Capitulo 1: Por defecto

3K 408 113
                                    

No sé por qué el recuerdo del día de adopción de Aitana vino a mi mente al ver a aquella monja. No tenía idea de que hacía frente a mi o porque estaba buscándome. Ella me miró fascinada y yo la miré a ella descolocada. Algo incomoda suspiré y apretando los labios comenté.

— Disculpe..., no quiero ser grosera pero no soy creyente y su presencia aquí no le encuentro relevancia. No veo en que pueda ayudarla.

Ella seguía mirándome y ahora no lo hacía con fascinación, lo hacía más bien con tristeza. Estaba algo solloza pero componiéndose rápidamente contestó.

— Ignora mis hábitos, no vengo como monja. Se que no me conoces, pero yo a ti sí. De hecho, mucho más de lo que imaginas.

— No tengo tiempo para esto. Tengo mucho ahora mismo y no puedo desviarme de cosas que realmente merecen mi tiempo.

La monja asintió con la cabeza y serena contestó.

— Me llamo Altagracia, soy hermana de Daniela.

Estaba más confundida que nunca. Mi madre nunca mencionó tener una hermana y mucho menos que fuera monja. En ese momento comencé a sentir que mi vida no era la que parecía hasta el momento. Quería creer que era normal, pero no..., amaba a un hombre que no conocía, tenía una hija la cual no tenía idea de cómo cuidar, otra hija que prefirió irse antes de enfrentar el amor y ahora una monja que decía ser hermana de una madre ausente. Reí incrédula negando con la cabeza.

— Creo que está equivocada. Mi madre no tiene hermanos.

— A mi hermana le encantaría que eso fuese cierto pero no es así. Hace mucho que no nos vemos, quizá ella piense que he muerto.

— Aunque así fuera, ¿Qué relevancia tiene? He estado toda una vida sin madre, creo que puedo estar sin tías también.

Ella bajó la mirada y no insistió más. Parecía preocupada, nerviosa y atormentada. Todo lo contrario a lo que debería sentir una mujer entregada religión. Ella antes de irse me miró y sonriendo con dolor respondió.

— Me iré, pero espero que pronto puedas escucharme. Tengo mucho que decirte aunque creas que no soy relevante en tu vida. Cuídate por favor.

— ¿Cómo me encontraste? ¿Qué interés tienes en mi? ¿Porque nunca apareciste anteriormente?

— Apenas veo todo esto por primera vez en más de veinte años. Soy monja de clausura. No he salido de mi monasterio en casi treinta años. Si lo he hecho, es porque..., porque más allá de mi fe, de mis obligaciones con Dios, llevo una culpa que quiero aliviar. Por eso estoy aquí.

No entendía de qué hablaba, pero su respuesta me llenó de intriga. Ceñuda y aún algo escéptica acepté hablar con ella al día siguiente. Mi madre jamás la mencionó y ya con eso, me había creado la duda. Ella se fue más tranquila pero yo quedé más inquieta. Pensaba en que era eso que esa mujer podría decirme sobre mi madre. Me senté en el sofá cubriéndome la cabeza intentando recobrar un poco la cordura. Eran muchas noticias todas juntas y aún asimilaba el hecho de que Ryan había "muerto".  En los periódicos no dejaban de hablar del tema y poco tardaron en hacernos a Alessandro y a mi comidilla de noticias amarillistas. Oficialmente era la novia del marqués de Villena y en todos los diarios aparecía el mismo título. «de amante, a la novia del marqués de Villena» sabía que no sería fácil, pero tampoco tan jodido. La imagen de Alessandro comenzaba a verse salpicada por la mía y no quería que por mi culpa terminara siendo el hazme reír de toda España. Miré el reloj, aún tenía tiempo. Si algo me quedaba por hacer era hablar con Salvatore. Agarré uno de los coches de Alessandro y conduje hasta el apartamento de Salvatore. El al verme se quedó perplejo. No me esperaba y menos de sorpresa. Entre a su apartamento enojada y aún descolocada. Lancé mi bolso al sofá y cruzando los brazos me detuve frente a él esperando una explicación.

La teoría del amor Where stories live. Discover now