Capitulo 39: Eclipse

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— ¿Todo bien?

Asentí con la cabeza

— Ansiosa, pero bien.

Alessandro sonrió y dándome la mano me ayudó a abordar el yate. Sería solo un fin de semana pero para mi serían dos días decisivos en la vida de los dos. En las maletas llevaba el diario de Caterina, estaba dispuesta a dárselo para quitarme ese peso de encima. El yate era enorme, hermoso y todo era puro lujo. Me quedé mirándolo como tonta deslumbrada por el tamaño y la exclusividad de todo en el.

— Tiene doce camarotes, dos cocinas, baño en cada camarote, una alberca, gimnasio, cine y...

Arquee una ceja

— ¿Y qué?

Sonrió pícaro

— Mejor te lo enseño

— ¿Estaremos solos?

Asintió con la cabeza

— Normalmente se supone que hay diez personas en la tripulación pero..., lo que planeo hacer contigo es digamos...exclusivo. Tome unas clases intensivas de navegación para no tener que disponer de capitán este fin de semana.

Puse los ojos como platos. ¡Estaba loco! Quería navegar el yate solo con una clase intensiva. Pero más nerviosa me ponía el hecho de saber que quería el barco solo para hacer sabrá Dios que conmigo.

— Estas loco

— Por comerte completa

— ¡Alessandro!

— Me encanta cuando te sonrojas. He mandado a preparar un camarote para Sofía.

Me llevó a ver el cuarto de Sofía y era muy hermoso. Colores verde manzana con lila y muchos ositos por todos lados. La cuna era bellísima y los juguetes estaban por doquier. Mi pequeña aún no caminaba pero le encantaba gatear y jugar con lo que tuviera enfrente. La dejé dentro de la cuna con juguetes y rápidamente se entretuvo con ellos. Alessandro me dio una especie de tableta y mostrándome unas cámaras en el techo comentó.

— Podrás verla siempre aunque no estemos aquí. Sé que eso te hará sentir más tranquila.

— Piensas en todo, no dejas de sorprenderme

— Ven, te enseñaré algo

Nerviosa pero intrigada lo seguí hasta el camarote principal del yate. Era jodidamente enorme. Estaba todo repleto de pétalos de rosa y velas por doquier. La cama era inmensa y el techo era de vidrio. Se podía ver el cielo a modo de vista panorámica en todo el camarote. Era alucinante. Tenía un balcón inmenso con una vista infinita a mar abierto. Abrí la puerta corrediza y el olor a salitre y las olas golpeando el casco del yate me relajaba por completo. Las estrellas estaban más brillantes que nunca y era precisamente aquella tranquilidad la que mi mente y corazón necesitaban.

— Es la primera vez...

—¿Qué cosa?

— La primera vez que me subo a un barco. Suena ridículo pero pocas veces pude salir de España cuando estaba casada con Ryan. Todo esto es nuevo para mi.

— Me encanta que lo sea. Haré de esta primera vez una inolvidable, lo prometo.

Aún quedaba esa incógnita que el deseaba mostrarme. Me imaginaba muchas cosas pero ninguna en concreto. Aquella habitación era enorme pero al tener estilo minimalista dejaba pocos detalles desapercibidos. Había una puerta que aún Alessandro no me había mostrado. Intrigada pregunté.

La teoría del amor Where stories live. Discover now