Prologo

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¿De que se compone el amor? Era la pregunta que me hice por mucho tiempo. Había creado muchas teorías a lo largo de mi vida pero ninguna acerca del amor. Si me preguntaban, podía decir que el amor es algo que nadie puede describir. Está lejos de ser algo bueno y mucho más lejos de ser algo malo. El amor es tóxico pero al mismo tiempo es la única manera de vivir, amando. Pensé que no conocería el amor pero lo conocí mucho antes de conocer a Alessandro, lo conocí cuando tuve a Alaïa en brazos pero lo conocí profundamente cuando fui a aquel orfanato. No estaba segura de estar haciendo lo correcto. Quería ser madre pero entre querer, y realmente ser una buena madre había una gran diferencia. En aquel tiempo, aún seguía bajo la estúpida idea de que Ryan podía amarme, que si me esforzaba un poco, él lograría ver en mi la mujer que necesitaba. Quizá si veía en mí a una madre, me encontraría una mujer completa. Con ese pensamiento idiota fui a aquel lugar. Entré y mi corazón latía fuerte. Habían muchas niñas de distintas edades y todas ellas estaban ansiosas por ser elegidas cada vez que entraba alguien nuevo con la esperanza de encontrar una que se unificará con alguna de aquellas personas. Yo entre a aquel lugar temerosa, convencida de que la maternidad no era lo mío aunque lo deseaba con todas mis fuerzas.

— Buenos días, usted debe ser Alicia Cariddi. La estaba esperando.

Sonreí nerviosa

— Si, soy yo.

— Nos da mucho gusto que esté pensando en la adopción como opción. Tenemos muchos niños necesitados de hogar y estoy segura que alguno de ellos le robara el corazón.

Asentí con la cabeza aún llena de dudas en mi interior.

— Seguramente.

— Si desea, puede acercarse e ir conociendo a las niñas. Si quiere saber de alguna de ellas, puede dejarme saber.

Estar allí me traía sentimientos encontrados. Nunca estuve en un orfanato pero toda la vida me sentí en uno. Mi madre no era una madre amorosa, mi padre veía en mí más una mujer que una hija y mi hermana no perdía el tiempo para hacerme sentir como una recogida. Me identificaba con cada una de las niñas que estaban allí. Quizá ellas estaban un poco mejor que yo, sabían que eran huérfanas y no sabían quienes eran sus padres. En cambio yo sabía quienes eran y aún siendo adulta no comprendía el porqué no podían quererme. Tal vez por la misma razón por la cual no podía ser madre, porque era algo insignificante en un mundo tan enorme. Camine entre aquellas niñas y entre tantas que habían, solo una me llamó la atención. Estaba aislada de los demás, ella no prestaba atención al hecho de que había una posibilidad de poder ser adoptada. Más bien parecía que deseaba que nadie se diera cuenta de que ella estaba allí. Era una niña callada, seria, desapegada al resto de los demás. No parecía tener reacion por nada ni por nadie. Sin embargo, era una niña hermosa, de piel blanca, mejillas rosadas y ojos azules profundos. Su cabello cobrizo hacía contraste con su piel y sus labios aunque estaban algo quebrados por el frío, eran igual de rosados que sus mejillas. Me acerque a ella esperando algún contacto, pero solo fui ignorada por completo. Dibujaba en un cuaderno y su rostro aunque era serio, también estaba triste.

— Hola...

Se quedó callada y yo comencé a sentirme como tonta.

— Mi nombre es Alicia..., ¿Cómo te llamas?

Siguió dibujando y ella al ver que seguía a su lado mirando sus dibujos, se volteo y mirándome con desdén comentó.

— ¿Podrías dejarme en paz?

— Pensé que...

— ¿Que deseo tener una "madre"? no gracias..., estoy bien aquí. Ahora déjame en paz.

La teoría del amor Where stories live. Discover now