablar con el chófer porque él podía mentirle si de Malcom se trataba el problema, Hanniel quería verla con sus propios ojos y asegurarse que Riley estuviera bien. 

Fue entonces cuando tomó un taxi avisándole a Daría, su nana, que saldría, dió la dirección del destino y cuando llegó se paro a un lado de un poste de luz frente a la secundaria de su pequeña hermana, a esperar que ella saliera. «Odio estas pendejadas» pensaba cuando las madres de los niños comenzaban a llegar y lo miraban de manera inapropiada, siendo él alguien muy guapo pero con tan solo diecisiete años y ellas unas señoras. 

Los minutos pasaron y sacó un cigarrillo importándole una mierda lo que pensaran de él, miraba alrededor comenzando a desesperarse y creyó propicio irse, pero ya no lo hizo cuando a lo lejos captó a alguien, o mas bien dicho; a una chica. 

Era ella, esa misma que marcó un récord en la vida de él llegando a ser su primera novia y la que dejó la huella que nadie jamás iba a quitar, solo que él aún no lo sabía, en ese momento lo único que sabia y pensaba era que esa chica era muy hermosa y que ese color rojizo de cabello era algo mas que interesante. 

No pudo quitar su ojos grises muy claros de encima de ella, la observó de pies a cabeza y lo que le hizo removerse en el lugar en el que estaba era el cuerpo de infarto que ella poseía ¡Diablos! es que era tan hermoso, voluptuoso, esas... ¡esas caderas por todos los demonios! Algo en él comenzaba a ponerse duro y no era solo su mandíbula. Terminó su cigarrillo y lo tiró al suelo apagándolo con la punta de su pie. 

Siguió viéndola mientras caminaba, ella hacía un movimiento mero sensual con sus caderas al pegar cada paso, le fascinó esa parte de ella y no le importó verse como un acosador venerando el cuerpo tan atractivo de la chica que se acercaba cada vez mas a la secundaria.

Hacia lo Prohibido ©On viuen les histories. Descobreix ara