Capitulo 48: se quiebra un corazón

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Un mes después

No estaba de acuerdo con esta boda. Iba en contra de las mentiras y la boda de Salvatore con Renata lo era. Nos habían invitado a un cóctel un día antes de la ceremonia para compartir y socializar. Yo no tenía ánimos de socializar y menos cuando tenía en casa al hombre que amaba en coma sin saber si había valido la pena arriesgarlo todo en esa cirugía. Habían sido unas semanas difíciles. Verlo tumbado en una cama sin saber si despertaría o no era fuerte pero más fuerte fue el asumir un trono sola sin tener ni puta idea de lo que era ser una duquesa. Estaba allí en esa fiesta fingiendo sonrisas, pretendiendo que todo estaba bien cuando por dentro solo tenía una cosa: Alessandro. A veces tenía que beberme las lágrimas y otras simplemente tragarlas para que nadie se preocupara.

— ¿Estas bien?

— Si

— mamá, no me mientas

— Es solo..., esto no es correcto. No se como puedes estar aquí Aitana. Se va a casar el hombre que amas con otra.

Suspiró y mirándome a los ojos negó con la cabeza

— No mamá. Todo está bien, todo estará bien. Después de todo, los dos ya hemos podido soltarnos. Hemos quedado como buenos amigos y para mi eso es más que suficiente.

La agarré por el brazo y casi a rastras. La saqué afuera de donde había silencio y podía mirarla a los ojos y decirle sus verdades sin disimular. Estaba indignada, se mentía ella, se mentía el y así seguían viviendo en una puñetera mentira.

— ¡Amigos ni una mierda! ¿Acaso piensan seguir en esto? Los vi besándose ayer Aitana.

Serena encogió los hombros y respondiendo con una suavidad que me alarmaba, sonrió.

— Las despedidas no tienen que ser amargas. Aquello que viste fue una despedida y sabes..., me ha liberado. Salvatore tendrá su familia y yo tendré la vida que he elegido tener. Recuerdo que hace unos años me decías que era una inmadura sin remedio, ahora puedo decirte que he madurado.

— No, no has madurado. Sigues cometiendo gilipolleces Aitana.

— Madurar es aceptar que no siempre gana el amor. Madurar es aceptar que a veces se cambia al amor de tu vida por otro amor o quizá por otra vida. Yo he elegido otra vida distinta a la que tengo ahora. El amor no siempre es la felicidad, mamá. Salvatore es y será el amor de mi vida; fue mi principio pero no el final.

En sus ojos veía lágrimas que querían caer pero no terminaban de decidirse. Miró hacia dentro y se quedó callada mientras los veía a Salvatore y Renata hablar y compartir amenos. Esbozó una sonrisa tenue añadiendo.

— Es la mujer perfecta para él. No he sanado mamá y creo que nunca podré hacerlo. Todos creen que solo pienso en mi, que no me importa lo que él siente pero si tan solo supieran lo difícil que es dejar ir a la persona que amas, alejarla de tu vida para que sea feliz, no volverían a especular sobre lo que no entienden. El desea hijos y yo no puedo dárselos, desea hacer el amor y yo no puedo hacerlo. Desea tener una esposa, una compañera de vida y yo no sé si algún día pueda serlo con algún hombre.

— Aitana..., el no tener hijos no es impedimento. Pueden adoptar además no creo que él deje de amarte por eso.

— En París intente ser madre soltera. Gasté los pocos ahorros que tenía para quedar embarazada con inseminación artificial. Tres veces, tres intentos que solo me escupieron en la cara lo seca que estoy por dentro. El primer intento, el embrión no sobrevivió en mi cuerpo ni una semana. La segunda vez aborté sin llegar al mes de embarazo. A la tercera vez me di cuenta que no sería madre nunca. Aborté al cuarto mes de embarazo. Fue la experiencia más horrible que he pasado en mi vida pero también entendí y comprendí que era mi realidad. Ella..., Renata está embarazada. Va a tener un bebé de Salvatore. Me enteré por casualidad y no sabes cuánto me dolió. Ella no quiere que él lo sepa hasta que estén casados. Ya son una familia mamá, ahora hay un bebé y yo salgo sobrando.

La teoría del amor Where stories live. Discover now