Capitulo 32: En el fondo de la verdad

2.2K 375 189
                                        

Mis manos sudaban, mis labios estaban temblorosos y mi corazón estaba deseoso de creer cada palabra que él dijera aunque el orgullo seguía lastimado. Miré sus manos y me horrorizó. Sus nudillos estaban rotos y ensangrentados. Preocupada me acerqué, sin pensarlo pregunté.

— ¿Qué te ha ocurrido? Tienes que ir al hospital.

— Estoy bien, no es nada.

— Estás sangrando. ¿Dime qué pasó?

Encogió los hombros

— La frustración me venció. Rompí una pared hace un rato. Estaré bien.

— Tengo el efecto de amar a personas que al final, no les fui suficiente. No se si estoy aquí frente a ti por amor o por masoquismo. Creo que por ambas.

Cerró los ojos y tras dejarlos cerrados por un par de minutos seguido los abrió y me miró respondiendo con la voz entrecortada.

— Te he fallado, de muchas formas. No he sabido ser el hombre que necesitas, no he sabido ser un hombre que te proteja de ti misma y de los demás. No he sido el mejor hombre pero si hay algo de lo que sí estoy seguro es del amor que te tengo Alicia.

Negué con la cabeza interrumpiendo rápidamente.

— Yo no traiciono a quien amo.

Sonrió tenue y poniéndose en pie caminó hacia la baranda de la terraza apoyándose en ella. Yo no podría traicionarlo, jamás me había pensado algo así por la cabeza en cambio a él parecía que se le hizo mucho más fácil. Bajó la mirada y aún con algo de pesar prosiguió.

— Hubiera dado cualquier cosa porque no vieras lo que viste. Sé que debes creer que soy el peor hombre del mundo. Créeme que así me siento. He cometido errores tras errores y ya siento que me he perdido en ellos. Hace un tiempo, Carla comenzó a insinuarse, a buscar algo más que una amistad. Al principio pensé que podía manejarlo y simplemente la ignoré. Las cosas fueron empeorando, cuando estaba en Manhattan intentó meterse en mi cama y se lo impedi. Fue aquella tarde en la que llegaste y la viste en mi apartamento. Le dejé claro que sólo podía ser su amigo porque no me interesaba como mujer. En su desequilibrio, amenazó con hacerte daño si no tenía sexo como ella. No le creí capaz de tanto, de hecho pensé que solo fue un impulso loco..., semanas después te apuñalaron y casi mueres. Sabía que había sido ella, la enfrenté y aunque no me lo dijo textualmente, me dio a entender que fue ella quien te atacó. Me sentí impotente porque no tenía prueba alguna para acusarla y justo ahí fue cuando empezó mi verdadero infierno.

Apreté los dientes y negando con la cabeza respondí.

— Nada puede justificar lo que hiciste. Me rechazaste, no me tocabas, comencé a creer que te aburriste de mi. — Sollocé— Creo que hubiera dolido menos si me hubieses dicho de frente que ya no me deseas, que encontraste en Carla o cualquier otra mujer que te despertara interés. Prefiero eso a sentirme otra vez inservible como mujer.

Desesperado, lleno de frustración y tensión sacudió con la cabeza dejando caer una lágrima.

— Tuve sexo con esa loca porque te amo.

— ¿Qué? ¿Te estás escuchando? Estás loco, demente.

— Suena loco pero es la maldita realidad. No tienes idea del infierno que he pasado todo este tiempo. No sabes lo infeliz que soy. Jamás había pensado en que llegaría a aborrecer tanto a alguien como lo hago ahora. — Dándome una carpeta con unos papeles prosiguió— Ahí está la razón por la cual tuve sexo con esa maniaca. Hay veces que por amor se hacen cosas nefastas y esta vez es una de ellas. No te pido que me perdones porque no hay perdón algún que haga que dejes de sentirte traicionada. No tuve más opciones, aún siento que no las tengo.

La teoría del amor Where stories live. Discover now